/ martes 10 de noviembre de 2020

Tiempos y realidades | Símbolos del perdón

El próximo año se conmemora los quinientos años de la caída de Tenochtitlán ante las tropas de Hernán Cortés, enfatizo Tenochtitlán porque en 1521 se desconocían todos los territorios que estaban más allá del territorio dominado por los aztecas. Por consiguiente no se puede señalar 1521 como el año de la conquista de México, ni siquiera de lo que posterior a esa fecha se constituiría como el virreinato de la Nueva España. El triunfo de Hernán Cortés significó un comienzo más que un fin, pues incluso el dominio sobre el territorio controlado previamente por los aztecas fue precario y tuvieron que pasar décadas para que pudiera hablarse de una verdadera consolidación del dominio español en la zona central del actual México, no digamos de otros territorios que fueron conquistados y/o colonizados hasta el siglo XVIII, es decir, en la centuria décimo octava.

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Este breve recuento lo traigo a colación porque no hace mucho tiempo se estuvo hablando de la solicitud del Gobierno mexicano al español de pedir perdón por los hechos acaecidos tanto durante la conquista como la colonización de México. En aquel tiempo comenté en redes sociales que demandar el perdón era una solicitud polémica, que abriría un gran debate en cual se buscarían culpables o víctimas en lugar de buscar un análisis profundo e imparcial del proceso de conquista y colonización. Efectivamente, los días siguientes a la solicitud del Gobierno mexicano los medios de comunicación se llenaron de acalorados debates en pro o en contra de la petición, todos expresamos nuestra opinión pero perdimos de vista lo que realmente es importante, esto es, lo que implica pedir perdón.

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Pedir perdón por algo que se hizo presupone que lo realizado está mal desde algún punto de vista o desde todos los puntos de vista, pero también implica que solicitar perdón lleva ligado el otorgarlo o negarlo de ahí que lo uno sin los otros no tiene sentido. Otra cuestión es el hecho de que pedir perdón no significa que el daño hecho se repare. Así pues, las peticiones del papa Juan Pablo II por los males causados por la inquisición, o del Gobierno argentino por los desaparecidos durante las dictaduras son más que nada un acto simbólico que no requiere una respuesta y tampoco una reparación de daños; en otras palabras pedir perdón por la conquista de México sería más bien un reconocimiento de los daños que sufrieron nuestros pueblos originarios debido al encuentro de dos sociedades opuestas en el actual territorio mexicano.

El próximo año se conmemora los quinientos años de la caída de Tenochtitlán ante las tropas de Hernán Cortés, enfatizo Tenochtitlán porque en 1521 se desconocían todos los territorios que estaban más allá del territorio dominado por los aztecas. Por consiguiente no se puede señalar 1521 como el año de la conquista de México, ni siquiera de lo que posterior a esa fecha se constituiría como el virreinato de la Nueva España. El triunfo de Hernán Cortés significó un comienzo más que un fin, pues incluso el dominio sobre el territorio controlado previamente por los aztecas fue precario y tuvieron que pasar décadas para que pudiera hablarse de una verdadera consolidación del dominio español en la zona central del actual México, no digamos de otros territorios que fueron conquistados y/o colonizados hasta el siglo XVIII, es decir, en la centuria décimo octava.

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Pedir perdón por algo que se hizo presupone que lo realizado está mal desde algún punto de vista o desde todos los puntos de vista, pero también implica que solicitar perdón lleva ligado el otorgarlo o negarlo de ahí que lo uno sin los otros no tiene sentido. Otra cuestión es el hecho de que pedir perdón no significa que el daño hecho se repare. Así pues, las peticiones del papa Juan Pablo II por los males causados por la inquisición, o del Gobierno argentino por los desaparecidos durante las dictaduras son más que nada un acto simbólico que no requiere una respuesta y tampoco una reparación de daños; en otras palabras pedir perdón por la conquista de México sería más bien un reconocimiento de los daños que sufrieron nuestros pueblos originarios debido al encuentro de dos sociedades opuestas en el actual territorio mexicano.