/ martes 4 de agosto de 2020

Tiempos y realidades | Los castillos del rey loco

La vista del castillo de Walt Disney es una imagen que de alguna u otra manera nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra castillo. Lo que no muchos sabemos es que el castillo de Disney no es un diseño que haya brotado de la mente del creador del universo de Disney. Esta imagen icónica está basada en su mayor parte en los castillos alemanes, específicamente los ubicados en Baviera.

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Baviera en el siglo XIX era uno de los muchos países en los cuales estaba dividida la actual Alemania, en esa época el país era una monarquía con capital en la ciudad de Múnich en la cual los palacios, las iglesias, teatros eran construcciones magníficas que convirtieron a la capital bávara, según testimonios llegados a nuestra época, en la ciudad más romántica de Europa.

Sin embargo la Baviera de los castillos de fantasía se construyó hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando un joven de dieciocho años, años llamado Luis subió al trono. Los biógrafos de Luis II señalan que era introvertido, dado a la fantasía, aficionado a la música especialmente a las óperas compuestas por Richard Wagner y a todo lo que estuviera relacionado con la mitología germánica. Con el tiempo estos pasatiempos se volvieron obsesiones.

La arquitectura de los castillos construidos por Luis II respondían a su imaginación, a las fantasías derivadas de las óperas de Wagner y la mitología germánica. Algunos de sus biógrafos han dicho que la construcción de castillos era, para Luis, un pasatiempo muy caro, ya que rara vez habitó en los que edificó e incluso al menos en uno jamás vivió. Lo que sí hacía Luis era supervisar el diseño, construcción y mobiliario así como la instalación de dispositivos destinados a reforzar su deseo de soledad, por ejemplo sus comidas se servían en una mesa que los sirvientes accionaban en la cocina para que brotara, literalmente, a los pies del rey.

Los castillos construidos en lo alto de una montaña, rodeados de bosques, altas torres que parecen llegar al cielo, senderos serpenteantes, chimeneas, ventanas infinitas fueron producto de la mente de un hombre que quiso y pudo construirlos por el placer de hacerlo. Seguramente el rey Luis II jamás imaginó que sus castillos se convertirían en el ejemplo a seguir a la hora de construir castillos de fantasía. Las fantasías del hombre que quiso vivir en ellas y eso le costó su reino pues lo declararon loco.


La vista del castillo de Walt Disney es una imagen que de alguna u otra manera nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra castillo. Lo que no muchos sabemos es que el castillo de Disney no es un diseño que haya brotado de la mente del creador del universo de Disney. Esta imagen icónica está basada en su mayor parte en los castillos alemanes, específicamente los ubicados en Baviera.

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Baviera en el siglo XIX era uno de los muchos países en los cuales estaba dividida la actual Alemania, en esa época el país era una monarquía con capital en la ciudad de Múnich en la cual los palacios, las iglesias, teatros eran construcciones magníficas que convirtieron a la capital bávara, según testimonios llegados a nuestra época, en la ciudad más romántica de Europa.

Sin embargo la Baviera de los castillos de fantasía se construyó hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando un joven de dieciocho años, años llamado Luis subió al trono. Los biógrafos de Luis II señalan que era introvertido, dado a la fantasía, aficionado a la música especialmente a las óperas compuestas por Richard Wagner y a todo lo que estuviera relacionado con la mitología germánica. Con el tiempo estos pasatiempos se volvieron obsesiones.

La arquitectura de los castillos construidos por Luis II respondían a su imaginación, a las fantasías derivadas de las óperas de Wagner y la mitología germánica. Algunos de sus biógrafos han dicho que la construcción de castillos era, para Luis, un pasatiempo muy caro, ya que rara vez habitó en los que edificó e incluso al menos en uno jamás vivió. Lo que sí hacía Luis era supervisar el diseño, construcción y mobiliario así como la instalación de dispositivos destinados a reforzar su deseo de soledad, por ejemplo sus comidas se servían en una mesa que los sirvientes accionaban en la cocina para que brotara, literalmente, a los pies del rey.

Los castillos construidos en lo alto de una montaña, rodeados de bosques, altas torres que parecen llegar al cielo, senderos serpenteantes, chimeneas, ventanas infinitas fueron producto de la mente de un hombre que quiso y pudo construirlos por el placer de hacerlo. Seguramente el rey Luis II jamás imaginó que sus castillos se convertirían en el ejemplo a seguir a la hora de construir castillos de fantasía. Las fantasías del hombre que quiso vivir en ellas y eso le costó su reino pues lo declararon loco.