/ lunes 12 de agosto de 2019

Sin medias tintas | ¿Para qué sirve un diputado?

En los tiempos que corren, se ha puesto en duda la utilidad de las figuras del Estado que nos han acompañado a través de nuestra historia democrática como país.

Además de las críticas presidenciales a ciertas entidades y organismos, la crítica social hacia nuestros representantes populares es cada vez más ácida. Nadie se salva en todo este proceso, ni el mismo presidente de la República.

A raíz del triunfo de la cuarta transformación en el 2018 y después de sus primeros meses de gobierno, se percibe en el ambiente cierto tufo de descomposición.

Tanto el Presidente como los representantes populares le han dado elementos al pueblo para burlarse de sus dichos, quejarse de sus actos y hasta arrepentirse de sus votos.

No quisiera ser contrario a la percepción de la mayoría, en el sentido de que muchas de las críticas a la cuarta transformación tienen sustento. El cómo gobernar no es tan fácil como parece.

Desde las lamentables declaraciones y lecturas de algunos diputados, los desenfrenos de algunos senadores, hasta las xenofóbicas expresiones de supuestas ideólogas socialistas, la cuarta transformación reúne lo más granado del pueblo mexicano. Esos son nuestros representantes. Nosotros los elegimos.

Bajo ninguna circunstancia significa que debamos estar de acuerdo con ellos, sin embargo debemos asimilar que fue nuestra voluntad la que los llevó al lugar donde actualmente se encuentran.

En este sentido, estos personajes “populares” representan a la mayoría de los mexicanos y, al parecer, resultó que siempre sí se les dio un cheque en blanco, con vistas de autoritarismo.

La desaparición de los organismos que generan datos para evaluar el trabajo del Gobierno fue el primer golpe que la cuatroté le dio a la democracia mexicana. Ahora van por el encarcelamiento al ejercer el derecho a manifestación, como en Tabasco, y la violación a la presunción de inocencia, con la Ley de Extinción de Dominio.

Pero, las cosas que realmente requiere la sociedad ¿son esas? ¿No le gustaría que existiera y se cumpliera una ley que lo beneficie en algo?

Lo cierto es que los diputados no están haciendo bien su trabajo, y no sólo los federales. En el Estado tenemos muchos asuntos legislativos que están retrasados, y al parecer no se concretarán porque nuestros representantes están ocupados pensando en si su trabajo les merece representarnos de nuevo el 2021.

Si usted no está preocupado, yo sí.

Veo ciertas señales en el ambiente que no son atrayentes, particularmente cuando una de las instituciones más respetadas y de mayor autoridad moral, como el Ejército Mexicano, es agredida por el pueblo y sin mayores consecuencias.

Ese “envalentonamiento” puede degenerarse y ser contagioso. Y no hay nada más peligroso que un valiente exigiendo imponer su razón a otro.

Seamos cuidadosos como sociedad, pero sobre todo, seamos críticos del trabajo de nuestros representantes, y sigamos exigiéndoles rindan cuentas de su gestión legislativa. Si no les pedimos rendir cuentas, luego se escudarán con que no se las pedimos.

En los tiempos que corren, se ha puesto en duda la utilidad de las figuras del Estado que nos han acompañado a través de nuestra historia democrática como país.

Además de las críticas presidenciales a ciertas entidades y organismos, la crítica social hacia nuestros representantes populares es cada vez más ácida. Nadie se salva en todo este proceso, ni el mismo presidente de la República.

A raíz del triunfo de la cuarta transformación en el 2018 y después de sus primeros meses de gobierno, se percibe en el ambiente cierto tufo de descomposición.

Tanto el Presidente como los representantes populares le han dado elementos al pueblo para burlarse de sus dichos, quejarse de sus actos y hasta arrepentirse de sus votos.

No quisiera ser contrario a la percepción de la mayoría, en el sentido de que muchas de las críticas a la cuarta transformación tienen sustento. El cómo gobernar no es tan fácil como parece.

Desde las lamentables declaraciones y lecturas de algunos diputados, los desenfrenos de algunos senadores, hasta las xenofóbicas expresiones de supuestas ideólogas socialistas, la cuarta transformación reúne lo más granado del pueblo mexicano. Esos son nuestros representantes. Nosotros los elegimos.

Bajo ninguna circunstancia significa que debamos estar de acuerdo con ellos, sin embargo debemos asimilar que fue nuestra voluntad la que los llevó al lugar donde actualmente se encuentran.

En este sentido, estos personajes “populares” representan a la mayoría de los mexicanos y, al parecer, resultó que siempre sí se les dio un cheque en blanco, con vistas de autoritarismo.

La desaparición de los organismos que generan datos para evaluar el trabajo del Gobierno fue el primer golpe que la cuatroté le dio a la democracia mexicana. Ahora van por el encarcelamiento al ejercer el derecho a manifestación, como en Tabasco, y la violación a la presunción de inocencia, con la Ley de Extinción de Dominio.

Pero, las cosas que realmente requiere la sociedad ¿son esas? ¿No le gustaría que existiera y se cumpliera una ley que lo beneficie en algo?

Lo cierto es que los diputados no están haciendo bien su trabajo, y no sólo los federales. En el Estado tenemos muchos asuntos legislativos que están retrasados, y al parecer no se concretarán porque nuestros representantes están ocupados pensando en si su trabajo les merece representarnos de nuevo el 2021.

Si usted no está preocupado, yo sí.

Veo ciertas señales en el ambiente que no son atrayentes, particularmente cuando una de las instituciones más respetadas y de mayor autoridad moral, como el Ejército Mexicano, es agredida por el pueblo y sin mayores consecuencias.

Ese “envalentonamiento” puede degenerarse y ser contagioso. Y no hay nada más peligroso que un valiente exigiendo imponer su razón a otro.

Seamos cuidadosos como sociedad, pero sobre todo, seamos críticos del trabajo de nuestros representantes, y sigamos exigiéndoles rindan cuentas de su gestión legislativa. Si no les pedimos rendir cuentas, luego se escudarán con que no se las pedimos.