/ lunes 8 de junio de 2020

Visión económica | Soberanía, educación y patriotismo del Japón del siglo XXI

Lo hemos reiterado antes. México no puede ni debe imitar nunca estrategias o políticas socioeconómicas de otras naciones; sin embargo, es ilustrativo analizar algunos buenos casos, por ejemplo, en materia educativa.

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Desde el siglo pasado, Japón sorprendió al mundo por su impresionante poderío productivo y bélico demostrado en las dos guerras mundiales; y además, por sus grandiosos avances científicos, tecnológicos, culturales, económicos, políticos y sociales.

Basado en su virtuosa educación y ejemplar cultura milenaria, la admirable nación nipona nunca ha dejado de asombrar a todo el mundo por sus fabulosos avances y progresos en todos los ámbitos de la vida.

A pesar de sus infaustas confrontaciones bélicas de su historia, que le causaron terribles tragedias en el pasado, y que lo postraron ante sus múltiples enemigos, como siempre, Japón sorprende al mundo de nuevo al emerger de sus cenizas; y, en base a su singular sistema educativo, la nación nipona se convierte otra vez en una de las tres potencias económicas y tecnológicas más importantes del mundo.

Al sepultar su arcaico espíritu bélico nacionalista, Japón inicia una nueva vida mediante un innovador sistema educativo moderno, con énfasis en el trabajo disciplina, principios, valores, orden y mucho civismo. Ahora, sin los nubarrones de guerras, olvidan viejos rencores y anacrónicos antagonismos, para iniciar nuevos procesos culturales de calidad total y justo a tiempo, que incrementan rápidamente su productividad y competitividad mundial dejando atrás a sus viejos enemigos.

La máxima estrategia se sustenta en la educación, con fundamental apoyo en la salubridad universal y completa nutrición para todo el pueblo. Instrumentaron un severo régimen de 15 años de educación obligatoria para todos, y quienes se merezcan continuar estudiando hasta el doctorado, serán rigurosamente seleccionados en función de la meritocracia confuciana.

Los programas de posgrado tienen que enrolar a cuando menos el 10% de estudiantes extranjeros, quienes aportan sus culturas y sabidurías conviviendo con los nacionales. Las universidades privadas son obligadas a becar con el 100% de las colegiaturas, al menos a una tercera parte de la población estudiantil ya sean nacionales o extranjeros de escasos recursos.

Se apoya a los estudiantes y profesores extranjeros enfatizando mucho en la globalización e internacionalización educativa. Es un sistema moderno, muy rígido y muy severo, sobre todo para los estudiantes nipones, llamado “Cambio Valiente”, que viene del japonés Futojino Henko, el cual rompe rotundamente con todos los anacrónicos esquemas, viejas técnicas y antiguos modelos educativos, que antes querían formar sólo “buenos” japoneses, pero hoy ya están formado magníficos japoneses globalizados, que compitan y triunfen ante los mejores profesionistas del mundo.

Toda esta modernización va mucha más allá del arcaico perfil bélico japonés. Aunque a los mexicanos nos parezca increíble, en virtud de este novedoso sistema nipón, en las nuevas escuelas y universidades ya no hay ni habrá himnos, ni banderas, ni posturas bélicas nacionalistas que tanto daño les causaron.

No hay ni habrá loas al nativismo proteccionista, ni al nacionalismo improcedente, ni a soberanías inconvenientes. No se venera al ¡Emperador! Ni tampoco a los antiguos héroes de guerras, y menos al Primer Ministro o al gabinete gubernamental.

Se elimina el estereotipo cultural de que Japón era un país superior a los demás. Se desmorona y se mata al fanático nacionalismo y dogmático patriotismo del que abusaron los intereses económicos de las guerras, por las que tanto sufrieron.

El japonés globalizado y egresado de este “Cambio Valiente”: Futojino Henko, estudia, comprende, conoce y acepta todas las culturas universales, las religiones, los sistemas socioeconómicos, regímenes políticos y tipos de gobierno de todo el mundo. Se abaten y derrumban los nefastos estereotipos que limitaban la mentalidad abierta y positiva de progreso desarrollo y bienestar.

