/ martes 9 de agosto de 2022

Un ciudadano pensó | La primera vez que me acerqué a la muerte…

Cada día me despertaba siempre pensando en qué novedad me iba a encontrar, qué descubrimiento iba a hacer, la vida era una aventura genial (y aún lo es). Cuando eres niño, el nivel de expectativa, de asombro, emoción. es altísimo. Cualquier novedad es genial. Por esos tiempos, alrededor de los tres o cuatro años de edad, había notado el árbol navideño que pusieron mis papás para festejar la Navidad… Como cada año durante toooodaaa mi vida (cuatro años). Y lógicamente le quise presumir nuestro enorme y fabuloso árbol a un vecinito, que creo que era un año menor a mí (tres años más o menos). Conecté la extensión eléctrica según observé que lo hacía mi padre. Mi madre, ignorante de mis acciones presuntuosas, atendía sus plantas en el patio trasero o limpiaba el patio, realmente no lo sé.

Mi vecinito, de quien no recuerdo su nombre y que creo nunca más volví a ver, miraba asombrado las luces rojas que adornaban aquel árbol de tiritas plateadas y brillantes como si viera a unos aliens descender de un platillo volador. Obviamente yo estaba totalmente satisfecho con su rostro de sorpresa. Terminé la exhibición contento por haber logrado mi objetivo de vida de ese día e intenté desconectar la extensión eléctrica, pero no podía. Con mis dos manitas infantiles simplemente no podía lograr desconectar aquellas dos extensiones eléctricas. Por lo que se me ocurrió la genial idea de usar la gran fuerza de mis mandíbulas más mis brazos… Seguro, así lograría desconectar la electricidad que iluminaba mi genial árbol navideño. Coloqué los extremos de las extensiones enchufados en mi boca y mordí fuerte… Puuummm, me empecé a estremecer mientras sentía un tremendo hormigueo en la parte derecha de mi labio inferior, casi en la comisura de mi boca. Yo no entendía qué me estaba pasando, vaya no sabía qué era electrocutarse y lo estaba experimentando.

Obviamente me dominó el pánico y quería quitarme aquello de mi boca, pero se había pegado más fuerte que lo que quería desconectar. Entonces empecé a arrastrarme de espaldas intentando alejarme de ese árbol diabólico (Ja no sabía). Pero aún en esa situación que me asustaba tremendamente, noté que no sentía dolor, sólo sentía el tremendo hormigueo en el labio inferior y también sentía cómo mi cuerpo se sacudía por los 110 voltios que me recorrían completo y seguía luchando por arrastrarme alejándome de ahí, mientras luchaba contra aquello que me pasaba y no entendía, ponía atención en lo que veía con mis ojos. Desde el momento mismo en que empecé a recibir la descarga, mi vista dejó de ver lo que me rodeaba y empecé a ver cómo desde un punto en el centro de mi campo de visión, nacían círculos blancos y azules que crecían hasta salirse del campo de visión. El perímetro de cada círculo era ondulado… Uno blanco seguido de uno azul y este a su vez seguido de uno blanco. Me gustaba cómo se veía aquello, pero dentro de mí sabía que no podía parar de luchar y mientras veía ese espectáculo visual me alejaba del árbol navideño, hasta que topé con mi espalda en una pared y no podía continuar, fue cuando tratando de alejarme de aquello, giré mi cabeza hacia el lado contrario y ese movimiento arrancó las extensiones de mi boca e inmediatamente regresó mi visión y aunque estaba totalmente mareado, asustado y confundido, noté que en mi esfuerzo de alejarme de aquello y quitármelo de mi boca, me había arrastrado y alejado tres metros del árbol y lo había derribado, obviamente aquello había roto muchas esferitas (Eran de vidrio) y foquitos navideños… Así como estaba, pensé, me van a dar tremenda regañada mis padres por esa catástrofe que había ocasionado. Era completamente inconsciente de que mi vida estuvo a un tris de terminarse.

Lo primero que hice mientras me veía tirado y semirrecargado en la pared, levanté mi mano y toqué mi labio… Estaba hinchadísimo y tenía un hoyo que casi me cabía mi dedito. Olvidé el desmadre navideño que hice y me levanté para correr a donde mi madre y pedirle ayuda. Pero apenas me había levantado y el piso, pasó de ser piso a ser pared, es decir, mi casa parecía columpiarse de un lado a otro muy rápidamente y yo caía en cada intento de correr con mi madre, empecé a gritarle, porque eso de que la casa se columpiara me espantó más que estarme electrocutando. No sé cuántas veces me levanté y caí, pero no me detenía, debía llegar a mi madre ella sabría detener aquella locura.

