Al ver como las televisiones han ido evolucionando en los últimos diez años es inevitable pensar que la frase “jamás me hubiera imaginado…” cobra mayor sentido que nunca. A los que conocimos los televisores en blanco y negro, empotrados en un mueble de madera, con cuatro botones: encendido, cambio de canales, estabilizador de imagen y volumen probablemente ni en nuestros más locos sueños hubiéramos imaginado que la televisión llegaría a ser un dispositivo inteligente que lo mismo se maneja con un control retomo que con un celular u otro dispositivo de reconocimiento de voz. Aún más difícil hubiera sido imaginar que existiría la televisión por satélite, que de los dos o tres canales que podíamos ver se pasaría a una gran cantidad de canales especializados en un tipo específico de programación: películas, deportes, noticieros, series de televisión, dibujos animados y un largo etcétera.
Ahora quizá no tenga sentido hablar de una programación balanceada entre programas de entretenimiento, culturales, de noticias… porque en cierta medida el control sobre el diseño de una programación balanceada la tiene el usuario, es él quien decide qué ver, a qué horas y qué día. Si quiere ver noticias lo puede hacer lo mismo a las seis de la mañana que a las tres de la tarde, las ocho de la mañana o a media noche. Lo mismo puede decirse de las series de televisión, se las puede ver a cualquier hora y del tipo que uno prefiera.
Por si todo lo anterior fuera poco, las televisiones inteligentes sirven no sólo como receptoras te programación de televisión abierta o satelital, también sirven como receptoras de Internet y con ello llegó el estallido de las plataformas de entretenimiento, a través de las cuales se puede acceder a un contenido programático ingente que va de series a películas, documentales, comedias por decir algo. A parte de la gran variedad de temas y formatos, las plataformas de entretenimientos nos ofrecen lo que antes no teníamos al alcance, programas de otros países como Turquía, Islandia, Suecia, Gran Bretaña, Corea, Polonia, Rusia, España, Argentina, etc.
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A pesar de las ventajas anteriores, la nueva televisión nos quitó un elemento de sociabilidad. Antes la limitación de canales y programación hacía posible entablar conversación acerca de un programa que todes habíamos visto: se analizaba, se discutía, se destacaban detalles que unos recordaban y otros no. Ahora lo más que se puede decir es “te recomiendo este programa”.
