/ lunes 24 de enero de 2022

Un ciudadano pensó | Discriminar… Una costumbre muy nuestra

¡Yo no discrimino a nadie! Seguramente es lo que estás pensando ¿verdad? Si lo haces, lo haces todos los días y a todas horas. Discriminamos personas, animales, cosas, ideas, sentimientos… Es más, nos discriminamos diariamente a nosotros mismos. ¿Estoy equivocado? Eso es lo que quiero analizar aquí en estas letras.

Primeramente, debemos considerar que el mundo mental que tenemos, se construyó desde que nacimos, con los conocimientos, la ignorancia, los traumas, los gustos, los aciertos y errores, los miedos, las creencias, etc. de las personas que nos criaron desde bebés. Sean estos, padres, abuelos, tutores, así como las personas cercanas a nuestro núcleo familiar. Además, debemos tomar en cuenta la cultura donde nacimos y qué información nos está llegando continuamente desde otras culturas, por ejemplo, la sociedad mexicana se encuentra muy permeada por la cultura de Gringolandia y esta transculturización es más fuerte para las personas que viven cerca de la frontera y va disminuyendo al crecer la distancia de esta.

¿A qué voy con todo esto? Voy a que la mayor parte de tu pensamiento y forma en que usas este pensamiento, no es tuyo. Mantén esto pendiente.

Discriminamos (volviendo al tema) a otras personas, no sólo por racismo que es la forma de discriminación más publicitada junto con la de género. Pero quienes no son racistas y no tienen nada contra la cuestión de género, creen que por eso ya no discriminan y no es cierto. Se discrimina por la forma de vestir, por la forma de pensar, por la preferencia política, por su falta de “belleza”, por discapacidades en todas sus formas, también por tener la apariencia de estar discapacitado, pero no serlo. También discriminamos por las creencias religiosas o la falta de éstas, por la dieta de los demás ¿eres vegetariano, vegano o eres carnívoro asesino? Sobre todo, las formas de discriminación a la que inducen a las personas los medios de comunicación con sus campañas de supuesta concientización de ciertos temas y que sólo vienen a crear división social por diseño.

Discriminación por consumo y uso de productos y marcas… ¿Eres Android o iOS (sistema de Iphone)?, y un etcétera muy largo… ¿Dónde haces las compras de comida de tu casa? ¿Dónde tomas el café con tus amigos? ¿Qué carro tienes? ¿Es del año? En fin, creo que queda claro el punto.

Las formas de discriminación que aprendimos de nuestros padres… (Me acordé de la forma de discriminación y división más nueva, el lenguaje inclusivo) y demás personas con las que hemos convivido, las vemos como “lo acostumbrado”, “lo normal”, (y queremos regresar a “la normalidad”). Sin darnos cuenta, en vez de ser una sociedad que lo que vea normal sea el respeto, tenemos como costumbre lo opuesto al respeto, nuestra tradición es discriminar todo y a todos los que difieran de nosotros en mayor o menor medida en casi cualquier aspecto de nuestras vidas.

Estamos programados para discriminar y desde hace casi dos años se inició el nuevo esquema de vacunación, perdón, programación y ya se empieza a querer “normalizar” la satanización de quienes no quieren inocularse la venuna (Combinación de las palabras Vacuna y Veneno = Venuna, mi aportación al idioma español), podemos seguir y seguir agregando tipos de discriminaciones en las que, así como participamos discriminando, participamos siendo discriminados.

Pero la peor de todas las discriminaciones de las que todos somos víctimas es la Autodiscriminación y ésta va unida, soldada a nuestra baja autoestima. Ejemplo: cuando a pesar de que alguien nos invita a una reunión, no vamos porque pensamos que “No les voy a caer bien, no tengo ropa como la que usan ellos, ellos saben más que yo, estoy gordo, estoy feo, se van a burlar, mejor pongo un pretexto y no voy…”.

