/ lunes 10 de junio de 2019

Sin Medias Tintas | Yo no lo puse ahí

Lejos de encontrar una respuesta a los problemas que aquejan al país, la Cuarta Transformación está empecinada en crear otros nuevos. Pero, mientras que antes los problemas eran difíciles e internos, ahora casi casi los estamos internacionalizando y haciendo igualmente difíciles.

Sin duda, México y Estados Unidos tienen dos presidentes muy similares; pero el gran inconveniente es que México está muy lejos de parecerse a su vecino del Norte. El poderío económico está fuera de toda duda y por lo tanto las respuestas ante las provocaciones jamás serán iguales.

Hacia el interior del país, las controvertidas decisiones presidenciales y las no tan afortunadas declaraciones de los integrantes del gabinete, tienen la economía en vilo, al grado de que las más importantes calificadoras redujeron la ponderación del país, y a empresas como Pemex y CFE casi las declaran inviables, es decir, que sería un mal negocio invertir en ellas.

Y por si fuera poco, la distribución de los programas sociales anunciados por la 4T no ha funcionado tan bien como se esperaba. Todos quieren su parte gratis del pastel económico del país; pero llegará el momento en que se den cuenta de que el dinero no alcanzará por mucho tiempo.

Las matemáticas no mienten y los números tampoco. Nadie puede salir bien librado si gasta más de lo que gana. Es muy simple. De igual manera, un país no puede financiar por mucho tiempo el regalar dinero producto de los impuestos y de la llamada “Austeridad Republicana”.

Hay muchos temas pendientes del Gobierno con la sociedad como para creer que repartiendo dinero se solucionarán. Nada más equivocado que eso; pero en fin, el tiempo se encargará de ofrecer la verdadera realidad.

Resulta peligroso en cambio ver a ciudadanos avalentonados agrediendo al ejército y a las policías. De seguro eso tampoco terminará bien, porque solo se acrecienta la sensación de impunidad.

Nos enfrentamos sin duda a momentos por demás difíciles como país. La descomposición del tejido social que se avecina, motivada fundamentalmente por el mismo Gobierno a través de políticas públicas populistas, generará junto con la polarización un caldo de cultivo nunca antes visto por México pero sí por otros países como Chile, Polonia, Alemania, Cuba, entre otros.

Y no ayudará mucho justificar nuestra activa o inactiva participación con un “yo no lo puse ahí”, refiriéndose al presidente López Obrador. Será de mayor utilidad darnos cuenta de que en las decisiones del país todos participamos.

Los resultados de las pasadas elecciones en Puebla, Tamaulipas, Baja California, Quintana Roo, Durango y Aguascalientes fueron la clara muestra de ello. La gente simplemente no acudió a votar y, al no hacerlo, también se convierten en partícipes del resultado.

Aunque haya sido con un 70% de abstencionismo, el hecho es que Morena ganó dos gubernaturas. Y ese es precisamente el enfoque que se busca, mas no se ha criticado. Para quienes ostentan el poder, lo importante solo es contabilizar los gobiernos y la gente que está bajo su mandato… pero, y los ciudadanos ¿dónde quedamos?

Lejos de encontrar una respuesta a los problemas que aquejan al país, la Cuarta Transformación está empecinada en crear otros nuevos. Pero, mientras que antes los problemas eran difíciles e internos, ahora casi casi los estamos internacionalizando y haciendo igualmente difíciles.

Sin duda, México y Estados Unidos tienen dos presidentes muy similares; pero el gran inconveniente es que México está muy lejos de parecerse a su vecino del Norte. El poderío económico está fuera de toda duda y por lo tanto las respuestas ante las provocaciones jamás serán iguales.

Hacia el interior del país, las controvertidas decisiones presidenciales y las no tan afortunadas declaraciones de los integrantes del gabinete, tienen la economía en vilo, al grado de que las más importantes calificadoras redujeron la ponderación del país, y a empresas como Pemex y CFE casi las declaran inviables, es decir, que sería un mal negocio invertir en ellas.

Y por si fuera poco, la distribución de los programas sociales anunciados por la 4T no ha funcionado tan bien como se esperaba. Todos quieren su parte gratis del pastel económico del país; pero llegará el momento en que se den cuenta de que el dinero no alcanzará por mucho tiempo.

Las matemáticas no mienten y los números tampoco. Nadie puede salir bien librado si gasta más de lo que gana. Es muy simple. De igual manera, un país no puede financiar por mucho tiempo el regalar dinero producto de los impuestos y de la llamada “Austeridad Republicana”.

Hay muchos temas pendientes del Gobierno con la sociedad como para creer que repartiendo dinero se solucionarán. Nada más equivocado que eso; pero en fin, el tiempo se encargará de ofrecer la verdadera realidad.

Resulta peligroso en cambio ver a ciudadanos avalentonados agrediendo al ejército y a las policías. De seguro eso tampoco terminará bien, porque solo se acrecienta la sensación de impunidad.

Nos enfrentamos sin duda a momentos por demás difíciles como país. La descomposición del tejido social que se avecina, motivada fundamentalmente por el mismo Gobierno a través de políticas públicas populistas, generará junto con la polarización un caldo de cultivo nunca antes visto por México pero sí por otros países como Chile, Polonia, Alemania, Cuba, entre otros.

Y no ayudará mucho justificar nuestra activa o inactiva participación con un “yo no lo puse ahí”, refiriéndose al presidente López Obrador. Será de mayor utilidad darnos cuenta de que en las decisiones del país todos participamos.

Los resultados de las pasadas elecciones en Puebla, Tamaulipas, Baja California, Quintana Roo, Durango y Aguascalientes fueron la clara muestra de ello. La gente simplemente no acudió a votar y, al no hacerlo, también se convierten en partícipes del resultado.

Aunque haya sido con un 70% de abstencionismo, el hecho es que Morena ganó dos gubernaturas. Y ese es precisamente el enfoque que se busca, mas no se ha criticado. Para quienes ostentan el poder, lo importante solo es contabilizar los gobiernos y la gente que está bajo su mandato… pero, y los ciudadanos ¿dónde quedamos?