/ martes 10 de mayo de 2022

Un ciudadano pensó | El hambre emocional...

Existen diversos tipos de "hambres", el hambre física, el hambre intelectual y el hambre emocional. Se confunden, porque muchas veces, el hambre emocional arrastra al hambre física. Podemos decir que de los diferentes cuerpos que nos componen: El cuerpo emocional, el mental y el físico, tenemos demandas o necesidades energéticas. Hay una parte de la energía que obtenemos desde fuera, por ejemplo, lo que saciaría el hambre intelectual sería la curiosidad de conocimiento, transformándose en una avidez e incluso una obsesión de adquirir conocimiento, de igual manera la avidez emocional, también te lleva a necesitar de sensaciones apaciguadoras o sensaciones de plenitud, normalmente cuando hay un vacío muy fuerte, requerimos de experiencias que nos lo llenen, porque nos notamos vacíos internamente.

A veces, cuando no podemos llenar ese vacío emocional, recurrimos, por lo menos, a la satisfacción física. Porque ya que no podemos ni con la emoción, ni con la mente, es cuando asaltamos el refrigerador y algo de dopamina se genera, algo se apacigua, algo nos relaja, aunque no se consigue llenar ese vacío interno, por lo menos conseguimos un apaciguamiento momentáneo, conseguimos un alivio. Y eso es básicamente el hambre emocional, una necesidad que se genera en un nivel y al no poder ser satisfecha desde ese nivel, recurrimos a otro nivel más fácil y más operativo para intentar paliar esa demanda.

Si tienes mucha ansiedad, es un problema psicológico-emocional, es decir, está en el ámbito de lo sutil (emociones, pensamientos) no en el ámbito de lo denso (Necesidades del cuerpo físico), aunque luego físicamente, luego te encuentres sin energía, eso es la consecuencia de una mala gestión en los otros niveles sutiles. Momentáneamente, se puede hacer algo en lo físico para calmar momentáneamente la ansiedad, pero en realidad no estamos solucionando la descompensación energética, porque esta, tiene su causa en los niveles sutiles.

Lo que muchas personas desconocen, es que la base de su estructura espiritual, mental y física es la autoestima. Si tenemos una herida a nivel emocional, ésta nos genera un vacío, ¿qué nos llena ese vacío? Generalmente es afecto. Si tú no eres capaz de proporcionarte un mínimo de afecto, vas a requerir que ese afecto te llegue de fuera. Claro, es mucho más complicado que te llegue afecto de fuera a que te llegue de ti mismo y si no te llega de ti mismo, el vacío es enorme. Y claro, vamos a estar todo el tiempo al pendiente de que alguien esté al pendiente de nosotros, de que alguien mire lo buenos que somos, lo magníficos que somos... Es agotador. Además, no siempre nos van a dar la atención a como lo necesitamos. Por eso la autoestima sería la medida básica para darnos un afecto mínimo, uno mismo. Y con esto no digo que con esto debamos vivir siempre así, pero sirve como una base o cimiento sobre el que se construyen relaciones con los demás, más sanas que proveerán armónicamente con esa base de autoestima, de la energía emocional suficiente para estar equilibrado energéticamente.

Por esto, es muy importante que nos queramos a nosotros mismos, del mismo modo como quieres a un hijo, al que con sus virtudes y defectos le quieres igual. Debemos hacer lo mínimo posible para apoyarnos y respaldarnos a nosotros mismos, es decir, no debemos odiarnos, ni referirnos mal de nosotros mismos, bajo ninguna circunstancia.

Muchas personas tienen un diálogo interno espantoso, se automaltratan, como nunca tratarían a su mejor amigo. O sea, cuando tus emociones están distorsionadas, su diálogo interno también, por lo tanto, el cuerpo físico también se ve afectado negativamente. Todo va en cadena. Cuando una persona está emocionalmente mal, su discurso no es lógico, ni siquiera con sus propias premisas, es incoherente con sus propios valores, aquellos que la propia persona defiende, muestra y manifiesta cuando se encuentra serena o incluso cuando aconseja a otra persona.

La mayor parte de los principios y valores que nos conforman internamente fueron una implantación social y estos conviven con los principios y valores que en realidad son nuestros. En la mayoría de las ocasiones, nuestros propios valores entran en conflicto con lo que nos enseñaron o adoctrinaron socialmente desde la familia, escuela y relaciones sociales. En gran medida, esto es el principal factor de desequilibrio mental y sobre todo emocional en las personas.

El principal problema al que todos nos enfrentamos en mayor o menor medida, es el hambre emocional, que inútilmente tratamos de saciar con comida, alcohol, drogas y asociación con personas que están igual o incluso más desequilibradas emocionalmente, pensando que al sufrir la misma hambre emocional... Ellos nos comprenden. Pero sólo son más personas perdidas a nuestro lado en el laberinto del hambre emocional.

Por eso, se dice, la respuesta no está fuera de ti, sino dentro. En una autoestima sana, es decir, reconociendo que valemos y mucho, que tenemos cualidades únicas que debemos reconocernos, y aunque ayuda que otros lo reconozcan, no fincar nuestro amor propio en el opinar y sentir de otros.

