/ martes 30 de junio de 2020

Tiempos y realidades | ¿Qué registrarán los historiadores?

La pandemia por Covid-19 me ha hecho reflexionar, como historiadora, en la forma como este acontecimiento quedará registrado para ser estudiados por futuros/as historiadores. La pregunta puede parecer retórica porque a lo largo de la historia de la humanidad han quedado registradas un sinfín de epidemias en archivos eclesiásticos y civiles.

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Las y los historiadores sabemos que ese tipo de fuente nos sirve para reconstruir el impacto de la epidemia en diversos ámbitos sociales y desde diferentes perspectivas.

Sin embargo no es, probablemente, motivo de nuestras reflexiones y preguntarnos qué registraron los historiadores de las pandemias que han asolado a la humanidad, y la pregunta no se ha hecho por falta de curiosidad o interés sino sencillamente estamos acostumbrados a pensar en los historiadores, tal como los conocemos en la actualidad: personas formadas en instituciones de educación superior con el propósito de investigar y escribir historia.

Ahora bien, en el contexto de la pandemia de Covid-19, ¿qué registraremos los historiadores? Afortunada y desafortunadamente tenemos la oportunidad de crear las fuentes que las y los que vienen detrás de nosotros/as necesitarán para estudiar la pandemia.

¿Qué debemos dejarles?, aunque parezca fácil este cuestionamiento no es fácil de responder porque aparentemente toda la información que pudieran necesitar ya está siendo registrada en las fuentes tradicionales, es decir, el registro de defunciones en actas eclesiásticas, civiles, las estadísticas de los hospitales, la de la Secretaría de Salud federal y estatal, la prensa, y si añadimos a estas los registros audiovisuales, las redes sociales, entre otros parecería que ya está todo cubierto y que los historiadores no tenemos por qué preocuparnos por la falta de fuentes para los investigadores/as futuros.

Sin embargo hay algo que los historiadores queremos conocer y rara vez lo logramos: la percepción que se tiene de uno u otro acontecimiento.

Por ejemplo en este caso: ¿qué piensan las amas de casa que no deben salir al supermercado?, ¿cómo viven los niños su encierro? ¿Qué piensan los estudiantes de tomar sus clases a distancia?

Estas preguntas no las responderán las fuentes antes señaladas, así que sí, los historiadores tenemos mucho que registrar para las generaciones futuras de historiadores e historiadoras.

La pandemia por Covid-19 me ha hecho reflexionar, como historiadora, en la forma como este acontecimiento quedará registrado para ser estudiados por futuros/as historiadores. La pregunta puede parecer retórica porque a lo largo de la historia de la humanidad han quedado registradas un sinfín de epidemias en archivos eclesiásticos y civiles.

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Las y los historiadores sabemos que ese tipo de fuente nos sirve para reconstruir el impacto de la epidemia en diversos ámbitos sociales y desde diferentes perspectivas.

Sin embargo no es, probablemente, motivo de nuestras reflexiones y preguntarnos qué registraron los historiadores de las pandemias que han asolado a la humanidad, y la pregunta no se ha hecho por falta de curiosidad o interés sino sencillamente estamos acostumbrados a pensar en los historiadores, tal como los conocemos en la actualidad: personas formadas en instituciones de educación superior con el propósito de investigar y escribir historia.

Ahora bien, en el contexto de la pandemia de Covid-19, ¿qué registraremos los historiadores? Afortunada y desafortunadamente tenemos la oportunidad de crear las fuentes que las y los que vienen detrás de nosotros/as necesitarán para estudiar la pandemia.

¿Qué debemos dejarles?, aunque parezca fácil este cuestionamiento no es fácil de responder porque aparentemente toda la información que pudieran necesitar ya está siendo registrada en las fuentes tradicionales, es decir, el registro de defunciones en actas eclesiásticas, civiles, las estadísticas de los hospitales, la de la Secretaría de Salud federal y estatal, la prensa, y si añadimos a estas los registros audiovisuales, las redes sociales, entre otros parecería que ya está todo cubierto y que los historiadores no tenemos por qué preocuparnos por la falta de fuentes para los investigadores/as futuros.

Sin embargo hay algo que los historiadores queremos conocer y rara vez lo logramos: la percepción que se tiene de uno u otro acontecimiento.

Por ejemplo en este caso: ¿qué piensan las amas de casa que no deben salir al supermercado?, ¿cómo viven los niños su encierro? ¿Qué piensan los estudiantes de tomar sus clases a distancia?

Estas preguntas no las responderán las fuentes antes señaladas, así que sí, los historiadores tenemos mucho que registrar para las generaciones futuras de historiadores e historiadoras.