/ jueves 1 de abril de 2021

Visión económica | Teníamos las respuestas. . . Pero cambiaron las preguntas

De este título podríamos comentar que, como dijo el presidente López Obrador: “esto nos vino como anillo al dedo”. Hace 30 años, teníamos las respuestas de política económica, para enfrentar los problemas socioeconómicos y contestar las preguntas que inquietaban al pueblo. Pero cambiaron las preguntas.

El mundo y México se transforman abruptamente, en consecuencia, los problemas cambiaron, por lo que hoy no encontramos las respuestas a las novedosas preguntas, a los persistentes cuestionamientos, acerca de qué hacer para que nuestra economía crezca más, y cómo resolver los peligrosos problemas de la creciente miseria, en la que los corruptos gobiernos tienen sumido al pueblo.

Todo el mundo está enfrentando un grave desorden y crisis. Para empeorar, el año pasado nos sorprendió con una inédita pandemia global, el trágico Covid-19, que además de una terrible crisis sanitaria que aquí provoca miles de muertos, se degenera en otras cinco turbulencias funestas:

1.- Económica-productiva con cierres de negocios, y pérdida de empleos que incrementa millones de familias en pobreza; 2.- no prevalencia del Estado de Derecho, generando más corrupción, auge del narcotráfico, vandalismo, inseguridad, delincuencia, crímenes; 3.- crisis fiscal, desorden hacendario y financiero , concentración del ingreso, fuga de capitales, descoordinación internacional; 4.- peligroso incremento de la pobreza extrema que empeora el anárquico descontento popular, enojo social, divisionismo, incertidumbre y rencor contra las instituciones; y, 5.- naciones afectadas desde la esfera global, por los dogmáticos sentimientos antiinmigrantes, proteccionistas, localistas; por un renovado nacionalsocialismo nazi.

Muchas de estas adversidades no las padecíamos antes. Ahora, este adverso, extraño y negativo entorno multifactorial nos demuestra, que algo ha empeorado, algo o mucho, hemos hecho mal, y lo seguimos haciendo peor. Pero, las anteriores turbulencias globalizadas tienen un origen común. Ya se ha elaborado mucho de la agravante corrupción globalizada que afecta a todas las naciones, así como del capitalismo salvaje prevaleciente, sin principios ni valores, o de las fallas de una economía de mercado monopólico u oligopólico empobrecedor, concentrador de la riqueza, sin control gubernamental.

Sin embargo, una de las raíces que empeora la situación socioeconómica del mundo, consiste en el hecho de que las sociedades, no se han adaptado a la nueva vida, al nuevo mundo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, las TICS. Similar a la situación de las crisis sanitarias y de la transición demográfica, somos víctimas de nuestros propios éxitos científicos y tecnológicos. Mientras que los pueblos se empobrecen la gente aumenta su longevidad; y, hoy tenemos más viejos y más pobres. Las nuevas tecnologías impulsan la mecanización de las actividades laborales impulsando la productividad con ahorros de mano de obra; y enfrentamos el terrible desempleo.

Frente al cambio de preguntas, debemos encontrar nuevas respuestas, reconociendo que estamos inmersos en una revolución tecnológica, que está originando muchos cambios a una vertiginosa velocidad, la cual es mucho más intensa que todas las anteriores transformaciones de la humanidad. Las turbulencias se complican porque los actuales acuerdos institucionales, aún se basaban en anacrónicas teorías socioeconómicas que ya no funcionan como antes, porque esta revolución de las TICS cambió las preguntas. La revolución de las TICS estrecha la interdependencia y nos integra más unos a otros sin importar países, razas, credos, origen ni condiciones socioeconómicas. Así que, como a la globalización, con gran visión tenemos que identificar oportunamente sus componentes positivos para aprovecharlos y los negativos para contrarrestarlos.

De este título podríamos comentar que, como dijo el presidente López Obrador: “esto nos vino como anillo al dedo”. Hace 30 años, teníamos las respuestas de política económica, para enfrentar los problemas socioeconómicos y contestar las preguntas que inquietaban al pueblo. Pero cambiaron las preguntas.

El mundo y México se transforman abruptamente, en consecuencia, los problemas cambiaron, por lo que hoy no encontramos las respuestas a las novedosas preguntas, a los persistentes cuestionamientos, acerca de qué hacer para que nuestra economía crezca más, y cómo resolver los peligrosos problemas de la creciente miseria, en la que los corruptos gobiernos tienen sumido al pueblo.

Todo el mundo está enfrentando un grave desorden y crisis. Para empeorar, el año pasado nos sorprendió con una inédita pandemia global, el trágico Covid-19, que además de una terrible crisis sanitaria que aquí provoca miles de muertos, se degenera en otras cinco turbulencias funestas:

1.- Económica-productiva con cierres de negocios, y pérdida de empleos que incrementa millones de familias en pobreza; 2.- no prevalencia del Estado de Derecho, generando más corrupción, auge del narcotráfico, vandalismo, inseguridad, delincuencia, crímenes; 3.- crisis fiscal, desorden hacendario y financiero , concentración del ingreso, fuga de capitales, descoordinación internacional; 4.- peligroso incremento de la pobreza extrema que empeora el anárquico descontento popular, enojo social, divisionismo, incertidumbre y rencor contra las instituciones; y, 5.- naciones afectadas desde la esfera global, por los dogmáticos sentimientos antiinmigrantes, proteccionistas, localistas; por un renovado nacionalsocialismo nazi.

Muchas de estas adversidades no las padecíamos antes. Ahora, este adverso, extraño y negativo entorno multifactorial nos demuestra, que algo ha empeorado, algo o mucho, hemos hecho mal, y lo seguimos haciendo peor. Pero, las anteriores turbulencias globalizadas tienen un origen común. Ya se ha elaborado mucho de la agravante corrupción globalizada que afecta a todas las naciones, así como del capitalismo salvaje prevaleciente, sin principios ni valores, o de las fallas de una economía de mercado monopólico u oligopólico empobrecedor, concentrador de la riqueza, sin control gubernamental.

Sin embargo, una de las raíces que empeora la situación socioeconómica del mundo, consiste en el hecho de que las sociedades, no se han adaptado a la nueva vida, al nuevo mundo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, las TICS. Similar a la situación de las crisis sanitarias y de la transición demográfica, somos víctimas de nuestros propios éxitos científicos y tecnológicos. Mientras que los pueblos se empobrecen la gente aumenta su longevidad; y, hoy tenemos más viejos y más pobres. Las nuevas tecnologías impulsan la mecanización de las actividades laborales impulsando la productividad con ahorros de mano de obra; y enfrentamos el terrible desempleo.

Frente al cambio de preguntas, debemos encontrar nuevas respuestas, reconociendo que estamos inmersos en una revolución tecnológica, que está originando muchos cambios a una vertiginosa velocidad, la cual es mucho más intensa que todas las anteriores transformaciones de la humanidad. Las turbulencias se complican porque los actuales acuerdos institucionales, aún se basaban en anacrónicas teorías socioeconómicas que ya no funcionan como antes, porque esta revolución de las TICS cambió las preguntas. La revolución de las TICS estrecha la interdependencia y nos integra más unos a otros sin importar países, razas, credos, origen ni condiciones socioeconómicas. Así que, como a la globalización, con gran visión tenemos que identificar oportunamente sus componentes positivos para aprovecharlos y los negativos para contrarrestarlos.