Mi madre escucha mis gritos pidiéndole ayuda y como buena madre latina altamente emocional llegó corriendo como rayo y preguntándome qué me había pasado y yo entre que el mundo se columpiaba junto con ella, que no sabía qué me había pasado, que sólo podía balbucear ya que mi lengua estaba adormecida y que aún me preocupaba que había desmadrado la decoración que mis padres había puesto tan contentos el día anterior… ¡¡¡No podía expresarme!!! Fue cuando ella vio mi labio… El grito que puso en el cielo seguramente espantó pájaros a 10 cuadras a la redonda y a mí me espabiló bastante. Me dijo que me quedara donde estaba, marcó a la oficina de mi papá y en breve tiempo ya estaba mi papá con un doctor que me revisaba con rostro tranquilo y le decía cosas a mi mamá como que todo iba a estar bien, no recuerdo los detalles porque mi atención estaba más en verme el labio en un espejo, se veía enorme y el hoyo wow, podía ver mi carne dentro del labio, estaba blanca y se veía como carne de pollo cocida.

No me preocupaba quedarme así porque en mi lógica infantil, como ya me había cortado, quemado, raspado y sanado, eso debería forzosamente ser lo mismo. Pero por mientras… Qué feo se me veía ese labio inferior.

En este momento en que escribo estas líneas es cuando al viajar en mi mente a ese momento de mi vida y conocer lo que les ha pasado a otras personas en situaciones similares y que, por las mismas, desencarnaron, es decir, dejaron este mundo, me pregunto ¿por qué yo no me fui? ¿Fue porque luché? ¿Fue que en ese tiempo yo no sabía que existía eso que llaman muerte? ¿Por qué en esa situación de “emergencia” me puse a curiosear e incluso a disfrutar de la belleza de esos círculos blancos y azules? Esa fue mi primera vez que me acerqué a la posibilidad de desencarnar. Obvio en ese tiempo no me imaginé nada porque aún no conocía ese aspecto de la vida. Fue algo que fui descubriendo poco a poco y con el tiempo fue un tema que exploré muchas veces en mi imaginación y aún lo hago. 1CP

Cada día me despertaba siempre pensando en qué novedad me iba a encontrar, qué descubrimiento iba a hacer, la vida era una aventura genial (y aún lo es). Cuando eres niño, el nivel de expectativa, de asombro, emoción. es altísimo. Cualquier novedad es genial. Por esos tiempos, alrededor de los tres o cuatro años de edad, había notado el árbol navideño que pusieron mis papás para festejar la Navidad… Como cada año durante toooodaaa mi vida (cuatro años). Y lógicamente le quise presumir nuestro enorme y fabuloso árbol a un vecinito, que creo que era un año menor a mí (tres años más o menos). Conecté la extensión eléctrica según observé que lo hacía mi padre. Mi madre, ignorante de mis acciones presuntuosas, atendía sus plantas en el patio trasero o limpiaba el patio, realmente no lo sé.

Mi vecinito, de quien no recuerdo su nombre y que creo nunca más volví a ver, miraba asombrado las luces rojas que adornaban aquel árbol de tiritas plateadas y brillantes como si viera a unos aliens descender de un platillo volador. Obviamente yo estaba totalmente satisfecho con su rostro de sorpresa. Terminé la exhibición contento por haber logrado mi objetivo de vida de ese día e intenté desconectar la extensión eléctrica, pero no podía. Con mis dos manitas infantiles simplemente no podía lograr desconectar aquellas dos extensiones eléctricas. Por lo que se me ocurrió la genial idea de usar la gran fuerza de mis mandíbulas más mis brazos… Seguro, así lograría desconectar la electricidad que iluminaba mi genial árbol navideño. Coloqué los extremos de las extensiones enchufados en mi boca y mordí fuerte… Puuummm, me empecé a estremecer mientras sentía un tremendo hormigueo en la parte derecha de mi labio inferior, casi en la comisura de mi boca. Yo no entendía qué me estaba pasando, vaya no sabía qué era electrocutarse y lo estaba experimentando.

