/ martes 4 de febrero de 2020

Un ciudadano pensó | Fotografía, testigo de la vida de tantos

A 10 años de haber iniciado la aventura de dejar la “seguridad” del sueldo quincenal, para convertir mi hobbie o más bien mi pasión, en mi forma de sustento. Fue la mejor decisión que he tomado.

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En el transcurso de este tiempo, me parecían muy poco el número de personas que nos han permitido ser parte de su historia, sin embargo, atendimos varias generaciones escolares en diferentes colegios, innumerables bautizos, piñatas, quince años, bodas, aniversarios, inauguraciones, eventos artísticos, pasarelas de moda, sucesos periodísticos y también nos tocó ser parte de la tristeza de alguien que perdió a un ser querido. No tenía idea de cuánta gente nos permitió formar parte de la historia de sus vidas, en los momentos más sublimes. No sólo ha sido tomar fotos, sino que se convirtió en compartir felicidades y algo de tristezas.

Soy muy empático y me es imposible, no conmoverme cuando un padre recibe a su hija a la vida y al siguiente suspiro… la entrega en el altar. Ver cómo una niña florece en mujer mientras veo a través del lente, la ilusión desbordarse en sus ojos durante su festejo de quince años. La emoción en las miradas de unos novios al salir de la iglesia, mientras otras veces atestiguo el cariño de abuelos emocionados con sus nietos. En fin, esta profesión que inicio como un entretenimiento, me ha brindado no sólo sustento para mí y mi familia, sino la oportunidad de ser testigo y de dejar recuerdos invaluables en tantísimas personas y sus familias. Un verdadero honor.

Tuve la suerte de tener como maestro al fotógrafo Alberto Herrera, quien nos dio dos semestres de Fotografía, mientras estudiaba la carrera de licenciado en Ciencias de la Comunicación y después, el tercer semestre, por el profesor David Eduardo Hernández.

Recuerdo la emoción que sentía el primer día de las clases de fotografía, llegué con mi cámara listo para capturar imágenes… Pero, el profesor empezó la clase con Teoría de la imagen, la semana siguiente, fotocomposición, el descubrimiento de las líneas áuricas por los griegos hace como 3 mil años y las semanas pasaban y pasaban y aún no podíamos tocar una cámara, no habíamos tomado ni media foto. Obviamente le pregunté a mi maestro Alberto Herrera cuándo “jijos” íbamos a entrar realmente en materia. “Hay muchísimas cosas que debes aprender antes de tocar el disparador de tu cámara” —Me dijo Alberto Herrera con risa burlona, pero de alguna manera te daba a entender que era muy en serio— Ya han pasado 30 años más o menos de esas clases y debo de reconocerle a mi maestro cuánta razón tenía.

Tomar una foto no es sólo oprimir el disparador de la cámara o dar click en el celular. Es imaginar en la mente lo que queremos obtener, qué mensaje debe de transmitir esa foto o mejor y principalmente, qué sentimiento debe provocar la imagen en quien la vea. Cuando ves una foto que te parece espectacular, no sabes que se tomaron tal vez mil fotos y esa es la única que capturó esa centésima de segundo mágico de la vida de alguien. ¿A poco no es emocionante? Tenemos el poder de capturar pedacitos de tiempo de la vida de alguien y son tan mágicos que la persona se irá de este mundo y sus fotos se quedarán como testigos de la existencia y vida de esa persona, de sus sentimientos, sus pasiones, su historia.

Amo la fotografía y cada vez que puedo trato de hacer fotografía artística, también me gusta mucho tomarles fotos a desconocidos haciendo su día a día. La vida es tan efímera que quisiera tomarle fotos a todo, amaneceres, atardeceres, flores, niños, ancianos, mujeres, hombres, animales, objetos… hay tanta belleza en este mundo.

Gustavo Tena H. Fotógrafo profesional y ciudadano.

ciudadanopensó@gmx.es

A 10 años de haber iniciado la aventura de dejar la “seguridad” del sueldo quincenal, para convertir mi hobbie o más bien mi pasión, en mi forma de sustento. Fue la mejor decisión que he tomado.

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En el transcurso de este tiempo, me parecían muy poco el número de personas que nos han permitido ser parte de su historia, sin embargo, atendimos varias generaciones escolares en diferentes colegios, innumerables bautizos, piñatas, quince años, bodas, aniversarios, inauguraciones, eventos artísticos, pasarelas de moda, sucesos periodísticos y también nos tocó ser parte de la tristeza de alguien que perdió a un ser querido. No tenía idea de cuánta gente nos permitió formar parte de la historia de sus vidas, en los momentos más sublimes. No sólo ha sido tomar fotos, sino que se convirtió en compartir felicidades y algo de tristezas.

Soy muy empático y me es imposible, no conmoverme cuando un padre recibe a su hija a la vida y al siguiente suspiro… la entrega en el altar. Ver cómo una niña florece en mujer mientras veo a través del lente, la ilusión desbordarse en sus ojos durante su festejo de quince años. La emoción en las miradas de unos novios al salir de la iglesia, mientras otras veces atestiguo el cariño de abuelos emocionados con sus nietos. En fin, esta profesión que inicio como un entretenimiento, me ha brindado no sólo sustento para mí y mi familia, sino la oportunidad de ser testigo y de dejar recuerdos invaluables en tantísimas personas y sus familias. Un verdadero honor.

Tuve la suerte de tener como maestro al fotógrafo Alberto Herrera, quien nos dio dos semestres de Fotografía, mientras estudiaba la carrera de licenciado en Ciencias de la Comunicación y después, el tercer semestre, por el profesor David Eduardo Hernández.

Recuerdo la emoción que sentía el primer día de las clases de fotografía, llegué con mi cámara listo para capturar imágenes… Pero, el profesor empezó la clase con Teoría de la imagen, la semana siguiente, fotocomposición, el descubrimiento de las líneas áuricas por los griegos hace como 3 mil años y las semanas pasaban y pasaban y aún no podíamos tocar una cámara, no habíamos tomado ni media foto. Obviamente le pregunté a mi maestro Alberto Herrera cuándo “jijos” íbamos a entrar realmente en materia. “Hay muchísimas cosas que debes aprender antes de tocar el disparador de tu cámara” —Me dijo Alberto Herrera con risa burlona, pero de alguna manera te daba a entender que era muy en serio— Ya han pasado 30 años más o menos de esas clases y debo de reconocerle a mi maestro cuánta razón tenía.

Tomar una foto no es sólo oprimir el disparador de la cámara o dar click en el celular. Es imaginar en la mente lo que queremos obtener, qué mensaje debe de transmitir esa foto o mejor y principalmente, qué sentimiento debe provocar la imagen en quien la vea. Cuando ves una foto que te parece espectacular, no sabes que se tomaron tal vez mil fotos y esa es la única que capturó esa centésima de segundo mágico de la vida de alguien. ¿A poco no es emocionante? Tenemos el poder de capturar pedacitos de tiempo de la vida de alguien y son tan mágicos que la persona se irá de este mundo y sus fotos se quedarán como testigos de la existencia y vida de esa persona, de sus sentimientos, sus pasiones, su historia.

Amo la fotografía y cada vez que puedo trato de hacer fotografía artística, también me gusta mucho tomarles fotos a desconocidos haciendo su día a día. La vida es tan efímera que quisiera tomarle fotos a todo, amaneceres, atardeceres, flores, niños, ancianos, mujeres, hombres, animales, objetos… hay tanta belleza en este mundo.

Gustavo Tena H. Fotógrafo profesional y ciudadano.

ciudadanopensó@gmx.es