/ martes 27 de agosto de 2019

Sin medias tintas | Un ejército de mentiras

Nos acercamos a cumplir el primero de seis años bajo el régimen de la cuarta transformación. Durante este periodo hemos visto prácticamente de todo; pero hay quienes dicen que aún no hemos visto nada.

Desde las encuestas a mano alzada para destruir inversiones valoradas en miles de millones de pesos, hasta los motes cómicos en contra de los detractores y críticos, el cambio de régimen en México sigue dando de qué hablar.

Muchos mexicanos apoyamos sin duda cualquier clase de actuación en contra de quienes se vieron beneficiados por la corrupción, o bien, por obtener privilegios al ocupar un puesto político, porque no se debe de abusar del poder mientras exista un pueblo con carencias, y quiero suponer que estamos de acuerdo.

Sin embargo, las formas —esas tan necesarias formas— para llevar a cabo los cambios prometidos le están dando al traste a la gobernabilidad y a la confianza. Con la excusa de que no alcanzará el tiempo para realizar la verdadera transformación y sea prácticamente imposible darle marcha atrás, se violentan las leyes. Y con ello se tambalea el Estado de Derecho.

Así no. La Historia demuestra con claridad que no se ha logrado mucho cuando los países siguen ese camino. Al contrario, nos dice que los pueblos enfrentarán un sinnúmero de vicisitudes y se sumirán en el atraso.

A estas alturas del quehacer de gobierno, todavía hay muchas personas que están de acuerdo con la forma en que son gobernados. “El pueblo disfruta de su sufrimiento”, sentenciaba el gran Dovstoyevski… y tenía razón. Pese a todas las muestras de que la cuarta transformación ha improvisado más que planificado su forma de gobierno, el apoyo continúa.

En lo personal, siempre estaré de acuerdo con la democracia, y estoy de acuerdo de que debemos apoyar al presidente elegido por la mayoría; pero siempre será nuestra responsabilidad ciudadana mostrar nuestra inconformidad frente a los abusos del poder. Si tanto criticábamos a los que se fueron por esa conducta, ¿no resulta lógico que fuéramos congruentes y denunciáramos si el abuso continúa?

Nunca será una respuesta o buena práctica de gobernanza el violentar las leyes o destruir las instituciones que tanto trabajo nos costó crear para asegurar la democracia. Bueno, sí lo es para los gobierno autoritarios… pero creo que nadie quiere eso en México… espero.

Por lo pronto, a título personal considero ofensivo el maltrato al Ejército Mexicano. Durante la última semana han circulado varios videos de felices ciudadanos demostrando su cariño a los militares, quebrando los vidrios de las camionetas, golpeándolos, acosándolos, insultándolos y hasta escupiéndolos.

Tanta felicidad es innecesaria, y por ello se requiere valorar nuevamente esa frase de que el Ejército no sería utilizado para reprimir al pueblo. Hay una diferencia sustancial entre la represión y garantizar el Estado de Derecho. No se confunda. Porque para eso se crearon las leyes, para garantizar que todos vivamos en armonía como sociedad.

Desconozco si la cuarta transformación cambiará su idea al respecto, pero lo que sí es evidente es que el pueblo continuará demostrando su felicidad a los militares mientras éstos se lo permitan. El asunto es, ¿a quién le conviene tener un ejército de mentiras?

Nos acercamos a cumplir el primero de seis años bajo el régimen de la cuarta transformación. Durante este periodo hemos visto prácticamente de todo; pero hay quienes dicen que aún no hemos visto nada.

Desde las encuestas a mano alzada para destruir inversiones valoradas en miles de millones de pesos, hasta los motes cómicos en contra de los detractores y críticos, el cambio de régimen en México sigue dando de qué hablar.

Muchos mexicanos apoyamos sin duda cualquier clase de actuación en contra de quienes se vieron beneficiados por la corrupción, o bien, por obtener privilegios al ocupar un puesto político, porque no se debe de abusar del poder mientras exista un pueblo con carencias, y quiero suponer que estamos de acuerdo.

Sin embargo, las formas —esas tan necesarias formas— para llevar a cabo los cambios prometidos le están dando al traste a la gobernabilidad y a la confianza. Con la excusa de que no alcanzará el tiempo para realizar la verdadera transformación y sea prácticamente imposible darle marcha atrás, se violentan las leyes. Y con ello se tambalea el Estado de Derecho.

Así no. La Historia demuestra con claridad que no se ha logrado mucho cuando los países siguen ese camino. Al contrario, nos dice que los pueblos enfrentarán un sinnúmero de vicisitudes y se sumirán en el atraso.

A estas alturas del quehacer de gobierno, todavía hay muchas personas que están de acuerdo con la forma en que son gobernados. “El pueblo disfruta de su sufrimiento”, sentenciaba el gran Dovstoyevski… y tenía razón. Pese a todas las muestras de que la cuarta transformación ha improvisado más que planificado su forma de gobierno, el apoyo continúa.

En lo personal, siempre estaré de acuerdo con la democracia, y estoy de acuerdo de que debemos apoyar al presidente elegido por la mayoría; pero siempre será nuestra responsabilidad ciudadana mostrar nuestra inconformidad frente a los abusos del poder. Si tanto criticábamos a los que se fueron por esa conducta, ¿no resulta lógico que fuéramos congruentes y denunciáramos si el abuso continúa?

Nunca será una respuesta o buena práctica de gobernanza el violentar las leyes o destruir las instituciones que tanto trabajo nos costó crear para asegurar la democracia. Bueno, sí lo es para los gobierno autoritarios… pero creo que nadie quiere eso en México… espero.

Por lo pronto, a título personal considero ofensivo el maltrato al Ejército Mexicano. Durante la última semana han circulado varios videos de felices ciudadanos demostrando su cariño a los militares, quebrando los vidrios de las camionetas, golpeándolos, acosándolos, insultándolos y hasta escupiéndolos.

Tanta felicidad es innecesaria, y por ello se requiere valorar nuevamente esa frase de que el Ejército no sería utilizado para reprimir al pueblo. Hay una diferencia sustancial entre la represión y garantizar el Estado de Derecho. No se confunda. Porque para eso se crearon las leyes, para garantizar que todos vivamos en armonía como sociedad.

Desconozco si la cuarta transformación cambiará su idea al respecto, pero lo que sí es evidente es que el pueblo continuará demostrando su felicidad a los militares mientras éstos se lo permitan. El asunto es, ¿a quién le conviene tener un ejército de mentiras?