/ domingo 18 de abril de 2021

Visión económica | Tragedia migratoria 2021

Las difíciles negociaciones con los socios y vecinos del país del norte se han complicado en los últimos días otra vez por el asunto de los migrantes. En efecto, en la historia reciente de relaciones de México y los Estados Unidos de América, siempre se ha destacado el grave problema de las crecientes migraciones de los mexicanos hacia el país vecino.

Actualmente es el más importante asunto prioritario de las relaciones bilaterales, que ahora tiene que ser atendido personalmente por la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, y por el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, debido a que hoy enfrentamos la mayor ola migratoria de las últimas décadas.

Ahora es tan grande este problema humanitario que las proyecciones más actualizadas y autorizadas en Estados Unidos, estiman que este año tendremos que atender 2 millones de cruces de personas indocumentadas, de los cuales un 10 por ciento, 200 mil, serían niños.

Este fenómeno de menores de edad refleja la crítica situación de pobreza, terror y miseria que sufren sus desesperadas familias al lanzar a sus niños solos hasta la frontera. Los niños migrantes incrementan nuestra situación de crisis humanitaria porque no tenemos las instalaciones adecuadas para atenderlos.

No hay donde acomodarlos y hasta en hoteles de Phoenix, Arizona, se tiene que alojar a las familias de los detenidos. El mes pasado se detectaron a más de 53 mil familias completas, en hoteles se les hospeda por varios días hasta que son procesados. En Nogales, la situación es trágica pues no hay recursos para recibirlos; y el DIF estatal, hace milagros para atenderlos bien con seguridad, calidez y trato humano.

Otra infausta primicia que se está presentando, es que ahora son más los mexicanos que los centroamericanos, quienes huyen de los infiernos de violencia e inseguridad, que sufren en sus regiones rurales marginadas. La dolorosa migración aumenta por violencia y pobreza en México y Centroamérica.

Además de las crisis sanitarias, económicas y sociales que provoca la pandemia del Covid-19 y obliga a los pobres a ir en busca del “sueño americano”; también la actitud del nuevo gobierno estadounidense, respetuosa de derechos humanos y a favor de corrientes migratorias, anima al pueblo pobre para arriesgar sus vidas e intentar cruzar la frontera a cualquier precio, en cantidades alarmantes.

De los 2 millones que intentan cruzar, (sólo en marzo pasado se detuvieron a 173,331), se estima que un 40% serían familias completas, un 50% serían solteros solos y el restante 10% los niños sin acompañantes.

Ahora peor, mientras las multitudes se aglomeran en la frontera en una crisis desbordada, el gobierno estadounidense de Joe Biden no cumple sus promesas de campaña, al mantener el bajísimo límite de admisiones de refugiados en sólo 15 mil, el menor histórico impuesto por Trump.

Aunque Biden anuncia que intentará aumentar el presupuesto de la Oficina de Revisión de Inmigración, con el fin de contratar a 100 nuevos jueces y acelerar los procedimientos de solicitudes de asilo que presentan los miles de migrantes.

Ante esta nueva avalancha humana, muchos estadounidenses están presionando a Biden para que mantenga la política de mano dura de Trump para contener la migración, por lo que los migrantes están rebotando en las fronteras con gravísimos problemas para nuestras ciudades fronterizas.

En consecuencia, tenemos una gran crisis humanitaria internacional que debemos atender de inmediato, no sólo entre México y los Estados Unidos, sino que sobre todo en los países centroamericanos como Guatemala, Honduras y el Salvador.

La solución de una reforma migratoria integral en los Estados Unidos que se nos escapó desde los mejores años del gobierno de Obama y Biden, vuelve a alejarse en este año por la pandemia del Covid-19; sin embargo, esta terrible tragedia debe ser atendida con el máximo interés por todos los países involucrados, porque la migración es responsabilidad internacional.

Tenemos que instrumentar una acción integral y coordinada entre todos dentro y fuera de las naciones, con una estrategia de inversiones tipo Plan Marshall que reconstruyó Europa después de la segunda guerra mundial; y para ello, el gobierno estadounidense invertirá este semestre 861 millones de dólares para obras en Centroamérica, como parte de un total de 4 mil millones de inversiones en infraestructura, generando empleos bien remunerados. México también canaliza cuantiosas inversiones en cuatro grandes megaproyectos de infraestructura, con impactos multiplicadores para el crecimiento regional del sur del país.