El estudioso tolerante y respetuoso, con mente abierta, aprende a cocinar, a tejer, coser, pintura, artes y educación moral. Mucha educación cívica.

Con el Cambio Valiente no se dejan tareas por impulsar el común home office de ahora, y se enfatizan materias fundamentales como civismo, aritmética de negocios, la historia, pero no de las guerras, se obliga la lectura de ¡un libro semanal!, se prioriza e insiste mucho en el civismo con estricto apego a las leyes, normas, principios y valores: el valor civil, respeto, comprensión, tolerancia, la ética, el altruismo, la fraternidad, el mutualismo, y la conservación del ecosistema y medio ambiente.

También se resaltan las ciencias computacionales y tecnologías de la información para el desarrollo de negocios. Se impulsa el espíritu colaborativo, corresponsabilidad y el compañerismo.

Alumnos y maestros son los responsables de la limpieza de salones, baños y escuelas. Al final de los 15 años el estudiante tiene que hablar tres idiomas. Debe viajar al extranjero y vivir los últimos 3 veranos con familias anfitrionas de otros países, conservando siempre un comportamiento intachable, con mucho respeto y tolerancia a otros puntos de vista u opiniones.

El resultado final que se logra, es la formación integral en todos sentidos de un magnífico ser humano y ciudadano japonés, internacionalista, que sirva más a su patria nipona, perfectamente preparado para actuar en cualquier parte del mundo de mejor manera que cualquiera; un mejor ciudadano nipón para servir más y mejor a su país y al mundo.

Un excelente profesionista y ciudadano de esta civilización cada vez más globalizada e interdependiente, que trabaje a la perfección en cualquier organización del planeta.

Clave del éxito de esta gran nación, el novedoso sistema japonés paradigmático “Cambio Valiente”, basado en la meritocracia y formación cívica e integral de recursos humanos de alta calidad, que sostiene tradiciones familiares y culturales e impulsa la cultura del esfuerzo, es una buena referencia para contrastarlo con el pésimo sistema educativo que padecemos en México y en los Estados Unidos de América.

lugallaz51 @gmail.com

Lo hemos reiterado antes. México no puede ni debe imitar nunca estrategias o políticas socioeconómicas de otras naciones; sin embargo, es ilustrativo analizar algunos buenos casos, por ejemplo, en materia educativa.

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Desde el siglo pasado, Japón sorprendió al mundo por su impresionante poderío productivo y bélico demostrado en las dos guerras mundiales; y además, por sus grandiosos avances científicos, tecnológicos, culturales, económicos, políticos y sociales.

Basado en su virtuosa educación y ejemplar cultura milenaria, la admirable nación nipona nunca ha dejado de asombrar a todo el mundo por sus fabulosos avances y progresos en todos los ámbitos de la vida.

A pesar de sus infaustas confrontaciones bélicas de su historia, que le causaron terribles tragedias en el pasado, y que lo postraron ante sus múltiples enemigos, como siempre, Japón sorprende al mundo de nuevo al emerger de sus cenizas; y, en base a su singular sistema educativo, la nación nipona se convierte otra vez en una de las tres potencias económicas y tecnológicas más importantes del mundo.

Al sepultar su arcaico espíritu bélico nacionalista, Japón inicia una nueva vida mediante un innovador sistema educativo moderno, con énfasis en el trabajo disciplina, principios, valores, orden y mucho civismo. Ahora, sin los nubarrones de guerras, olvidan viejos rencores y anacrónicos antagonismos, para iniciar nuevos procesos culturales de calidad total y justo a tiempo, que incrementan rápidamente su productividad y competitividad mundial dejando atrás a sus viejos enemigos.

La máxima estrategia se sustenta en la educación, con fundamental apoyo en la salubridad universal y completa nutrición para todo el pueblo. Instrumentaron un severo régimen de 15 años de educación obligatoria para todos, y quienes se merezcan continuar estudiando hasta el doctorado, serán rigurosamente seleccionados en función de la meritocracia confuciana.

