/ lunes 24 de junio de 2019

Sin medias tintas | No que no

En el Libro VII de la República, Platón nos relata el mito de la caverna. El texto cuenta la historia de unos hombres que fueron encadenados desde niños para vivir en el fondo de una cueva. Atados de cara a la pared, sólo alcanzaban a ver en ocasiones algunas sombras que se proyectaban. Los hombres tenían miedo de ellas porque desconocían lo que eran.

Fue entonces que uno salió de la caverna y se da cuenta de que todo lo visto por ellos durante todo ese tiempo no correspondía a la realidad. Habían vivido engañados toda su vida.

Cuando regresó para convencer a los demás, éstos lo trataron de loco y se negaron a creer en otra realidad. Ellos sólo creían en la realidad que se reflejaba en las paredes por las sombras.

El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias, es decir el mundo sensible. En el mundo sensible captaríamos únicamente las sombras de la verdadera y perfecta realidad, que está en otro mundo, invisible a nuestra percepción sensible y dominado por el devenir.

Con la cuarta transformación, estamos igual en México.

La realidad como país es muy diferente a la realidad de las sombras. Esa realidad, ese mundo de sombras, está sostenido por la sensibilidad que representa la embriaguez por el triunfo y por la alternancia de partido en el poder, y por los ciegos seguidores de su ideología.

Pero la realidad es otra. Una que les cuesta trabajo ver.

El detalle sin duda es si la realidad construida por el mundo sensible se sostendrá ante la otra realidad. Por lo pronto, a la cuarta transformación le ha funcionado el sacarle jugo al rencor de los mexicanos por la corrupción de los otros partidos, lo que les ha permitido violentar la Ley sin que hubiese mucho aspavientos de la sociedad.

También les ha funcionado la distribución gratuita de dinero, que puede verse como una devolución al pueblo del dinero que robaron los gobiernos corruptos, o bien hacer a la sociedad cómplice de una enmascarada política pública para presentarle sombras más que la realidad misma.

Pero lo que sin duda les ha funcionado mejor son los otros datos que ellos tienen. Siempre dispuestos a desmentir los datos publicados por organizaciones civiles, entidades internacionales, organismos mundiales y, en el colmo de lo extraño, los generados por las distintas dependencias y entidades del mismo gobierno.

La caída del empleo en un 88% en el mes de mayo, el incremento de la violencia, las ejecuciones y homicidios dolosos en el país, las perspectivas de crecimiento económico como país, entre otros, son sólo muestras de que los datos no son coincidentes con los que maneja el Gobierno federal.

Este manejo de sombras y figuras sólo expresan la realidad que ellos ven, pero fuera de su caverna la realidad está dando tumbos, a través de la desaparición de instituciones, organismos, cierre de clínicas, cancelación de programas de becas y despidos masivos.

La pregunta es, entonces, ¿hasta cuándo soportará su realidad dentro de la caverna? ¿Cuánto tiempo tardará en darse cuenta “alguien” de que afuera las cosas son diferentes?

Por lo pronto, muchos han salido de la caverna y han presentado sus renuncias, imposibilitados de aceptar esa realidad. Los hombres y mujeres comunes, ¿estaremos a tiempo de intercambiar realidades, o nos avasallará esa realidad que golpea regularmente duro a los países que se engañan ante lo fácil?

En el Libro VII de la República, Platón nos relata el mito de la caverna. El texto cuenta la historia de unos hombres que fueron encadenados desde niños para vivir en el fondo de una cueva. Atados de cara a la pared, sólo alcanzaban a ver en ocasiones algunas sombras que se proyectaban. Los hombres tenían miedo de ellas porque desconocían lo que eran.

Fue entonces que uno salió de la caverna y se da cuenta de que todo lo visto por ellos durante todo ese tiempo no correspondía a la realidad. Habían vivido engañados toda su vida.

Cuando regresó para convencer a los demás, éstos lo trataron de loco y se negaron a creer en otra realidad. Ellos sólo creían en la realidad que se reflejaba en las paredes por las sombras.

El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias, es decir el mundo sensible. En el mundo sensible captaríamos únicamente las sombras de la verdadera y perfecta realidad, que está en otro mundo, invisible a nuestra percepción sensible y dominado por el devenir.

Con la cuarta transformación, estamos igual en México.

La realidad como país es muy diferente a la realidad de las sombras. Esa realidad, ese mundo de sombras, está sostenido por la sensibilidad que representa la embriaguez por el triunfo y por la alternancia de partido en el poder, y por los ciegos seguidores de su ideología.

Pero la realidad es otra. Una que les cuesta trabajo ver.

El detalle sin duda es si la realidad construida por el mundo sensible se sostendrá ante la otra realidad. Por lo pronto, a la cuarta transformación le ha funcionado el sacarle jugo al rencor de los mexicanos por la corrupción de los otros partidos, lo que les ha permitido violentar la Ley sin que hubiese mucho aspavientos de la sociedad.

También les ha funcionado la distribución gratuita de dinero, que puede verse como una devolución al pueblo del dinero que robaron los gobiernos corruptos, o bien hacer a la sociedad cómplice de una enmascarada política pública para presentarle sombras más que la realidad misma.

Pero lo que sin duda les ha funcionado mejor son los otros datos que ellos tienen. Siempre dispuestos a desmentir los datos publicados por organizaciones civiles, entidades internacionales, organismos mundiales y, en el colmo de lo extraño, los generados por las distintas dependencias y entidades del mismo gobierno.

La caída del empleo en un 88% en el mes de mayo, el incremento de la violencia, las ejecuciones y homicidios dolosos en el país, las perspectivas de crecimiento económico como país, entre otros, son sólo muestras de que los datos no son coincidentes con los que maneja el Gobierno federal.

Este manejo de sombras y figuras sólo expresan la realidad que ellos ven, pero fuera de su caverna la realidad está dando tumbos, a través de la desaparición de instituciones, organismos, cierre de clínicas, cancelación de programas de becas y despidos masivos.

La pregunta es, entonces, ¿hasta cuándo soportará su realidad dentro de la caverna? ¿Cuánto tiempo tardará en darse cuenta “alguien” de que afuera las cosas son diferentes?

Por lo pronto, muchos han salido de la caverna y han presentado sus renuncias, imposibilitados de aceptar esa realidad. Los hombres y mujeres comunes, ¿estaremos a tiempo de intercambiar realidades, o nos avasallará esa realidad que golpea regularmente duro a los países que se engañan ante lo fácil?