/ martes 1 de diciembre de 2020

Tiempos y realidades | El fallecimiento de un ídolo

El pasado miércoles amanecimos con la noticia de que el ídolo del futbol Diego Armando Maradona falleció.

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Los comentarios en redes sociales y medios de comunicación no se hicieron esperar porque, como repitieron una y otra vez las y los periodistas deportivos, no existía alguien que desconociera la existencia de Maradona.

Tal afirmación es inexacta, por supuesto, sin duda tanto en su época de gloria como posteriormente un sinfín de persona ignoraban que en el mundo habitaba alguien llamado Diego Armando Maradona.

Sin embargo, la esencia de la frase es verídica porque al menos en el mundo de los deportes, el nombre de este futbolista era de sobra conocido tanto por sus capacidades deportivas como por los escándalos que rodearon su vida.

En Argentina el ídolo por excelencia es Maradona. En el barrio de Boca son las camisetas con su nombre, los llaveros con su imagen y demás artículos para el turismo los que les roban el protagonismo a otras figuras deportivas. Siempre polémico, Maradona tuvo tanto seguidores como detractores, eso también se palpa entre los argentinos que lo exaltan o lo critican con la misma intensidad que lo hacen con figuras políticas, por poner un ejemplo.

“Es del barrio como nosotros, siempre jugó para nosotros”, me dijo un taxista en Buenos Aires, ¿igual que Messi?, le pregunté. “Ese no es de aquí, no es argentino”, me dijo el conductor con tono molesto. No sé si esa opinión es la que prevalece entre los argentinos o es la de esta persona en particular, de lo que sí fui testigo es que si en una sobremesa se habla de futbol, Diego Maradona sale inevitablemente en la plática.

En una de esas sobremesas alguien se permitió criticarlo por algunos comentarios sobre política que había hecho en esos días, inmediatamente saltaron —como decimos en México— varias personas para defenderlo y los argumentos fueron muy similares a los del taxista. “Él sabe lo que dice porque lo vivió antes del futbol”, “Él sí expresa lo que dicen los del barrio”.

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Como figura pública Maradona tuvo sus defensores y detractores, sus comentarios y su comportamiento fueron objeto de polémica pero lo que es innegable es el gran talento del que hizo gala mientras jugaba en las canchas de Argentina y Europa.

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Los comentarios en redes sociales y medios de comunicación no se hicieron esperar porque, como repitieron una y otra vez las y los periodistas deportivos, no existía alguien que desconociera la existencia de Maradona.

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Sin embargo, la esencia de la frase es verídica porque al menos en el mundo de los deportes, el nombre de este futbolista era de sobra conocido tanto por sus capacidades deportivas como por los escándalos que rodearon su vida.

En Argentina el ídolo por excelencia es Maradona. En el barrio de Boca son las camisetas con su nombre, los llaveros con su imagen y demás artículos para el turismo los que les roban el protagonismo a otras figuras deportivas. Siempre polémico, Maradona tuvo tanto seguidores como detractores, eso también se palpa entre los argentinos que lo exaltan o lo critican con la misma intensidad que lo hacen con figuras políticas, por poner un ejemplo.

“Es del barrio como nosotros, siempre jugó para nosotros”, me dijo un taxista en Buenos Aires, ¿igual que Messi?, le pregunté. “Ese no es de aquí, no es argentino”, me dijo el conductor con tono molesto. No sé si esa opinión es la que prevalece entre los argentinos o es la de esta persona en particular, de lo que sí fui testigo es que si en una sobremesa se habla de futbol, Diego Maradona sale inevitablemente en la plática.

En una de esas sobremesas alguien se permitió criticarlo por algunos comentarios sobre política que había hecho en esos días, inmediatamente saltaron —como decimos en México— varias personas para defenderlo y los argumentos fueron muy similares a los del taxista. “Él sabe lo que dice porque lo vivió antes del futbol”, “Él sí expresa lo que dicen los del barrio”.

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