El tema es muy amplio, esto sólo es un bosquejo. Por cierto... Feliz Día de las Madres. 1 C P

Existen diversos tipos de "hambres", el hambre física, el hambre intelectual y el hambre emocional. Se confunden, porque muchas veces, el hambre emocional arrastra al hambre física. Podemos decir que de los diferentes cuerpos que nos componen: El cuerpo emocional, el mental y el físico, tenemos demandas o necesidades energéticas. Hay una parte de la energía que obtenemos desde fuera, por ejemplo, lo que saciaría el hambre intelectual sería la curiosidad de conocimiento, transformándose en una avidez e incluso una obsesión de adquirir conocimiento, de igual manera la avidez emocional, también te lleva a necesitar de sensaciones apaciguadoras o sensaciones de plenitud, normalmente cuando hay un vacío muy fuerte, requerimos de experiencias que nos lo llenen, porque nos notamos vacíos internamente.

A veces, cuando no podemos llenar ese vacío emocional, recurrimos, por lo menos, a la satisfacción física. Porque ya que no podemos ni con la emoción, ni con la mente, es cuando asaltamos el refrigerador y algo de dopamina se genera, algo se apacigua, algo nos relaja, aunque no se consigue llenar ese vacío interno, por lo menos conseguimos un apaciguamiento momentáneo, conseguimos un alivio. Y eso es básicamente el hambre emocional, una necesidad que se genera en un nivel y al no poder ser satisfecha desde ese nivel, recurrimos a otro nivel más fácil y más operativo para intentar paliar esa demanda.

Si tienes mucha ansiedad, es un problema psicológico-emocional, es decir, está en el ámbito de lo sutil (emociones, pensamientos) no en el ámbito de lo denso (Necesidades del cuerpo físico), aunque luego físicamente, luego te encuentres sin energía, eso es la consecuencia de una mala gestión en los otros niveles sutiles. Momentáneamente, se puede hacer algo en lo físico para calmar momentáneamente la ansiedad, pero en realidad no estamos solucionando la descompensación energética, porque esta, tiene su causa en los niveles sutiles.

Lo que muchas personas desconocen, es que la base de su estructura espiritual, mental y física es la autoestima. Si tenemos una herida a nivel emocional, ésta nos genera un vacío, ¿qué nos llena ese vacío? Generalmente es afecto. Si tú no eres capaz de proporcionarte un mínimo de afecto, vas a requerir que ese afecto te llegue de fuera. Claro, es mucho más complicado que te llegue afecto de fuera a que te llegue de ti mismo y si no te llega de ti mismo, el vacío es enorme. Y claro, vamos a estar todo el tiempo al pendiente de que alguien esté al pendiente de nosotros, de que alguien mire lo buenos que somos, lo magníficos que somos... Es agotador. Además, no siempre nos van a dar la atención a como lo necesitamos. Por eso la autoestima sería la medida básica para darnos un afecto mínimo, uno mismo. Y con esto no digo que con esto debamos vivir siempre así, pero sirve como una base o cimiento sobre el que se construyen relaciones con los demás, más sanas que proveerán armónicamente con esa base de autoestima, de la energía emocional suficiente para estar equilibrado energéticamente.

Por esto, es muy importante que nos queramos a nosotros mismos, del mismo modo como quieres a un hijo, al que con sus virtudes y defectos le quieres igual. Debemos hacer lo mínimo posible para apoyarnos y respaldarnos a nosotros mismos, es decir, no debemos odiarnos, ni referirnos mal de nosotros mismos, bajo ninguna circunstancia.

Muchas personas tienen un diálogo interno espantoso, se automaltratan, como nunca tratarían a su mejor amigo. O sea, cuando tus emociones están distorsionadas, su diálogo interno también, por lo tanto, el cuerpo físico también se ve afectado negativamente. Todo va en cadena. Cuando una persona está emocionalmente mal, su discurso no es lógico, ni siquiera con sus propias premisas, es incoherente con sus propios valores, aquellos que la propia persona defiende, muestra y manifiesta cuando se encuentra serena o incluso cuando aconseja a otra persona.

La mayor parte de los principios y valores que nos conforman internamente fueron una implantación social y estos conviven con los principios y valores que en realidad son nuestros. En la mayoría de las ocasiones, nuestros propios valores entran en conflicto con lo que nos enseñaron o adoctrinaron socialmente desde la familia, escuela y relaciones sociales. En gran medida, esto es el principal factor de desequilibrio mental y sobre todo emocional en las personas.

El principal problema al que todos nos enfrentamos en mayor o menor medida, es el hambre emocional, que inútilmente tratamos de saciar con comida, alcohol, drogas y asociación con personas que están igual o incluso más desequilibradas emocionalmente, pensando que al sufrir la misma hambre emocional... Ellos nos comprenden. Pero sólo son más personas perdidas a nuestro lado en el laberinto del hambre emocional.

Por eso, se dice, la respuesta no está fuera de ti, sino dentro. En una autoestima sana, es decir, reconociendo que valemos y mucho, que tenemos cualidades únicas que debemos reconocernos, y aunque ayuda que otros lo reconozcan, no fincar nuestro amor propio en el opinar y sentir de otros.

El tema es muy amplio, esto sólo es un bosquejo. Por cierto... Feliz Día de las Madres. 1 C P