Obviamente me dominó el pánico y quería quitarme aquello de mi boca, pero se había pegado más fuerte que lo que quería desconectar. Entonces empecé a arrastrarme de espaldas intentando alejarme de ese árbol diabólico (Ja no sabía). Pero aún en esa situación que me asustaba tremendamente, noté que no sentía dolor, sólo sentía el tremendo hormigueo en el labio inferior y también sentía cómo mi cuerpo se sacudía por los 110 voltios que me recorrían completo y seguía luchando por arrastrarme alejándome de ahí, mientras luchaba contra aquello que me pasaba y no entendía, ponía atención en lo que veía con mis ojos. Desde el momento mismo en que empecé a recibir la descarga, mi vista dejó de ver lo que me rodeaba y empecé a ver cómo desde un punto en el centro de mi campo de visión, nacían círculos blancos y azules que crecían hasta salirse del campo de visión. El perímetro de cada círculo era ondulado… Uno blanco seguido de uno azul y este a su vez seguido de uno blanco. Me gustaba cómo se veía aquello, pero dentro de mí sabía que no podía parar de luchar y mientras veía ese espectáculo visual me alejaba del árbol navideño, hasta que topé con mi espalda en una pared y no podía continuar, fue cuando tratando de alejarme de aquello, giré mi cabeza hacia el lado contrario y ese movimiento arrancó las extensiones de mi boca e inmediatamente regresó mi visión y aunque estaba totalmente mareado, asustado y confundido, noté que en mi esfuerzo de alejarme de aquello y quitármelo de mi boca, me había arrastrado y alejado tres metros del árbol y lo había derribado, obviamente aquello había roto muchas esferitas (Eran de vidrio) y foquitos navideños… Así como estaba, pensé, me van a dar tremenda regañada mis padres por esa catástrofe que había ocasionado. Era completamente inconsciente de que mi vida estuvo a un tris de terminarse.

Lo primero que hice mientras me veía tirado y semirrecargado en la pared, levanté mi mano y toqué mi labio… Estaba hinchadísimo y tenía un hoyo que casi me cabía mi dedito. Olvidé el desmadre navideño que hice y me levanté para correr a donde mi madre y pedirle ayuda. Pero apenas me había levantado y el piso, pasó de ser piso a ser pared, es decir, mi casa parecía columpiarse de un lado a otro muy rápidamente y yo caía en cada intento de correr con mi madre, empecé a gritarle, porque eso de que la casa se columpiara me espantó más que estarme electrocutando. No sé cuántas veces me levanté y caí, pero no me detenía, debía llegar a mi madre ella sabría detener aquella locura.

Mi madre escucha mis gritos pidiéndole ayuda y como buena madre latina altamente emocional llegó corriendo como rayo y preguntándome qué me había pasado y yo entre que el mundo se columpiaba junto con ella, que no sabía qué me había pasado, que sólo podía balbucear ya que mi lengua estaba adormecida y que aún me preocupaba que había desmadrado la decoración que mis padres había puesto tan contentos el día anterior… ¡¡¡No podía expresarme!!! Fue cuando ella vio mi labio… El grito que puso en el cielo seguramente espantó pájaros a 10 cuadras a la redonda y a mí me espabiló bastante. Me dijo que me quedara donde estaba, marcó a la oficina de mi papá y en breve tiempo ya estaba mi papá con un doctor que me revisaba con rostro tranquilo y le decía cosas a mi mamá como que todo iba a estar bien, no recuerdo los detalles porque mi atención estaba más en verme el labio en un espejo, se veía enorme y el hoyo wow, podía ver mi carne dentro del labio, estaba blanca y se veía como carne de pollo cocida.

No me preocupaba quedarme así porque en mi lógica infantil, como ya me había cortado, quemado, raspado y sanado, eso debería forzosamente ser lo mismo. Pero por mientras… Qué feo se me veía ese labio inferior.

En este momento en que escribo estas líneas es cuando al viajar en mi mente a ese momento de mi vida y conocer lo que les ha pasado a otras personas en situaciones similares y que, por las mismas, desencarnaron, es decir, dejaron este mundo, me pregunto ¿por qué yo no me fui? ¿Fue porque luché? ¿Fue que en ese tiempo yo no sabía que existía eso que llaman muerte? ¿Por qué en esa situación de “emergencia” me puse a curiosear e incluso a disfrutar de la belleza de esos círculos blancos y azules? Esa fue mi primera vez que me acerqué a la posibilidad de desencarnar. Obvio en ese tiempo no me imaginé nada porque aún no conocía ese aspecto de la vida. Fue algo que fui descubriendo poco a poco y con el tiempo fue un tema que exploré muchas veces en mi imaginación y aún lo hago. 1CP