/ martes 29 de septiembre de 2020

Tiempos y realidades | Las mujeres de Mercurio




Claro que estamos preparados para enviar mujeres al espacio, podemos enviarlas en lugar de los chimpancés, fue la respuesta que el primer astronauta norteamericana ante el cuestionamiento de si la NASA estaba preparada para que las mujeres participaran en el programa espacial.

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La misoginia de esta respuesta resalta en un contexto en el cual ya una mujer, la cosmonauta soviética Valentina Tereskova, había viajado al espacio como piloto de una nave que estuvo orbitando la tierra durante tres días, es decir, completó 48 órbitas alrededor de nuestro planeta.

Aun así la NASA no estaba preparada para que las mujeres ingresaran en el programa espacial, ¿cuáles eran los motivos esgrimidos? Iban desde el hecho de que las solteras podían casarse y se perdería el dinero invertido en su entrenamiento, las casadas tenían hijos que las distraerían de su preparación, todas tenían un periodo menstrual que interrumpiría su entrenamiento varios días al mes. Sin embargo el argumento de mayor peso era la supuesta incapacidad de las mujeres para igual las capacidades de los hombres que participaban en el programa espacial.

La respuesta a estos denigrantes argumentos vino de parte, irónicamente, de un hombre que participaba en el entrenamiento de los astronautas que participaban en el programa Mercurio, de ahí que conociera las pruebas que éstos realizaban para definir si podían o no formar parte del programa espacial. El especialista convocó a mujeres pilotos que desearan realizar las mismas pruebas que los astronautas, si las pasaban, sus resultados serían presentados a la NASA con la esperanza de que las incorporaran al programa espacial. Las mujeres que se presentaron eran pilotos con amplia experiencia, todas se desempeñaban como trabajadoras en el ámbito de la aviación comercial.

El proyecto en el cual estas mujeres participaron se llamó Mercurio XIII. Los resultados de las dos primeras fases fueron tan exitosos que se le presentaron a la NASA, cuya reacción fue cancelar el programa. Las mujeres, se dijo, no estaban preparadas para ir al espacio. Las participantes del programa apelaron al Congreso estadounidense, quien formó una comisión para estudiar la petición de las mujeres del Mercurio y decidió en contra de ellas principalmente basada en la opinión del primer astronauta norteamericano, que comparó a las mujeres con los chimpancés que se envían en cápsulas en las que, inevitablemente, morían.




Claro que estamos preparados para enviar mujeres al espacio, podemos enviarlas en lugar de los chimpancés, fue la respuesta que el primer astronauta norteamericana ante el cuestionamiento de si la NASA estaba preparada para que las mujeres participaran en el programa espacial.

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La misoginia de esta respuesta resalta en un contexto en el cual ya una mujer, la cosmonauta soviética Valentina Tereskova, había viajado al espacio como piloto de una nave que estuvo orbitando la tierra durante tres días, es decir, completó 48 órbitas alrededor de nuestro planeta.

Aun así la NASA no estaba preparada para que las mujeres ingresaran en el programa espacial, ¿cuáles eran los motivos esgrimidos? Iban desde el hecho de que las solteras podían casarse y se perdería el dinero invertido en su entrenamiento, las casadas tenían hijos que las distraerían de su preparación, todas tenían un periodo menstrual que interrumpiría su entrenamiento varios días al mes. Sin embargo el argumento de mayor peso era la supuesta incapacidad de las mujeres para igual las capacidades de los hombres que participaban en el programa espacial.

La respuesta a estos denigrantes argumentos vino de parte, irónicamente, de un hombre que participaba en el entrenamiento de los astronautas que participaban en el programa Mercurio, de ahí que conociera las pruebas que éstos realizaban para definir si podían o no formar parte del programa espacial. El especialista convocó a mujeres pilotos que desearan realizar las mismas pruebas que los astronautas, si las pasaban, sus resultados serían presentados a la NASA con la esperanza de que las incorporaran al programa espacial. Las mujeres que se presentaron eran pilotos con amplia experiencia, todas se desempeñaban como trabajadoras en el ámbito de la aviación comercial.

El proyecto en el cual estas mujeres participaron se llamó Mercurio XIII. Los resultados de las dos primeras fases fueron tan exitosos que se le presentaron a la NASA, cuya reacción fue cancelar el programa. Las mujeres, se dijo, no estaban preparadas para ir al espacio. Las participantes del programa apelaron al Congreso estadounidense, quien formó una comisión para estudiar la petición de las mujeres del Mercurio y decidió en contra de ellas principalmente basada en la opinión del primer astronauta norteamericano, que comparó a las mujeres con los chimpancés que se envían en cápsulas en las que, inevitablemente, morían.