/ sábado 15 de mayo de 2021

Tiempos y realidades | Procesos electorales

Los procesos electorales son un área a la cual se le debe mirar desde múltiples perspectivas. Si las vemos desde el enfoque meramente legal tendremos un cúmulo de legislación electoral que, al menos en teoría, rige las elecciones mexicanas desde el registro de candidatos hasta el tipo de papel y tinta usado para imprimir las boletas electorales, sin olvidar la ciudadanización en la emisión y conteo de votos. Desde el punto de vista histórico los procesos electorales se pueden estudiar como momentos coyunturales o en la larga duración, desde la perspectiva electoral, la social e incluso la económica.

En una época donde el derecho al voto se da por hecho probablemente resulte sorprendente que ha habido tiempos en los cuales votar no dependía del querer sino de poder hacerlo. En el siglo XIX las leyes electorales eran, para decirlo coloquialmente, restrictivas pues el sufragio no era universal, únicamente los hombres tenían derecho a votar y ser votados. Sin embargo, no todos los hombres podían ejercer este derecho, hubo momentos es que la ley restringió el derecho al voto a personas que pudieran demostrar una determinada cantidad de ingresos económicos, tuvieran un modo honesto de vivir, hubieran alcanzado la edad establecida para votar y tuvieran un determinado tiempo viviendo en el lugar donde emitirían su voto.

El proceso de emisión del voto también difería en varios aspectos del actual. Por ejemplo, las boletas electorales se emitían ya con el nombre de la persona que iba a votar, por consiguiente, estos debían ir a recogerlas a los lugares que el Gobierno les señalara. También existió la votación a mano alzada, es decir, los hombres con derecho a voto se presentaban en el sitio donde debían emitir su voto y levantaban su mano cuando se nombraba el candidato de su preferencia. Un elemento variable en cuanto a su inclusión o exclusión de los procesos electorales eran las sociedades indígenas, a quienes se les quitaba u otorgaba el derecho a voto al compás de la situación política imperante.

Durante la mayor parte del siglo XIX las elecciones eran indirectas, constaban de varios niveles en los cuales se iba depurando el número de participantes, así como los posibles candidatos. En el primer nivel todos los hombres con derecho a voto se reunían para elegir un determinado número de electores quienes elegían otro grupo de electores y ellos quienes votaban para elegir, entre ellos mismos, a quien debía ocupar el puesto por el cual se estuviera compitiendo.

Los procesos electorales son un área a la cual se le debe mirar desde múltiples perspectivas. Si las vemos desde el enfoque meramente legal tendremos un cúmulo de legislación electoral que, al menos en teoría, rige las elecciones mexicanas desde el registro de candidatos hasta el tipo de papel y tinta usado para imprimir las boletas electorales, sin olvidar la ciudadanización en la emisión y conteo de votos. Desde el punto de vista histórico los procesos electorales se pueden estudiar como momentos coyunturales o en la larga duración, desde la perspectiva electoral, la social e incluso la económica.

En una época donde el derecho al voto se da por hecho probablemente resulte sorprendente que ha habido tiempos en los cuales votar no dependía del querer sino de poder hacerlo. En el siglo XIX las leyes electorales eran, para decirlo coloquialmente, restrictivas pues el sufragio no era universal, únicamente los hombres tenían derecho a votar y ser votados. Sin embargo, no todos los hombres podían ejercer este derecho, hubo momentos es que la ley restringió el derecho al voto a personas que pudieran demostrar una determinada cantidad de ingresos económicos, tuvieran un modo honesto de vivir, hubieran alcanzado la edad establecida para votar y tuvieran un determinado tiempo viviendo en el lugar donde emitirían su voto.

El proceso de emisión del voto también difería en varios aspectos del actual. Por ejemplo, las boletas electorales se emitían ya con el nombre de la persona que iba a votar, por consiguiente, estos debían ir a recogerlas a los lugares que el Gobierno les señalara. También existió la votación a mano alzada, es decir, los hombres con derecho a voto se presentaban en el sitio donde debían emitir su voto y levantaban su mano cuando se nombraba el candidato de su preferencia. Un elemento variable en cuanto a su inclusión o exclusión de los procesos electorales eran las sociedades indígenas, a quienes se les quitaba u otorgaba el derecho a voto al compás de la situación política imperante.

Durante la mayor parte del siglo XIX las elecciones eran indirectas, constaban de varios niveles en los cuales se iba depurando el número de participantes, así como los posibles candidatos. En el primer nivel todos los hombres con derecho a voto se reunían para elegir un determinado número de electores quienes elegían otro grupo de electores y ellos quienes votaban para elegir, entre ellos mismos, a quien debía ocupar el puesto por el cual se estuviera compitiendo.