Las difíciles negociaciones con los socios y vecinos del país del norte se han complicado en los últimos días otra vez por el asunto de los migrantes. En efecto, en la historia reciente de relaciones de México y los Estados Unidos de América, siempre se ha destacado el grave problema de las crecientes migraciones de los mexicanos hacia el país vecino.

Actualmente es el más importante asunto prioritario de las relaciones bilaterales, que ahora tiene que ser atendido personalmente por la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, y por el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, debido a que hoy enfrentamos la mayor ola migratoria de las últimas décadas.

Ahora es tan grande este problema humanitario que las proyecciones más actualizadas y autorizadas en Estados Unidos, estiman que este año tendremos que atender 2 millones de cruces de personas indocumentadas, de los cuales un 10 por ciento, 200 mil, serían niños.

Este fenómeno de menores de edad refleja la crítica situación de pobreza, terror y miseria que sufren sus desesperadas familias al lanzar a sus niños solos hasta la frontera. Los niños migrantes incrementan nuestra situación de crisis humanitaria porque no tenemos las instalaciones adecuadas para atenderlos.

No hay donde acomodarlos y hasta en hoteles de Phoenix, Arizona, se tiene que alojar a las familias de los detenidos. El mes pasado se detectaron a más de 53 mil familias completas, en hoteles se les hospeda por varios días hasta que son procesados. En Nogales, la situación es trágica pues no hay recursos para recibirlos; y el DIF estatal, hace milagros para atenderlos bien con seguridad, calidez y trato humano.

Otra infausta primicia que se está presentando, es que ahora son más los mexicanos que los centroamericanos, quienes huyen de los infiernos de violencia e inseguridad, que sufren en sus regiones rurales marginadas. La dolorosa migración aumenta por violencia y pobreza en México y Centroamérica.

Además de las crisis sanitarias, económicas y sociales que provoca la pandemia del Covid-19 y obliga a los pobres a ir en busca del “sueño americano”; también la actitud del nuevo gobierno estadounidense, respetuosa de derechos humanos y a favor de corrientes migratorias, anima al pueblo pobre para arriesgar sus vidas e intentar cruzar la frontera a cualquier precio, en cantidades alarmantes.

De los 2 millones que intentan cruzar, (sólo en marzo pasado se detuvieron a 173,331), se estima que un 40% serían familias completas, un 50% serían solteros solos y el restante 10% los niños sin acompañantes.

Ahora peor, mientras las multitudes se aglomeran en la frontera en una crisis desbordada, el gobierno estadounidense de Joe Biden no cumple sus promesas de campaña, al mantener el bajísimo límite de admisiones de refugiados en sólo 15 mil, el menor histórico impuesto por Trump.

Aunque Biden anuncia que intentará aumentar el presupuesto de la Oficina de Revisión de Inmigración, con el fin de contratar a 100 nuevos jueces y acelerar los procedimientos de solicitudes de asilo que presentan los miles de migrantes.

Ante esta nueva avalancha humana, muchos estadounidenses están presionando a Biden para que mantenga la política de mano dura de Trump para contener la migración, por lo que los migrantes están rebotando en las fronteras con gravísimos problemas para nuestras ciudades fronterizas.

En consecuencia, tenemos una gran crisis humanitaria internacional que debemos atender de inmediato, no sólo entre México y los Estados Unidos, sino que sobre todo en los países centroamericanos como Guatemala, Honduras y el Salvador.

La solución de una reforma migratoria integral en los Estados Unidos que se nos escapó desde los mejores años del gobierno de Obama y Biden, vuelve a alejarse en este año por la pandemia del Covid-19; sin embargo, esta terrible tragedia debe ser atendida con el máximo interés por todos los países involucrados, porque la migración es responsabilidad internacional.

Tenemos que instrumentar una acción integral y coordinada entre todos dentro y fuera de las naciones, con una estrategia de inversiones tipo Plan Marshall que reconstruyó Europa después de la segunda guerra mundial; y para ello, el gobierno estadounidense invertirá este semestre 861 millones de dólares para obras en Centroamérica, como parte de un total de 4 mil millones de inversiones en infraestructura, generando empleos bien remunerados. México también canaliza cuantiosas inversiones en cuatro grandes megaproyectos de infraestructura, con impactos multiplicadores para el crecimiento regional del sur del país.