Entonces… Volviendo a que la mayor parte de tu pensamiento y forma en que usas este pensamiento, no es tuyo, porque está mayormente conformado por generaciones y generaciones de las formas de pensar, sentir y sufrir este mundo de las personas que conviven y convivieron contigo desde que naciste, más las que te antecedieron y que fueron quienes educaron a quienes te educaron a ti. Entonces cabe la pregunta ¿Ya me jodí? Y la respuesta es no. ¿Es posible cambiar y mejorar la programación que me hicieron? Y la respuesta es sí.

Nuestra mente es muy flexible, muy moldeable y debemos entender que nuestra mente es una herramienta que usamos para esta parte de la realidad en la que vivimos. Luego entonces, debemos detectar cuál es la información que debemos ir borrando y anulando de nuestra mente y conciencia sobreescribiendo la nueva información que deseamos que sea parte de nuestra nueva forma de ver y sentir el mundo. Cambiando nuestra programación cambiamos la forma en que percibimos el mundo. El primer paso para mejorarnos es aprender a no discriminar a nadie, empezando por nosotros, aceptando lo que somos y después aceptar como son los demás.

El aprendizaje que existe detrás de todo y de todos aquellos que hemos discriminado es enorme… Cuando aprendemos a reconocer los aprendizajes en las personas con las que entramos en contacto y el aprendizaje en los “problemas” que vivimos, las penas de las pérdidas, etc. empiezas a entender que en todo lo que nos sucede, existe un porqué y un objetivo, no es en vano nada de lo que hemos vivido, estamos viviendo y vamos a vivir.

Discriminar es igual a alejar de ti la felicidad plena, en cambio, la aceptación y comprensión de ti mismo y del otro, te abre puertas a conocimientos, sentimientos y sensaciones de felicidad que nunca has vivido… Repito empezando por no discriminarte tú, primero. Se inicia yendo hacia dentro de uno para autoconocernos y lo demás será reflejo de esa exploración de tú universo interno.

Llegamos al tiempo en que debemos de cambiarnos internamente y hacer que el respeto, la valoración y comprensión… Sean unas costumbres muy nuestras.

¡Yo no discrimino a nadie! Seguramente es lo que estás pensando ¿verdad? Si lo haces, lo haces todos los días y a todas horas. Discriminamos personas, animales, cosas, ideas, sentimientos… Es más, nos discriminamos diariamente a nosotros mismos. ¿Estoy equivocado? Eso es lo que quiero analizar aquí en estas letras.

Primeramente, debemos considerar que el mundo mental que tenemos, se construyó desde que nacimos, con los conocimientos, la ignorancia, los traumas, los gustos, los aciertos y errores, los miedos, las creencias, etc. de las personas que nos criaron desde bebés. Sean estos, padres, abuelos, tutores, así como las personas cercanas a nuestro núcleo familiar. Además, debemos tomar en cuenta la cultura donde nacimos y qué información nos está llegando continuamente desde otras culturas, por ejemplo, la sociedad mexicana se encuentra muy permeada por la cultura de Gringolandia y esta transculturización es más fuerte para las personas que viven cerca de la frontera y va disminuyendo al crecer la distancia de esta.

¿A qué voy con todo esto? Voy a que la mayor parte de tu pensamiento y forma en que usas este pensamiento, no es tuyo. Mantén esto pendiente.

Discriminamos (volviendo al tema) a otras personas, no sólo por racismo que es la forma de discriminación más publicitada junto con la de género. Pero quienes no son racistas y no tienen nada contra la cuestión de género, creen que por eso ya no discriminan y no es cierto. Se discrimina por la forma de vestir, por la forma de pensar, por la preferencia política, por su falta de “belleza”, por discapacidades en todas sus formas, también por tener la apariencia de estar discapacitado, pero no serlo. También discriminamos por las creencias religiosas o la falta de éstas, por la dieta de los demás ¿eres vegetariano, vegano o eres carnívoro asesino? Sobre todo, las formas de discriminación a la que inducen a las personas los medios de comunicación con sus campañas de supuesta concientización de ciertos temas y que sólo vienen a crear división social por diseño.

