/ martes 21 de enero de 2020

Un ciudadano pensó | Ahora resulta que lo bueno… es malo

Cuando hablamos de lo que es verdad y de lo que es mentira, nunca nos ponemos de acuerdo. Cada persona en este planeta se cree poseedor de la verdad, pero el problema es que esa verdad tan sólo es una percepción, una interpretación de lo que sucede cerca o tal vez lejos de la persona. Antes acostumbraba creer en que los medios de comunicación decían, advertían o comentaban respecto a diferentes sucesos y personas. Pero el haber estudiado comunicación y colaborado en medios me abrió los ojos en tiempos en que la gente creía sin ningún reparo al 100% en todo lo que informaban todos los medios de comunicación masiva.

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Recuerdo que yo creía que los gringos eran en realidad los salvadores de la humanidad y un ejemplo a seguir por todas las naciones del planeta y hoy día, no puedo creer que tan inocente visión del mundo tenía. En los últimos 20 años, todos los que eran héroes resultaron villanos, mientras que todos los que eran santos resultó que eran demonios. La verdad de los años 80 para atrás, resulta que hoy día es pura mentira… más de la mitad de mi vida estuvo compuesta de una colosal mentira.

Ahora, poniendo todo en la apuesta, gobiernos e instituciones nos quieren convencer de que lo que por milenios se ha considerado bueno y correcto, que es malo e incluso quieren legislar contra de lo bueno y castigar a quien no cumpla con la “ley”. Desgraciadamente, los que van llegando al escenario, los jóvenes, carecen de la información de lo que los que ya estamos más entraditos en años, sí tenemos y, o no queremos comunicárselas, nos da flojera o simplemente nos vale madre, porque si a nosotros nos costó mucho trabajo aprenderlo, que les cueste a ellos también… eso, más la mayoría que nunca se dio por enterada.

La mentalidad entre generaciones está cada vez más alejada una de la que le sigue y también de la que le antecede… Nos estamos convirtiendo en generaciones sin nada en común entre sí.

Primero se desintegró a la familia alejando a los hijos de sus padres, después separaron al hombre de la mujer y con la velocidad de los cambios, las modas y las tecnologías, están alejando totalmente a una generación de las otras. La sociedad está o quieren que deje de ser una sociedad para convertir a la humanidad en una multitud sin forma, sin identidad, sin cultura o idioma, de seres completamente solos entre la muchedumbre. Mientras el siguiente paso que lleva más tiempo que todos los anteriores sigue en proceso, que es el ataque a la espiritualidad del ser humano.

Nunca debemos olvidar que todos tenemos en realidad, un pequeño trozo de la verdad y que, por lo mismo, nos necesitamos unos a otros para unir esos pedazos y juntos descubrir cuál es la verdad, misma que es la que nos une y nos hace hermanos en todo el planeta. Vivimos el auge de los demonios, que, disfrazados de gente sofisticada, elegante y educada, comercializan la muerte, industrializan la degradación de menores, mientras dicen trabajar por nosotros y darnos un mundo mejor… y después de esto, nos esconden la cura y nos dan algo que nos quite el dolor un poco y que nos enferma más.

¿Nos podemos librar de ellos? Claro, el antídoto es quitarnos la ignorancia y aprender a escuchar como a la antigua a los viejos que aparte de más conocimientos reúnen la experiencia, cosa que los jóvenes, por más que estudien y lean, no la podrán adquirir… sólo viviéndola o escuchando de quien la vivió.

La humanidad requiere urgentemente redescubrir el conocimiento espiritual de las antiguas culturas y con espiritualidad no me estoy refiriendo a las religiones.

Cuando hablamos de lo que es verdad y de lo que es mentira, nunca nos ponemos de acuerdo. Cada persona en este planeta se cree poseedor de la verdad, pero el problema es que esa verdad tan sólo es una percepción, una interpretación de lo que sucede cerca o tal vez lejos de la persona. Antes acostumbraba creer en que los medios de comunicación decían, advertían o comentaban respecto a diferentes sucesos y personas. Pero el haber estudiado comunicación y colaborado en medios me abrió los ojos en tiempos en que la gente creía sin ningún reparo al 100% en todo lo que informaban todos los medios de comunicación masiva.

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Ahora, poniendo todo en la apuesta, gobiernos e instituciones nos quieren convencer de que lo que por milenios se ha considerado bueno y correcto, que es malo e incluso quieren legislar contra de lo bueno y castigar a quien no cumpla con la “ley”. Desgraciadamente, los que van llegando al escenario, los jóvenes, carecen de la información de lo que los que ya estamos más entraditos en años, sí tenemos y, o no queremos comunicárselas, nos da flojera o simplemente nos vale madre, porque si a nosotros nos costó mucho trabajo aprenderlo, que les cueste a ellos también… eso, más la mayoría que nunca se dio por enterada.

La mentalidad entre generaciones está cada vez más alejada una de la que le sigue y también de la que le antecede… Nos estamos convirtiendo en generaciones sin nada en común entre sí.

Primero se desintegró a la familia alejando a los hijos de sus padres, después separaron al hombre de la mujer y con la velocidad de los cambios, las modas y las tecnologías, están alejando totalmente a una generación de las otras. La sociedad está o quieren que deje de ser una sociedad para convertir a la humanidad en una multitud sin forma, sin identidad, sin cultura o idioma, de seres completamente solos entre la muchedumbre. Mientras el siguiente paso que lleva más tiempo que todos los anteriores sigue en proceso, que es el ataque a la espiritualidad del ser humano.

Nunca debemos olvidar que todos tenemos en realidad, un pequeño trozo de la verdad y que, por lo mismo, nos necesitamos unos a otros para unir esos pedazos y juntos descubrir cuál es la verdad, misma que es la que nos une y nos hace hermanos en todo el planeta. Vivimos el auge de los demonios, que, disfrazados de gente sofisticada, elegante y educada, comercializan la muerte, industrializan la degradación de menores, mientras dicen trabajar por nosotros y darnos un mundo mejor… y después de esto, nos esconden la cura y nos dan algo que nos quite el dolor un poco y que nos enferma más.

¿Nos podemos librar de ellos? Claro, el antídoto es quitarnos la ignorancia y aprender a escuchar como a la antigua a los viejos que aparte de más conocimientos reúnen la experiencia, cosa que los jóvenes, por más que estudien y lean, no la podrán adquirir… sólo viviéndola o escuchando de quien la vivió.

La humanidad requiere urgentemente redescubrir el conocimiento espiritual de las antiguas culturas y con espiritualidad no me estoy refiriendo a las religiones.