/ miércoles 24 de febrero de 2021

Tiempos y realidades | Esas cosas que ya no enseñan

La enseñanza ha cambiado en el transcurrir de los años en muchos sentidos. Las técnicas de enseñanza han variado, el contenido de los libros, el horario de clases, se ha introducido la tecnología a las aulas de clase, la relación entre docentes y estudiantes ha cambiado, en fin, la lista es larga. Sin embargo, hay cambios más sutiles en el proceso de enseñanza-aprendizaje que muchos de nosotros no notamos, probablemente porque ya no usamos las cosas que aprendimos.

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Entre las enseñanzas que quedaron atrás debido al avance tecnológico es el aprender a escribir cartas. Hubo en tiempo que esto era tema de estudio, nos enseñaban las partes de las que constaba una carta: fecha, nombre de la persona a quien se dirigía, saludo, narración (que le quieres platicar nos explicaban los docentes), despedida y firma. Doblar la carta también formaba parte de la enseñanza, rotular el sobre, cerrarlo y saber dónde colocar las estampillas era esencial saberlo Nos enseñaban la diferencia entre correo ordinario y por vía correo aéreo. Algo que no nos enseñaban explícitamente era la paciencia de la espera. Una carta no llegaba rápido a su destino, tampoco la respuesta. “Es culpa del correo”, era una frase común que posiblemente en la actualidad haya sido sustituida por expresiones como “no tenía Internet”, “se me acabaron los datos.

A veces pienso que el correo electrónico fomenta la impaciencia porque sabemos que una vez que lo enviemos es cuestión de unos segundos para que el destinatario lo reciba, si a eso aunamos el hecho de que cada vez más personas tienen acceso a dispositivos inteligentes y a redes wifi, solemos pensar que la gente está obligada a revisar su correo electrónico constantemente o, en su defecto, abrir cada notificación que le llega en el mismo momento y abandonar lo que está haciendo para contestar. Si no tenemos respuesta inmediata es probable que nos entre la desesperación porque necesitamos respuesta inmediata. Lo que no solemos tomar en cuenta es que, si realmente necesitamos respuesta inmediata, el correo no lo debimos enviar 5 minutos antes de necesitar la información que necesitamos.

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Antes uno sabía a ciencia cierta que un correo debía enviarse con tiempo, jamás se nos hubiera ocurrido solicitar información de un día para otro, sin embargo, la inmediatez del correo electrónico nos hace olvidar detalles tan simples con el tiempo necesario para responder, y al olvidarlo entramos en un espiral de ansiedad totalmente innecesaria.

La enseñanza ha cambiado en el transcurrir de los años en muchos sentidos. Las técnicas de enseñanza han variado, el contenido de los libros, el horario de clases, se ha introducido la tecnología a las aulas de clase, la relación entre docentes y estudiantes ha cambiado, en fin, la lista es larga. Sin embargo, hay cambios más sutiles en el proceso de enseñanza-aprendizaje que muchos de nosotros no notamos, probablemente porque ya no usamos las cosas que aprendimos.

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Entre las enseñanzas que quedaron atrás debido al avance tecnológico es el aprender a escribir cartas. Hubo en tiempo que esto era tema de estudio, nos enseñaban las partes de las que constaba una carta: fecha, nombre de la persona a quien se dirigía, saludo, narración (que le quieres platicar nos explicaban los docentes), despedida y firma. Doblar la carta también formaba parte de la enseñanza, rotular el sobre, cerrarlo y saber dónde colocar las estampillas era esencial saberlo Nos enseñaban la diferencia entre correo ordinario y por vía correo aéreo. Algo que no nos enseñaban explícitamente era la paciencia de la espera. Una carta no llegaba rápido a su destino, tampoco la respuesta. “Es culpa del correo”, era una frase común que posiblemente en la actualidad haya sido sustituida por expresiones como “no tenía Internet”, “se me acabaron los datos.

A veces pienso que el correo electrónico fomenta la impaciencia porque sabemos que una vez que lo enviemos es cuestión de unos segundos para que el destinatario lo reciba, si a eso aunamos el hecho de que cada vez más personas tienen acceso a dispositivos inteligentes y a redes wifi, solemos pensar que la gente está obligada a revisar su correo electrónico constantemente o, en su defecto, abrir cada notificación que le llega en el mismo momento y abandonar lo que está haciendo para contestar. Si no tenemos respuesta inmediata es probable que nos entre la desesperación porque necesitamos respuesta inmediata. Lo que no solemos tomar en cuenta es que, si realmente necesitamos respuesta inmediata, el correo no lo debimos enviar 5 minutos antes de necesitar la información que necesitamos.

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