/ viernes 4 de junio de 2021

Un ciudadano pensó | No voto por el egoísmo

Todos queremos el bien en nuestras vidas y pensamos que nuestro bienestar no está conectado con el bienestar o malestar de los demás. Particularmente si los “otros” no están cerca y no los conocemos, por ejemplo, personas de las otras casas, cuadras, colonias, poblado, ciudades, estados, regiones, países, continentes… En fin, el resto del mundo, incluso más allá.

En este tiempo que en nuestro estado estamos en un proceso electoral tan especial, muchas personas se preocupan enormemente sobre su decisión y encima les agobia el sentimiento de incertidumbre ¿Qué hacer? ¿Cuál es el camino correcto? ¿Cuál es la decisión que más me conviene? Me conviene. Pensamos desde el punto de vista personal y nuestros familiares inmediatos y a veces ni eso.

¿Debemos tomar la decisión desde el punto de vista de nuestra conveniencia inmediata? El mundo que vemos que se desmorona a nuestro alrededor, la crisis política mundial, las economías patas arriba, etc. Es el resultado precisamente de vivir y actuar desde el punto de vista egoísta que era la base del sistema social, político y económico en todos los aspectos de como veníamos viviendo. Entonces te pregunto, ¿debemos tomar la decisión de nuestro voto en base a nuestra conveniencia personal inmediata? Tal vez en el momento, de manera inmediata y cercana nos conviene votar de determinada forma, pero ojo, a la larga seguramente nos afectará de una manera muy negativa a todos.

La gente tiende a creer que no estamos conectados con los demás, porque solo percibimos las conexiones obvias, familia, amigos y conocidos. Pero en realidad estamos conectados con todos los ciudadanos de este país de miles de formas que, aunque son muy sutiles y se aprecian poco, en realidad son muy fuertes y estrechas, aunque no lo se manifiesten a nuestros ojos de manera obvia.

El voto muchas personas lo racionalizan porque tienen “conectes” con un candidato, porque les conviene a su negocio por lo que crees saber que va a “mover” dicho candidato de ganar, por tus intereses si perteneces a determinado grupo de poder. O de manera más simple, porque te cae bien, está guapo, es el o la que va ganando, es al que le van mi familia, amigos, o el grupo social al que pertenecemos o creemos pertenecer. El común denominador de la motivación para ejercer de un modo u otro, nuestro voto en todos los casos anteriores es el egoísmo, la ignorancia o ambas cosas juntas. Esto es hacer las cosas como siempre se ha venido haciendo y por lógica el resultado no puede ser diferente a los resultados que hemos obtenido en los trienios y sexenios anteriores. Seguiríamos viviendo dentro del mismo círculo vicioso y destructivo. Debemos de razonar diferente, ¿Qué es lo que a la larga pudiese beneficiar más a la sociedad en general? Porque al beneficiarse los demás eso también nos trae beneficios a nosotros.

Si la economía de los demás es buena, mi economía será buena… Por decirlo de una manera simple. El punto de vista solo materialista y egoísta del sistema en el que hemos estado viviendo por tantos años, ha venido destruyendo la base de nuestra sociedad que es la familia, ha puesto de lado nuestros valores humanos, está destruyendo a nuestra juventud que cree que ser feliz es divertirse y que la diversión es el objetivo de la vida.

Cuando era niño era extraño o inexistente tener un amiguito con papás divorciados, ahora es extraño que los niños tengan amiguitos cuyos padres sigan formando su familia.

Seguir haciendo la ecuación con los mismos números, seguirá irremediablemente dándonos el mismo resultado que hemos venido obteniendo cada vez. Tenemos que cambiar los números y hasta la ecuación. No podemos seguir pensando solo en nuestras conveniencias inmediatas y no pensar en lo que también le conviene a nuestro prójimo. El egoísmo está matando a nuestra sociedad y de nada sirve lograr los objetivos económicos propios, por ejemplo, si por enfocarnos tanto en el dinero, dejamos de lado el amor y la atención a nuestros hijos, quienes, por estar inmersos en una sociedad destrozada, fácilmente caen en las drogas, o esposas y esposos que en buscar de vivir emociones o mejora económica dejan detrás hogares destrozados.

Debemos de salir de lo acostumbrado y pensar no solo en lo que me conviene, debemos pensar en lo que nos conviene a todos, si todo los que nos rodean están bien, será más sencillo que todos estemos bien. Debemos de retomar nuestros valores básicos y veremos como nuestras familias no se destruirán, no estaremos lejos de nuestros hijos extrañándolos o recibiendo sus cenizas, no traeremos nuestras mentes nubladas por sustancias ajenas a nuestra naturaleza, podremos erguirnos de orgullo siendo ejemplo para otros en vez de agachar nuestras cabezas por la vergüenza. Nos daremos cuenta que siempre hemos sido, somos y seremos alguien.

Solo se necesita hacer a un lado nuestro egoísmo y pensar también en los demás, quienes al final de cuentas… También son parte de nosotros, aunque estén lejos y nunca los veamos.

