/ jueves 28 de noviembre de 2019

Visión Económica | Renovación moral del pueblo

Ahora que el Presidente publicó un libro sobre “economía moral”, recordamos que hace 39 años, después de la docena trágica de corrupción, excesos y derroches de los sexenios de Luis Echeverría y José López Porpillo, y que en los años ochenta causaron una serie de crisis económicas y devaluaciones que hasta la fecha hemos padecido, el clamor del pobre pueblo era el de la “renovación moral de la sociedad”. En eso se convirtieron los lemas de “arriba y adelante” y “la solución somos todos” de aquellas épocas, y que patéticamente el pobre pueblo sabio, los convirtió sabiamente en el popular dicho de que “la corrupción somos todos”. Cuatro décadas después, la corrupción e impunidad se han incrementado gravemente.

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Impunidad y corrupción se arraigaron el siglo pasado, e intensificaron en el presente; sin embargo, debido al aumento en las comunicaciones con las redes sociales, nunca como en la actualidad se había planteado, analizado y discutido con tanta intensidad e indignación popular este peligroso y grave flagelo que detiene el avance social, democrático y económico desde hace 40 años. En los tres órdenes de gobierno federal, estatal y municipal, los señalamientos y acusaciones de corrupción e impunidad se han incrementado escandalosamente. En esta Visión Económica, desde hace décadas hemos insistido en que la ausencia o la no prevalencia del Estado de Derecho, ha sido el principal problema que limita el crecimiento económico y desarrollo. Analistas argumentan que se ha perdido la confianza y certidumbre necesarias para invertir en los negocios generadores de empleos. El verdadero problema no es si la economía es moral o no lo es, o si el sistema es capitalista “neoliberal” o algún modelo socialista; no, el problema más grave es la impunidad que genera corrupción, delincuencia y violencia extremas. Sin embargo, el Presidente al ofrecer abrazos y perdón a los delincuentes no mejora el Estado de Derecho. Así no se fortalecerá la justicia ni se recuperará la confianza perdida en las leyes.

Reiteramos que este cáncer de impunidad y corrupción, es el principal problema de México, y requiere de inmediato una solución estratégica que se centre en la prevención, y en un severo castigo para los delincuentes que en muchos casos son señalados públicamente; pero no se les aplica la ley por la misma impunidad imperante. Adicionalmente debemos contrarrestar en toda la población esa falsa percepción de que la corrupción existe en nuestros genes, y que no podemos combatirla. No, esto es falso. La sociedad sí puede y sí debe eliminar la mordida, el moche, el hueso, la charola, la palanca, las maletas con billetes y la cultura del enchufe. Precisamente es en las mejores estrategias factibles para combatir la corrupción así como la violencia donde se deben priorizar las acciones del Gobierno. Se tiene que asegurar cómo aplicar las estrategias que sean efectivas para eliminar esta tragedia que es la causa de los males que nos afectan. Lamentablemente son muchos los males que hoy nos aquejan. Los indicadores de bienestar son insuficientes para que vivamos mejor que antes. Y, peor aún, las expectativas de mejoría son bajas. Insistimos, de acuerdo a la mayoría de analistas y con el Presidente, es la corrupción la que está paralizando el crecimiento y desarrollo del país. En consecuencia, hoy de nuevo como hace cuatro décadas, ahora más que nunca, necesitamos instrumentar ahora sí, una verdadera y efectiva renovación MORAL de la sociedad. Que ya no se diga que: “en la política mexicana y sonorense, la moral, es un árbol que da moras”.

Ahora que el Presidente publicó un libro sobre “economía moral”, recordamos que hace 39 años, después de la docena trágica de corrupción, excesos y derroches de los sexenios de Luis Echeverría y José López Porpillo, y que en los años ochenta causaron una serie de crisis económicas y devaluaciones que hasta la fecha hemos padecido, el clamor del pobre pueblo era el de la “renovación moral de la sociedad”. En eso se convirtieron los lemas de “arriba y adelante” y “la solución somos todos” de aquellas épocas, y que patéticamente el pobre pueblo sabio, los convirtió sabiamente en el popular dicho de que “la corrupción somos todos”. Cuatro décadas después, la corrupción e impunidad se han incrementado gravemente.

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Impunidad y corrupción se arraigaron el siglo pasado, e intensificaron en el presente; sin embargo, debido al aumento en las comunicaciones con las redes sociales, nunca como en la actualidad se había planteado, analizado y discutido con tanta intensidad e indignación popular este peligroso y grave flagelo que detiene el avance social, democrático y económico desde hace 40 años. En los tres órdenes de gobierno federal, estatal y municipal, los señalamientos y acusaciones de corrupción e impunidad se han incrementado escandalosamente. En esta Visión Económica, desde hace décadas hemos insistido en que la ausencia o la no prevalencia del Estado de Derecho, ha sido el principal problema que limita el crecimiento económico y desarrollo. Analistas argumentan que se ha perdido la confianza y certidumbre necesarias para invertir en los negocios generadores de empleos. El verdadero problema no es si la economía es moral o no lo es, o si el sistema es capitalista “neoliberal” o algún modelo socialista; no, el problema más grave es la impunidad que genera corrupción, delincuencia y violencia extremas. Sin embargo, el Presidente al ofrecer abrazos y perdón a los delincuentes no mejora el Estado de Derecho. Así no se fortalecerá la justicia ni se recuperará la confianza perdida en las leyes.

Reiteramos que este cáncer de impunidad y corrupción, es el principal problema de México, y requiere de inmediato una solución estratégica que se centre en la prevención, y en un severo castigo para los delincuentes que en muchos casos son señalados públicamente; pero no se les aplica la ley por la misma impunidad imperante. Adicionalmente debemos contrarrestar en toda la población esa falsa percepción de que la corrupción existe en nuestros genes, y que no podemos combatirla. No, esto es falso. La sociedad sí puede y sí debe eliminar la mordida, el moche, el hueso, la charola, la palanca, las maletas con billetes y la cultura del enchufe. Precisamente es en las mejores estrategias factibles para combatir la corrupción así como la violencia donde se deben priorizar las acciones del Gobierno. Se tiene que asegurar cómo aplicar las estrategias que sean efectivas para eliminar esta tragedia que es la causa de los males que nos afectan. Lamentablemente son muchos los males que hoy nos aquejan. Los indicadores de bienestar son insuficientes para que vivamos mejor que antes. Y, peor aún, las expectativas de mejoría son bajas. Insistimos, de acuerdo a la mayoría de analistas y con el Presidente, es la corrupción la que está paralizando el crecimiento y desarrollo del país. En consecuencia, hoy de nuevo como hace cuatro décadas, ahora más que nunca, necesitamos instrumentar ahora sí, una verdadera y efectiva renovación MORAL de la sociedad. Que ya no se diga que: “en la política mexicana y sonorense, la moral, es un árbol que da moras”.