Discriminación por consumo y uso de productos y marcas… ¿Eres Android o iOS (sistema de Iphone)?, y un etcétera muy largo… ¿Dónde haces las compras de comida de tu casa? ¿Dónde tomas el café con tus amigos? ¿Qué carro tienes? ¿Es del año? En fin, creo que queda claro el punto.

Las formas de discriminación que aprendimos de nuestros padres… (Me acordé de la forma de discriminación y división más nueva, el lenguaje inclusivo) y demás personas con las que hemos convivido, las vemos como “lo acostumbrado”, “lo normal”, (y queremos regresar a “la normalidad”). Sin darnos cuenta, en vez de ser una sociedad que lo que vea normal sea el respeto, tenemos como costumbre lo opuesto al respeto, nuestra tradición es discriminar todo y a todos los que difieran de nosotros en mayor o menor medida en casi cualquier aspecto de nuestras vidas.

Estamos programados para discriminar y desde hace casi dos años se inició el nuevo esquema de vacunación, perdón, programación y ya se empieza a querer “normalizar” la satanización de quienes no quieren inocularse la venuna (Combinación de las palabras Vacuna y Veneno = Venuna, mi aportación al idioma español), podemos seguir y seguir agregando tipos de discriminaciones en las que, así como participamos discriminando, participamos siendo discriminados.

Pero la peor de todas las discriminaciones de las que todos somos víctimas es la Autodiscriminación y ésta va unida, soldada a nuestra baja autoestima. Ejemplo: cuando a pesar de que alguien nos invita a una reunión, no vamos porque pensamos que “No les voy a caer bien, no tengo ropa como la que usan ellos, ellos saben más que yo, estoy gordo, estoy feo, se van a burlar, mejor pongo un pretexto y no voy…”.

Entonces… Volviendo a que la mayor parte de tu pensamiento y forma en que usas este pensamiento, no es tuyo, porque está mayormente conformado por generaciones y generaciones de las formas de pensar, sentir y sufrir este mundo de las personas que conviven y convivieron contigo desde que naciste, más las que te antecedieron y que fueron quienes educaron a quienes te educaron a ti. Entonces cabe la pregunta ¿Ya me jodí? Y la respuesta es no. ¿Es posible cambiar y mejorar la programación que me hicieron? Y la respuesta es sí.

Nuestra mente es muy flexible, muy moldeable y debemos entender que nuestra mente es una herramienta que usamos para esta parte de la realidad en la que vivimos. Luego entonces, debemos detectar cuál es la información que debemos ir borrando y anulando de nuestra mente y conciencia sobreescribiendo la nueva información que deseamos que sea parte de nuestra nueva forma de ver y sentir el mundo. Cambiando nuestra programación cambiamos la forma en que percibimos el mundo. El primer paso para mejorarnos es aprender a no discriminar a nadie, empezando por nosotros, aceptando lo que somos y después aceptar como son los demás.

El aprendizaje que existe detrás de todo y de todos aquellos que hemos discriminado es enorme… Cuando aprendemos a reconocer los aprendizajes en las personas con las que entramos en contacto y el aprendizaje en los “problemas” que vivimos, las penas de las pérdidas, etc. empiezas a entender que en todo lo que nos sucede, existe un porqué y un objetivo, no es en vano nada de lo que hemos vivido, estamos viviendo y vamos a vivir.

Discriminar es igual a alejar de ti la felicidad plena, en cambio, la aceptación y comprensión de ti mismo y del otro, te abre puertas a conocimientos, sentimientos y sensaciones de felicidad que nunca has vivido… Repito empezando por no discriminarte tú, primero. Se inicia yendo hacia dentro de uno para autoconocernos y lo demás será reflejo de esa exploración de tú universo interno.

Llegamos al tiempo en que debemos de cambiarnos internamente y hacer que el respeto, la valoración y comprensión… Sean unas costumbres muy nuestras.