/ martes 31 de diciembre de 2019

Visión económica | AMLO: ¿Será neoliberal? Parte II

En la primera parte de este título, mismo que por limitaciones de espacio tuvimos que publicarlo en dos, advertíamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador, AMLO, al inicio del segundo año de su administración, parecía moderar o readecuar sus estrategias de gobernanza y adoptar algunos instrumentos de política económica más congruentes con lo que él interpreta como “neoliberalismo”.

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Argumentamos que su reciente cambio a nosotros nos parece muy acertado, y que ojalá así fuera, en virtud de su marcado apoyo a nuestro Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, el controversial T-MEC, con lo que así se manifiesta como promotor del libre comercio, que es uno de los principales postulados del mentado neoliberalismo.

Este nebuloso concepto que la mayoría no entiende, proviene de un acuerdo que hace 40 años asumieron los países desarrollados de Europa y los Estados Unidos denominado como el Consenso de Washington, y que instrumentado a través de los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, obligaban a los países subdesarrollados como México a abandonar la economía del sector público, y sujetarse fríamente a las leyes que rigen los mercados mayormente bursátiles.

Esto es que, debido a esa fundamentación neoliberal, obligaban a los gobiernos a no intervenir en la vida económica de sus respectivos países, además de algunas condiciones claves en materia de política económica, tales como la apertura comercial y los tratados de libre comercio, mismas que el gobierno de la Cuarta Transformación de AMLO viene cumpliendo fielmente.

Además de estas exigentes condiciones de economía internacional se debe salvaguardar al sector privado, y con la máxima representación de Carlos Slim hoy continúa el capitalismo de cuates, así como se sigue apoyando también a la antes criticada mafia del poder que personifican empresarios llamados neoliberales como el mismo Slim, Alfonso Romo, Salinas Pliego y Azcárraga Jean, entre otros.

Grandes obras como la del puerto petrolero de Salina Cruz se asignan a la inversión privada, con empresas antes vetadas por corruptas y tráfico de influencia como es el caso de la Constructora Tradeco. Cumpliendo con otro de los mandamientos del neoliberalismo, AMLO impulsa la inversión privada nacional y extranjera en sectores estratégicos como la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía. La refinería se concursa internacionalmente en Houston, Texas y el tren lo construirán con la participación de varios ferrocarriles estadounidenses como el Kansas City Central.

Mediante la austeridad republicana, también cumple al pie de la letra con el requisito neoliberal de la estricta astringencia presupuestaria de la disciplina fiscal, y la redirección del gasto corriente hacia sectores prioritarios. Igual cumple con el terrorismo fiscal para ampliar la base tributaria, y la fluctuación de las tasas de interés determinadas por el libre mercado. Ahora no hay que intervenir en la paridad del tipo de cambio que continúa en la flotación libre sujeta a la oferta y demanda de las divisas.

Siguiendo alineados y cumpliendo con el citado Consenso de Washington, o los principios del satanizado neoliberalismo, con el gobierno de la 4T se disminuyen los aranceles al comercio exterior, se promueve la libre competencia perfecta nacional e internacional, se impulsa la atracción a mayor inversión extranjera bursátil y también la inversión extranjera directa materializada; y se cuida la seguridad jurídica de los inversionistas; y todos los derechos de la propiedad privada serán protegidos en sumo grado.

Por lo tanto, por estas evidencias del gobierno de AMLO y otras estrategias e instrumentos de política económica apegados estrictamente al Consenso de Washington y al capitalismo ortodoxo o neoliberalismo, que hoy se están aplicando por la 4T, tal vez sea posible inferir que las medidas que está adoptando el presidente López Obrador son clara y objetivamente de índole neoliberal… ¿será posible?

En la primera parte de este título, mismo que por limitaciones de espacio tuvimos que publicarlo en dos, advertíamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador, AMLO, al inicio del segundo año de su administración, parecía moderar o readecuar sus estrategias de gobernanza y adoptar algunos instrumentos de política económica más congruentes con lo que él interpreta como “neoliberalismo”.

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Argumentamos que su reciente cambio a nosotros nos parece muy acertado, y que ojalá así fuera, en virtud de su marcado apoyo a nuestro Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, el controversial T-MEC, con lo que así se manifiesta como promotor del libre comercio, que es uno de los principales postulados del mentado neoliberalismo.

Este nebuloso concepto que la mayoría no entiende, proviene de un acuerdo que hace 40 años asumieron los países desarrollados de Europa y los Estados Unidos denominado como el Consenso de Washington, y que instrumentado a través de los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, obligaban a los países subdesarrollados como México a abandonar la economía del sector público, y sujetarse fríamente a las leyes que rigen los mercados mayormente bursátiles.

Esto es que, debido a esa fundamentación neoliberal, obligaban a los gobiernos a no intervenir en la vida económica de sus respectivos países, además de algunas condiciones claves en materia de política económica, tales como la apertura comercial y los tratados de libre comercio, mismas que el gobierno de la Cuarta Transformación de AMLO viene cumpliendo fielmente.

Además de estas exigentes condiciones de economía internacional se debe salvaguardar al sector privado, y con la máxima representación de Carlos Slim hoy continúa el capitalismo de cuates, así como se sigue apoyando también a la antes criticada mafia del poder que personifican empresarios llamados neoliberales como el mismo Slim, Alfonso Romo, Salinas Pliego y Azcárraga Jean, entre otros.

Grandes obras como la del puerto petrolero de Salina Cruz se asignan a la inversión privada, con empresas antes vetadas por corruptas y tráfico de influencia como es el caso de la Constructora Tradeco. Cumpliendo con otro de los mandamientos del neoliberalismo, AMLO impulsa la inversión privada nacional y extranjera en sectores estratégicos como la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía. La refinería se concursa internacionalmente en Houston, Texas y el tren lo construirán con la participación de varios ferrocarriles estadounidenses como el Kansas City Central.

Mediante la austeridad republicana, también cumple al pie de la letra con el requisito neoliberal de la estricta astringencia presupuestaria de la disciplina fiscal, y la redirección del gasto corriente hacia sectores prioritarios. Igual cumple con el terrorismo fiscal para ampliar la base tributaria, y la fluctuación de las tasas de interés determinadas por el libre mercado. Ahora no hay que intervenir en la paridad del tipo de cambio que continúa en la flotación libre sujeta a la oferta y demanda de las divisas.

Siguiendo alineados y cumpliendo con el citado Consenso de Washington, o los principios del satanizado neoliberalismo, con el gobierno de la 4T se disminuyen los aranceles al comercio exterior, se promueve la libre competencia perfecta nacional e internacional, se impulsa la atracción a mayor inversión extranjera bursátil y también la inversión extranjera directa materializada; y se cuida la seguridad jurídica de los inversionistas; y todos los derechos de la propiedad privada serán protegidos en sumo grado.

Por lo tanto, por estas evidencias del gobierno de AMLO y otras estrategias e instrumentos de política económica apegados estrictamente al Consenso de Washington y al capitalismo ortodoxo o neoliberalismo, que hoy se están aplicando por la 4T, tal vez sea posible inferir que las medidas que está adoptando el presidente López Obrador son clara y objetivamente de índole neoliberal… ¿será posible?