Los programas de posgrado tienen que enrolar a cuando menos el 10% de estudiantes extranjeros, quienes aportan sus culturas y sabidurías conviviendo con los nacionales. Las universidades privadas son obligadas a becar con el 100% de las colegiaturas, al menos a una tercera parte de la población estudiantil ya sean nacionales o extranjeros de escasos recursos.

Se apoya a los estudiantes y profesores extranjeros enfatizando mucho en la globalización e internacionalización educativa. Es un sistema moderno, muy rígido y muy severo, sobre todo para los estudiantes nipones, llamado “Cambio Valiente”, que viene del japonés Futojino Henko, el cual rompe rotundamente con todos los anacrónicos esquemas, viejas técnicas y antiguos modelos educativos, que antes querían formar sólo “buenos” japoneses, pero hoy ya están formado magníficos japoneses globalizados, que compitan y triunfen ante los mejores profesionistas del mundo.

Toda esta modernización va mucha más allá del arcaico perfil bélico japonés. Aunque a los mexicanos nos parezca increíble, en virtud de este novedoso sistema nipón, en las nuevas escuelas y universidades ya no hay ni habrá himnos, ni banderas, ni posturas bélicas nacionalistas que tanto daño les causaron.

No hay ni habrá loas al nativismo proteccionista, ni al nacionalismo improcedente, ni a soberanías inconvenientes. No se venera al ¡Emperador! Ni tampoco a los antiguos héroes de guerras, y menos al Primer Ministro o al gabinete gubernamental.

Se elimina el estereotipo cultural de que Japón era un país superior a los demás. Se desmorona y se mata al fanático nacionalismo y dogmático patriotismo del que abusaron los intereses económicos de las guerras, por las que tanto sufrieron.

El japonés globalizado y egresado de este “Cambio Valiente”: Futojino Henko, estudia, comprende, conoce y acepta todas las culturas universales, las religiones, los sistemas socioeconómicos, regímenes políticos y tipos de gobierno de todo el mundo. Se abaten y derrumban los nefastos estereotipos que limitaban la mentalidad abierta y positiva de progreso desarrollo y bienestar.

El estudioso tolerante y respetuoso, con mente abierta, aprende a cocinar, a tejer, coser, pintura, artes y educación moral. Mucha educación cívica.

Con el Cambio Valiente no se dejan tareas por impulsar el común home office de ahora, y se enfatizan materias fundamentales como civismo, aritmética de negocios, la historia, pero no de las guerras, se obliga la lectura de ¡un libro semanal!, se prioriza e insiste mucho en el civismo con estricto apego a las leyes, normas, principios y valores: el valor civil, respeto, comprensión, tolerancia, la ética, el altruismo, la fraternidad, el mutualismo, y la conservación del ecosistema y medio ambiente.

También se resaltan las ciencias computacionales y tecnologías de la información para el desarrollo de negocios. Se impulsa el espíritu colaborativo, corresponsabilidad y el compañerismo.

Alumnos y maestros son los responsables de la limpieza de salones, baños y escuelas. Al final de los 15 años el estudiante tiene que hablar tres idiomas. Debe viajar al extranjero y vivir los últimos 3 veranos con familias anfitrionas de otros países, conservando siempre un comportamiento intachable, con mucho respeto y tolerancia a otros puntos de vista u opiniones.

El resultado final que se logra, es la formación integral en todos sentidos de un magnífico ser humano y ciudadano japonés, internacionalista, que sirva más a su patria nipona, perfectamente preparado para actuar en cualquier parte del mundo de mejor manera que cualquiera; un mejor ciudadano nipón para servir más y mejor a su país y al mundo.

Un excelente profesionista y ciudadano de esta civilización cada vez más globalizada e interdependiente, que trabaje a la perfección en cualquier organización del planeta.

Clave del éxito de esta gran nación, el novedoso sistema japonés paradigmático “Cambio Valiente”, basado en la meritocracia y formación cívica e integral de recursos humanos de alta calidad, que sostiene tradiciones familiares y culturales e impulsa la cultura del esfuerzo, es una buena referencia para contrastarlo con el pésimo sistema educativo que padecemos en México y en los Estados Unidos de América.

lugallaz51 @gmail.com