/ martes 31 de agosto de 2021

Tiempos y realidades | Bloody Mary

La mayoría de nosotros reconocemos las palabras que conforman el título de esta columna y probablemente muchos de nosotros aseguraríamos que la frase se refiere a una bebida, un coctel que se originó en Francia en la década de 1920. No existe consenso en cuanto a dónde y cuándo se preparó por primera vez esta bebida, aunque la mayoría acepta que fue en París, específicamente en el Harry’s bar donde se preparó por vez primera. Asimismo, suele aceptarse que esta primera preparación fue en 1921.

Prácticamente todas y todos conocemos la existencia de este coctel, así como la forma de prepararlo, pero no todos saben cuál es el origen del nombre. Se ha especulado que el nombre hace referencia a la reina María Antonieta de Francia, ejecutada en la guillotina a finales del siglo XVIII. Sin embargo, esta teoría no tiene muchos adeptos, ya que la reina francesa nunca ha sido asociada con el adjetivo de sanguinaria.

Si bien no fue la reina francesa la que le dio el nombre a esta bebida, quienes investigan la historia de la comida han planteado que fue otra soberana la que sirvió de inspiración para darle nombre a este conocido coctel, se trata de la reina María I de Inglaterra. Al contrario de María Antonieta, María o Mary de Inglaterra sí fue conocida en su época con el adjetivo de sanguinaria (bloody), es decir, bloody Mary.

¿Quién fue esta soberana? María I de Inglaterra fue la hija mayor de Enrique VIII (famoso por decapitar a dos de sus seis esposas) y de su primera esposa Catalina de Aragón. El padre de María se autoproclamó jefe de la iglesia de Inglaterra y dirigió el tránsito de aquella de la fe católica a la protestante. Justamente fue este ambiente de transición entre una y otra confesión religiosa la que propició que se le diera a la reina María el apelativo de “la sanguinaria”, ya que cuando subió al trono trató de revertir la situación creada por su padre.

La leyenda negra ha obscurecido por mucho tiempo la figura de María, sobre todo si se la compara con la imagen deslumbrante de su media hermana, la reina Isabel I que le dio su nombre a una era, la era isabelina. Sin embargo, las investigaciones más recientes demuestran que, si bien María tomó medidas para revertir las tomadas por su padre, las personas que mandó a ejecutar fueron menos que las que su padre condenó a muerte, y menos las ejecutadas por orden de Isabel I.

Se puede decir, pues, que beber un bloody Mary es tomar un poco de historia.

La mayoría de nosotros reconocemos las palabras que conforman el título de esta columna y probablemente muchos de nosotros aseguraríamos que la frase se refiere a una bebida, un coctel que se originó en Francia en la década de 1920. No existe consenso en cuanto a dónde y cuándo se preparó por primera vez esta bebida, aunque la mayoría acepta que fue en París, específicamente en el Harry’s bar donde se preparó por vez primera. Asimismo, suele aceptarse que esta primera preparación fue en 1921.

Prácticamente todas y todos conocemos la existencia de este coctel, así como la forma de prepararlo, pero no todos saben cuál es el origen del nombre. Se ha especulado que el nombre hace referencia a la reina María Antonieta de Francia, ejecutada en la guillotina a finales del siglo XVIII. Sin embargo, esta teoría no tiene muchos adeptos, ya que la reina francesa nunca ha sido asociada con el adjetivo de sanguinaria.

Si bien no fue la reina francesa la que le dio el nombre a esta bebida, quienes investigan la historia de la comida han planteado que fue otra soberana la que sirvió de inspiración para darle nombre a este conocido coctel, se trata de la reina María I de Inglaterra. Al contrario de María Antonieta, María o Mary de Inglaterra sí fue conocida en su época con el adjetivo de sanguinaria (bloody), es decir, bloody Mary.

¿Quién fue esta soberana? María I de Inglaterra fue la hija mayor de Enrique VIII (famoso por decapitar a dos de sus seis esposas) y de su primera esposa Catalina de Aragón. El padre de María se autoproclamó jefe de la iglesia de Inglaterra y dirigió el tránsito de aquella de la fe católica a la protestante. Justamente fue este ambiente de transición entre una y otra confesión religiosa la que propició que se le diera a la reina María el apelativo de “la sanguinaria”, ya que cuando subió al trono trató de revertir la situación creada por su padre.

La leyenda negra ha obscurecido por mucho tiempo la figura de María, sobre todo si se la compara con la imagen deslumbrante de su media hermana, la reina Isabel I que le dio su nombre a una era, la era isabelina. Sin embargo, las investigaciones más recientes demuestran que, si bien María tomó medidas para revertir las tomadas por su padre, las personas que mandó a ejecutar fueron menos que las que su padre condenó a muerte, y menos las ejecutadas por orden de Isabel I.

Se puede decir, pues, que beber un bloody Mary es tomar un poco de historia.