Todos queremos el bien en nuestras vidas y pensamos que nuestro bienestar no está conectado con el bienestar o malestar de los demás. Particularmente si los “otros” no están cerca y no los conocemos, por ejemplo, personas de las otras casas, cuadras, colonias, poblado, ciudades, estados, regiones, países, continentes… En fin, el resto del mundo, incluso más allá.

En este tiempo que en nuestro estado estamos en un proceso electoral tan especial, muchas personas se preocupan enormemente sobre su decisión y encima les agobia el sentimiento de incertidumbre ¿Qué hacer? ¿Cuál es el camino correcto? ¿Cuál es la decisión que más me conviene? Me conviene. Pensamos desde el punto de vista personal y nuestros familiares inmediatos y a veces ni eso.

¿Debemos tomar la decisión desde el punto de vista de nuestra conveniencia inmediata? El mundo que vemos que se desmorona a nuestro alrededor, la crisis política mundial, las economías patas arriba, etc. Es el resultado precisamente de vivir y actuar desde el punto de vista egoísta que era la base del sistema social, político y económico en todos los aspectos de como veníamos viviendo. Entonces te pregunto, ¿debemos tomar la decisión de nuestro voto en base a nuestra conveniencia personal inmediata? Tal vez en el momento, de manera inmediata y cercana nos conviene votar de determinada forma, pero ojo, a la larga seguramente nos afectará de una manera muy negativa a todos.

La gente tiende a creer que no estamos conectados con los demás, porque solo percibimos las conexiones obvias, familia, amigos y conocidos. Pero en realidad estamos conectados con todos los ciudadanos de este país de miles de formas que, aunque son muy sutiles y se aprecian poco, en realidad son muy fuertes y estrechas, aunque no lo se manifiesten a nuestros ojos de manera obvia.

El voto muchas personas lo racionalizan porque tienen “conectes” con un candidato, porque les conviene a su negocio por lo que crees saber que va a “mover” dicho candidato de ganar, por tus intereses si perteneces a determinado grupo de poder. O de manera más simple, porque te cae bien, está guapo, es el o la que va ganando, es al que le van mi familia, amigos, o el grupo social al que pertenecemos o creemos pertenecer. El común denominador de la motivación para ejercer de un modo u otro, nuestro voto en todos los casos anteriores es el egoísmo, la ignorancia o ambas cosas juntas. Esto es hacer las cosas como siempre se ha venido haciendo y por lógica el resultado no puede ser diferente a los resultados que hemos obtenido en los trienios y sexenios anteriores. Seguiríamos viviendo dentro del mismo círculo vicioso y destructivo. Debemos de razonar diferente, ¿Qué es lo que a la larga pudiese beneficiar más a la sociedad en general? Porque al beneficiarse los demás eso también nos trae beneficios a nosotros.

Si la economía de los demás es buena, mi economía será buena… Por decirlo de una manera simple. El punto de vista solo materialista y egoísta del sistema en el que hemos estado viviendo por tantos años, ha venido destruyendo la base de nuestra sociedad que es la familia, ha puesto de lado nuestros valores humanos, está destruyendo a nuestra juventud que cree que ser feliz es divertirse y que la diversión es el objetivo de la vida.

Cuando era niño era extraño o inexistente tener un amiguito con papás divorciados, ahora es extraño que los niños tengan amiguitos cuyos padres sigan formando su familia.

Seguir haciendo la ecuación con los mismos números, seguirá irremediablemente dándonos el mismo resultado que hemos venido obteniendo cada vez. Tenemos que cambiar los números y hasta la ecuación. No podemos seguir pensando solo en nuestras conveniencias inmediatas y no pensar en lo que también le conviene a nuestro prójimo. El egoísmo está matando a nuestra sociedad y de nada sirve lograr los objetivos económicos propios, por ejemplo, si por enfocarnos tanto en el dinero, dejamos de lado el amor y la atención a nuestros hijos, quienes, por estar inmersos en una sociedad destrozada, fácilmente caen en las drogas, o esposas y esposos que en buscar de vivir emociones o mejora económica dejan detrás hogares destrozados.

Debemos de salir de lo acostumbrado y pensar no solo en lo que me conviene, debemos pensar en lo que nos conviene a todos, si todo los que nos rodean están bien, será más sencillo que todos estemos bien. Debemos de retomar nuestros valores básicos y veremos como nuestras familias no se destruirán, no estaremos lejos de nuestros hijos extrañándolos o recibiendo sus cenizas, no traeremos nuestras mentes nubladas por sustancias ajenas a nuestra naturaleza, podremos erguirnos de orgullo siendo ejemplo para otros en vez de agachar nuestras cabezas por la vergüenza. Nos daremos cuenta que siempre hemos sido, somos y seremos alguien.

Solo se necesita hacer a un lado nuestro egoísmo y pensar también en los demás, quienes al final de cuentas… También son parte de nosotros, aunque estén lejos y nunca los veamos.