/ martes 6 de octubre de 2020

Tiempos y realidades | ¿Por qué no entendemos a nuestros padres?

Esta pregunta nos la hemos hecho un sinfín de veces a lo largo de nuestra vida en diferentes situaciones. ¿Qué están pensando?, ¿qué quieren que haga?, ¿por qué me piden eso?, son algunas de las múltiples variables tras las cuales subyace la pregunta con la que inicio esta pregunta. Para responderla lo primero que debemos tomar en cuenta es la multicitada brecha generacional, ¿pero realmente qué es la brecha generacional?

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En términos sencillos son aproximadamente los 20 años que transcurren entre el nacimiento de nuestros padres y el nuestro, si medimos la brecha generacional sólo en su vertiente temporal los factores de diferenciación entre una y otra generación podrían parecer irrelevantes, la situación cambia si tomamos en cuenta que nuestros padres se formaron de acuerdo a los códigos de de una generación de las que nos separan 40 ó 50 años. Los valores morales, éticos, costumbres cambian poco en el corto y mediano plazo, de ahí el famoso choque generacional en el cual los hijos se rebelan ante los valores morales, éticos, o costumbres que estuvieron vigentes una o dos generaciones atrás.

En segundo lugar hay que tomar en cuenta algo tan sencillo como el lenguaje. Expresarnos verbalmente nos es tan normal que pocas veces caemos en cuenta que nacimos sin hablar, y que conforme fuimos creciendo nos enseñaron a hablar. El lenguaje referencial (nombrar objetos) puede variar de lugar en lugar, pero las variaciones son fáciles de entender porque vemos el objeto o los objetos a los que hacen referencia.

Otra cuestión muy diferente es el significado que otorgamos a las palabras no referenciadas, por ejemplo si le decimos a una persona nacida en la década de 1940, “llevo siempre mi portátil”, es probable que no sepa a qué nos referimos, en tanto que las generaciones actuales entienden automáticamente que se trata de una computadora portátil. Si le decimos a nuestros padres “cámbiate el chip” es posible que lo interpreten como una falta de respeto, no como una petición para que cambie opinión.

Los ejemplos mencionados en el párrafo anterior son extremos, pero sirven para darnos una idea como la construcción de un nuevo lenguaje nos lleva a la incomprensión de unos frente a los otros. No hablamos el mismo idioma solemos decir, ¿por qué? Buena parte de las veces es porque usamos frases o palabras que la otra persona no entiende, porque no forman parte del contexto donde se desenvuelve.

Esta pregunta nos la hemos hecho un sinfín de veces a lo largo de nuestra vida en diferentes situaciones. ¿Qué están pensando?, ¿qué quieren que haga?, ¿por qué me piden eso?, son algunas de las múltiples variables tras las cuales subyace la pregunta con la que inicio esta pregunta. Para responderla lo primero que debemos tomar en cuenta es la multicitada brecha generacional, ¿pero realmente qué es la brecha generacional?

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En términos sencillos son aproximadamente los 20 años que transcurren entre el nacimiento de nuestros padres y el nuestro, si medimos la brecha generacional sólo en su vertiente temporal los factores de diferenciación entre una y otra generación podrían parecer irrelevantes, la situación cambia si tomamos en cuenta que nuestros padres se formaron de acuerdo a los códigos de de una generación de las que nos separan 40 ó 50 años. Los valores morales, éticos, costumbres cambian poco en el corto y mediano plazo, de ahí el famoso choque generacional en el cual los hijos se rebelan ante los valores morales, éticos, o costumbres que estuvieron vigentes una o dos generaciones atrás.

En segundo lugar hay que tomar en cuenta algo tan sencillo como el lenguaje. Expresarnos verbalmente nos es tan normal que pocas veces caemos en cuenta que nacimos sin hablar, y que conforme fuimos creciendo nos enseñaron a hablar. El lenguaje referencial (nombrar objetos) puede variar de lugar en lugar, pero las variaciones son fáciles de entender porque vemos el objeto o los objetos a los que hacen referencia.

Otra cuestión muy diferente es el significado que otorgamos a las palabras no referenciadas, por ejemplo si le decimos a una persona nacida en la década de 1940, “llevo siempre mi portátil”, es probable que no sepa a qué nos referimos, en tanto que las generaciones actuales entienden automáticamente que se trata de una computadora portátil. Si le decimos a nuestros padres “cámbiate el chip” es posible que lo interpreten como una falta de respeto, no como una petición para que cambie opinión.

Los ejemplos mencionados en el párrafo anterior son extremos, pero sirven para darnos una idea como la construcción de un nuevo lenguaje nos lleva a la incomprensión de unos frente a los otros. No hablamos el mismo idioma solemos decir, ¿por qué? Buena parte de las veces es porque usamos frases o palabras que la otra persona no entiende, porque no forman parte del contexto donde se desenvuelve.