/ martes 15 de diciembre de 2020

Tiempos y realidades | Muñecas y espíritus

Las historias acerca de personas excéntricas siempre nos han interesado, incluso fascinado mientras más grande y menos conocida sea la persona y su comportamiento excéntrico. Dos mujeres norteamericanas, Sarah Winchester y Huguette Clark, son de esas personalidades cuyas excentricidades siguen despertando interés. Ambas fueron herederas de grandes fortunas. El dinero de Sarah provino de la fabricación y venta de armas, el de Huguette de la explotación de minas de cobre. Las dos se casaron jóvenes y no tuvieron hijos. Huguette se divorció y Sarah quedó viuda.

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¿Qué tienen de excéntricas Sarah y Huguette? La primera es famosa por la interminable construcción de su casa en California. Durante treinta y ocho años la casa estuvo en permanente construcción, eso no llamaría demasiado la atención si no fuera porque la casa tenía pasillos laberínticos que en ocasiones terminaban en paredes, había escaleras que finalizaban en una pared, ventanas diseñadas para no abrirse entre otras. Se decía, y se dice actualmente, que la construcción de la casa Winchester se hizo para que los espíritus de personas muertas con alguna de las armas winchester, si llegaban a la casa, se perdieran entre sus pasillos laberínticos, las escaleras sin destino, las ventanas y puertas simuladas; de esa forma no podrían llegar hasta la parte de la casa donde vivía Sarah para atormentarla.

Huguette Clark no construyó casas laberínticas ni se sintió amenazada por espíritus, pero sí se recluyó en su gran departamento de Nueva York a pesar de poseer varias casas que mantenía listas para visitarlas, aunque rara vez fue a ellas antes de la década de 1960 y posteriormente a ellas no volvió a visitarlas. Las imágenes de Huguette no abundan, las que se conocen datan de su infancia y hay solo una fotografía de adulta, ésta fue enviada a la prensa para anunciar su divorcio a inicios de la década de 1930. A partir de ese momento no hubo más imágenes de Huguette para el mundo exterior.

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Huguette vivió acompañada por su madre y su colección de muñecas de porcelana. Cuando murió su madre las muñecas fueron su única compañía, puesto que no permitía que nadie la viera, ni siquiera para servirle sus comidas. Los últimos 20 años de su vida Huguette los pasó en el hospital, a pesar de que gozaba de buena salud, y como había sucedido en su casa, las únicas a las que permitía que la acompañaran permanentemente, aparte de su enfermera, fueron las muñecas de porcelana que más quería.

Las historias acerca de personas excéntricas siempre nos han interesado, incluso fascinado mientras más grande y menos conocida sea la persona y su comportamiento excéntrico. Dos mujeres norteamericanas, Sarah Winchester y Huguette Clark, son de esas personalidades cuyas excentricidades siguen despertando interés. Ambas fueron herederas de grandes fortunas. El dinero de Sarah provino de la fabricación y venta de armas, el de Huguette de la explotación de minas de cobre. Las dos se casaron jóvenes y no tuvieron hijos. Huguette se divorció y Sarah quedó viuda.

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¿Qué tienen de excéntricas Sarah y Huguette? La primera es famosa por la interminable construcción de su casa en California. Durante treinta y ocho años la casa estuvo en permanente construcción, eso no llamaría demasiado la atención si no fuera porque la casa tenía pasillos laberínticos que en ocasiones terminaban en paredes, había escaleras que finalizaban en una pared, ventanas diseñadas para no abrirse entre otras. Se decía, y se dice actualmente, que la construcción de la casa Winchester se hizo para que los espíritus de personas muertas con alguna de las armas winchester, si llegaban a la casa, se perdieran entre sus pasillos laberínticos, las escaleras sin destino, las ventanas y puertas simuladas; de esa forma no podrían llegar hasta la parte de la casa donde vivía Sarah para atormentarla.

Huguette Clark no construyó casas laberínticas ni se sintió amenazada por espíritus, pero sí se recluyó en su gran departamento de Nueva York a pesar de poseer varias casas que mantenía listas para visitarlas, aunque rara vez fue a ellas antes de la década de 1960 y posteriormente a ellas no volvió a visitarlas. Las imágenes de Huguette no abundan, las que se conocen datan de su infancia y hay solo una fotografía de adulta, ésta fue enviada a la prensa para anunciar su divorcio a inicios de la década de 1930. A partir de ese momento no hubo más imágenes de Huguette para el mundo exterior.

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Huguette vivió acompañada por su madre y su colección de muñecas de porcelana. Cuando murió su madre las muñecas fueron su única compañía, puesto que no permitía que nadie la viera, ni siquiera para servirle sus comidas. Los últimos 20 años de su vida Huguette los pasó en el hospital, a pesar de que gozaba de buena salud, y como había sucedido en su casa, las únicas a las que permitía que la acompañaran permanentemente, aparte de su enfermera, fueron las muñecas de porcelana que más quería.