/ martes 16 de febrero de 2021

Tiempos y realidades | ¿Quién es A. A.?

En noviembre de 1856 se publicó en un periódico de la Ciudad de México una carta bajo el titular “Una beldad sonorense”. Antes de reproducir la carta hay unas líneas que aluden a las mujeres romanas honrando a sus hermanos y esposos cuando se van a la guerra; después de este recordatorio histórico el remitente de la carta explica que esta relata hechos de las sonorense tan parecidos a los de las romanas, que no pudo evitar hacer la comparación. A continuación se reproduce la misiva en cuestión.

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La expectativa que me causó lo narrado en las líneas anteriores a la carta no se cumplieron al leerla; el tema de esta tenía poco que ver con la conducta de las romanas en los tiempos antiguos. La señorita A. A. se congratula de la llegada a salvo de su corresponsal a la capital. Con nostalgia le recomienda que visite y disfrute de todas las maravillas que se pueden encontrar en la ciudad. Le desea también que esté con buena salud y tranquilo.

En el siguiente párrafo la beldad sonorense cuenta que Álamos ha estado bajo el asedio de yaquis y mayos pero que la ciudad ha resistido gracias al valor de sus habitantes, sin embargo y muy al contrario de las romanas, la beldad alamense deplora que los hombres hayan tenido que salir en persecución de los indígenas, lamenta más, si cabe, que los yaquis y mayos no sean derrotados tanto con rapidez como definitivamente pues si no es así, los hombres tendrán que seguir saliendo de Álamos a perseguirlos lo cual es inaceptable para esta señorita pues la ciudad quedará vacía y triste.

Otra cosa que la beldad sonorense deplora es que hayan decretado el toque de queda, del que señala en una frase muy sonorense ¡que es un fastidio! La carta finaliza asegurándole a su corresponsal que todos se encuentran bien, salvo el fastidio que implica el ataque de los indios y el toque de queda. La carta está firmada con las iniciales A. A. supongo que el destinatario omitió el nombre a propósito por tratarse de una dama, probablemente una familiar. La carta está escrita con mucha familiaridad, el trato que la dama le otorga a su destinatario es el informal “tú”, en vez del formal “usted”.

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Esta extraordinaria carta me llamó la atención no porque relatara algunos indicios de los conflictos armados que se vivían intermitentemente en Sonora, sino porque es uno los muy escasos documentos escritos por una mujer sonorense que vivió en la primera mitad del siglo XIX. Aunque no sabemos quién es A. A. su carta es sin ninguna duda, un documento extraordinario para la historia sonorense.

En noviembre de 1856 se publicó en un periódico de la Ciudad de México una carta bajo el titular “Una beldad sonorense”. Antes de reproducir la carta hay unas líneas que aluden a las mujeres romanas honrando a sus hermanos y esposos cuando se van a la guerra; después de este recordatorio histórico el remitente de la carta explica que esta relata hechos de las sonorense tan parecidos a los de las romanas, que no pudo evitar hacer la comparación. A continuación se reproduce la misiva en cuestión.

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La expectativa que me causó lo narrado en las líneas anteriores a la carta no se cumplieron al leerla; el tema de esta tenía poco que ver con la conducta de las romanas en los tiempos antiguos. La señorita A. A. se congratula de la llegada a salvo de su corresponsal a la capital. Con nostalgia le recomienda que visite y disfrute de todas las maravillas que se pueden encontrar en la ciudad. Le desea también que esté con buena salud y tranquilo.

En el siguiente párrafo la beldad sonorense cuenta que Álamos ha estado bajo el asedio de yaquis y mayos pero que la ciudad ha resistido gracias al valor de sus habitantes, sin embargo y muy al contrario de las romanas, la beldad alamense deplora que los hombres hayan tenido que salir en persecución de los indígenas, lamenta más, si cabe, que los yaquis y mayos no sean derrotados tanto con rapidez como definitivamente pues si no es así, los hombres tendrán que seguir saliendo de Álamos a perseguirlos lo cual es inaceptable para esta señorita pues la ciudad quedará vacía y triste.

Otra cosa que la beldad sonorense deplora es que hayan decretado el toque de queda, del que señala en una frase muy sonorense ¡que es un fastidio! La carta finaliza asegurándole a su corresponsal que todos se encuentran bien, salvo el fastidio que implica el ataque de los indios y el toque de queda. La carta está firmada con las iniciales A. A. supongo que el destinatario omitió el nombre a propósito por tratarse de una dama, probablemente una familiar. La carta está escrita con mucha familiaridad, el trato que la dama le otorga a su destinatario es el informal “tú”, en vez del formal “usted”.

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Esta extraordinaria carta me llamó la atención no porque relatara algunos indicios de los conflictos armados que se vivían intermitentemente en Sonora, sino porque es uno los muy escasos documentos escritos por una mujer sonorense que vivió en la primera mitad del siglo XIX. Aunque no sabemos quién es A. A. su carta es sin ninguna duda, un documento extraordinario para la historia sonorense.