/ martes 28 de abril de 2020

Visión económica | Por el bien de todos, primero los pobres

Este evidente e ilustrativo enunciado: “Por el bien de todos, primero los pobres”, que el presidente López Obrador, AMLO, menciona reiteradamente, se lo inculcó en Tabasco desde el sexenio del presidente Luis Echeverría, el erudito e ideólogo priista socialista Enrique González Pedrero, quien fue gobernador de Tabasco, un gran embajador e influyente promotor de políticos tabasqueños y priistas como AMLO, David Gustavo Gutiérrez Ruiz, Arístides Pratts Wilson Sr., Roberto Madrazo Pintado, Ignacio Ovalle Fernández y otros militantes de la rama de izquierda dentro del PRI socialista de Echeverría y López Porpillo.

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Puesto en boga dentro del sistema político de los gobiernos socialistas y rotundamente populistas de los priístas Echeverría y López Porpillo, durante la década de los 1970, este trascendental manifiesto de primero los pobres, que AMLO ha retomado del brillante politólogo maestro de la UNAM González Pedrero, y de quien se ha nutrido en su formación política, se arraigó profundamente en él para su desempeño profesional, desde su alineación en las juventudes revolucionarias del arcaico y nefasto PRI desde hace 50 años.

Al igual que AMLO, la mayoría de universitarios y jóvenes profesionistas de la década de los setenta comulgábamos con la ideología izquierdista de aquellos dos sexenios.

Estaba en auge el infausto PRI revolucionario enemigo de los voraces empresarios capitalistas. Los economistas formábamos la Liga de Economistas Revolucionarios como el brazo académico del PRI-Gobierno.

Después de 1983, con la invasión de los tecnócratas que desplazaron a los políticos de todo el ámbito político gubernamental, el presidente López Porpillo (quien en su último informe lloró lágrimas de cocodrilo por no haber podido salvar a los pobres), repetía con insistencia que él era el último presidente revolucionario.

Ahora bien, en este entorno sociopolítico de hace medio siglo, en que nos creamos y en los que se formó también AMLO, proliferaba la demagógica propaganda socialista del gobierno populista para salvar a los más pobres.

En nuestra Benemérita Universidad de Guadalajara, la U de G, surgía la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente, de la que nació la guerrilla comunista de la Liga 23 de Septiembre.

En el sureste, el joven AMLO se iniciaba como funcionario del PRI gobierno y participaba en los múltiples programas de combate a la pobreza como el Pider y el Coplamar, entre muchos otros programas que fracasaron rotundamente por la persistente corrupción y falta de continuidad de estas estrategias de la populista política social paternalista, asistencialista, clientelar y electorera.

Como impulsor de estas fracasadas estrategias electoreras, sobresalía Ignacio Ovalle quien después de ser secretario particular de Echeverría, fundó junto con AMLO el Instituto Nacional Indigenista, el INI, que AMLO coordinó para las comunidades indígenas del sureste aplicando aquellas fallidas estrategias de combate a la pobreza.

El triste resultado de esas políticas electoreras del viejo PRI es que la pobreza sigue aumentando pavorosamente hasta afectar ahora a más de 50 millones de pobres en todo el país.

Hoy, con mucha influencia en este gobierno de AMLO, su viejo jefe Ovalle, es uno de sus principales asesores y está al frente de los programas de bienestar para las zonas más marginadas del país. Ojalá y no fracasen de nuevo.


Este evidente e ilustrativo enunciado: “Por el bien de todos, primero los pobres”, que el presidente López Obrador, AMLO, menciona reiteradamente, se lo inculcó en Tabasco desde el sexenio del presidente Luis Echeverría, el erudito e ideólogo priista socialista Enrique González Pedrero, quien fue gobernador de Tabasco, un gran embajador e influyente promotor de políticos tabasqueños y priistas como AMLO, David Gustavo Gutiérrez Ruiz, Arístides Pratts Wilson Sr., Roberto Madrazo Pintado, Ignacio Ovalle Fernández y otros militantes de la rama de izquierda dentro del PRI socialista de Echeverría y López Porpillo.

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Puesto en boga dentro del sistema político de los gobiernos socialistas y rotundamente populistas de los priístas Echeverría y López Porpillo, durante la década de los 1970, este trascendental manifiesto de primero los pobres, que AMLO ha retomado del brillante politólogo maestro de la UNAM González Pedrero, y de quien se ha nutrido en su formación política, se arraigó profundamente en él para su desempeño profesional, desde su alineación en las juventudes revolucionarias del arcaico y nefasto PRI desde hace 50 años.

Al igual que AMLO, la mayoría de universitarios y jóvenes profesionistas de la década de los setenta comulgábamos con la ideología izquierdista de aquellos dos sexenios.

Estaba en auge el infausto PRI revolucionario enemigo de los voraces empresarios capitalistas. Los economistas formábamos la Liga de Economistas Revolucionarios como el brazo académico del PRI-Gobierno.

Después de 1983, con la invasión de los tecnócratas que desplazaron a los políticos de todo el ámbito político gubernamental, el presidente López Porpillo (quien en su último informe lloró lágrimas de cocodrilo por no haber podido salvar a los pobres), repetía con insistencia que él era el último presidente revolucionario.

Ahora bien, en este entorno sociopolítico de hace medio siglo, en que nos creamos y en los que se formó también AMLO, proliferaba la demagógica propaganda socialista del gobierno populista para salvar a los más pobres.

En nuestra Benemérita Universidad de Guadalajara, la U de G, surgía la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente, de la que nació la guerrilla comunista de la Liga 23 de Septiembre.

En el sureste, el joven AMLO se iniciaba como funcionario del PRI gobierno y participaba en los múltiples programas de combate a la pobreza como el Pider y el Coplamar, entre muchos otros programas que fracasaron rotundamente por la persistente corrupción y falta de continuidad de estas estrategias de la populista política social paternalista, asistencialista, clientelar y electorera.

Como impulsor de estas fracasadas estrategias electoreras, sobresalía Ignacio Ovalle quien después de ser secretario particular de Echeverría, fundó junto con AMLO el Instituto Nacional Indigenista, el INI, que AMLO coordinó para las comunidades indígenas del sureste aplicando aquellas fallidas estrategias de combate a la pobreza.

El triste resultado de esas políticas electoreras del viejo PRI es que la pobreza sigue aumentando pavorosamente hasta afectar ahora a más de 50 millones de pobres en todo el país.

Hoy, con mucha influencia en este gobierno de AMLO, su viejo jefe Ovalle, es uno de sus principales asesores y está al frente de los programas de bienestar para las zonas más marginadas del país. Ojalá y no fracasen de nuevo.