/ martes 27 de octubre de 2020

Tiempos y realidades | Lo que los niños ya no compran

A mediados del siglo pasado era regular comprar en las tiendas cosas que ahora nos parece inconcebible que se vendieran en ellas, por ejemplo era habitual la venta de petróleo por lo que, probablemente, muchos de nosotros tengamos recuerdos de los grandes botes de petróleo que había en las tiendas y en el cual se surgían sin ninguna precaución los recipientes para medir las cantidades vendidas: un litro, medio litro, un cuarto. Ver a las y los niños caminar o correr por las calles con los envases llenos de petróleo era una imagen tan común, que nadie le prestaba atención a pesar de los peligros que entrañaba.

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Ahora pensamos, ¿cómo es posible que nuestros padres nos enviaran a hacer semejantes compras? La respuesta es sencilla, porque seguramente no tenían tiempo de hacerlo ellos mismos. Las labores de las mujeres en las casas no gozan en la inmensa mayoría de los casos de los electrodomésticos que, actualmente, reducen considerablemente los tiempos dedicados a las labores domésticas. Otra respuesta era el hecho de la falta de electricidad en las casas. Sin petróleo no había iluminación en ellas. Otra más, si no había estufas de gas, el petróleo y la leña eran elementos de primera necesidad, no se podía prescindir de ellos de modo que lo importante era comprarlos, no quién realizaba la compra.

Lo mismo sucedía con el hielo. Las y los pequeños caminaban apresuradamente, o corrían, por las calles cargando con los cubos de los cuales goteaba o caía el agua del hielo derritiéndose. De más está decir que un niño o niña comprando cigarros, cerveza, alcohol eran imágenes tan normalizadas que nadie les prestaba atención al punto de que incluso algunos docentes, en pleno horario de clases, enviaban a sus alumnos a comprar cigarros a la tienda más cercana y nadie lo veía como una conducta inadecuada.

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Los niños tenían que hacer mandados, era parte de la educación según la concepción que se tenía al respecto en aquella época. ¿Qué se aprendía con hacer mandados? Según el testimonio de mis padres el objetivo iba más allá de proveer servicios de mensajería, por llamarlo de alguna forma, también se pretendía que la niña o el niño aprendiera a ser responsable, obediente, cuidadoso e incluso que aprendiera a manejar el dinero, pues debía estar pendiente de cuánto se le cobraba, cuánto dinero llevaba y cuánta feria le regresaban.

¿Esos métodos de educación fueron útiles a pesar del peligro que entrañaban? Aquí la respuesta depende enteramente de la experiencia vivida por cada uno de nosotros.

A mediados del siglo pasado era regular comprar en las tiendas cosas que ahora nos parece inconcebible que se vendieran en ellas, por ejemplo era habitual la venta de petróleo por lo que, probablemente, muchos de nosotros tengamos recuerdos de los grandes botes de petróleo que había en las tiendas y en el cual se surgían sin ninguna precaución los recipientes para medir las cantidades vendidas: un litro, medio litro, un cuarto. Ver a las y los niños caminar o correr por las calles con los envases llenos de petróleo era una imagen tan común, que nadie le prestaba atención a pesar de los peligros que entrañaba.

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Ahora pensamos, ¿cómo es posible que nuestros padres nos enviaran a hacer semejantes compras? La respuesta es sencilla, porque seguramente no tenían tiempo de hacerlo ellos mismos. Las labores de las mujeres en las casas no gozan en la inmensa mayoría de los casos de los electrodomésticos que, actualmente, reducen considerablemente los tiempos dedicados a las labores domésticas. Otra respuesta era el hecho de la falta de electricidad en las casas. Sin petróleo no había iluminación en ellas. Otra más, si no había estufas de gas, el petróleo y la leña eran elementos de primera necesidad, no se podía prescindir de ellos de modo que lo importante era comprarlos, no quién realizaba la compra.

Lo mismo sucedía con el hielo. Las y los pequeños caminaban apresuradamente, o corrían, por las calles cargando con los cubos de los cuales goteaba o caía el agua del hielo derritiéndose. De más está decir que un niño o niña comprando cigarros, cerveza, alcohol eran imágenes tan normalizadas que nadie les prestaba atención al punto de que incluso algunos docentes, en pleno horario de clases, enviaban a sus alumnos a comprar cigarros a la tienda más cercana y nadie lo veía como una conducta inadecuada.

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Los niños tenían que hacer mandados, era parte de la educación según la concepción que se tenía al respecto en aquella época. ¿Qué se aprendía con hacer mandados? Según el testimonio de mis padres el objetivo iba más allá de proveer servicios de mensajería, por llamarlo de alguna forma, también se pretendía que la niña o el niño aprendiera a ser responsable, obediente, cuidadoso e incluso que aprendiera a manejar el dinero, pues debía estar pendiente de cuánto se le cobraba, cuánto dinero llevaba y cuánta feria le regresaban.

¿Esos métodos de educación fueron útiles a pesar del peligro que entrañaban? Aquí la respuesta depende enteramente de la experiencia vivida por cada uno de nosotros.