Hoy en día, la capital sonorense se encuentra rodeada de murales, esculturas y otras obras de arte que representan las emociones, perspectivas y creatividad de los artistas en Sonora, tal es caso de Darío Sotelo Badilla.
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A sus 39 años de edad, con una licenciatura en Artes Plásticas por la Universidad de Sonora, transmite sus conocimientos en el Instituto Vanguardia, así como en talleres de arte para esculpir las bases de futuros artistas.
Como parte de su trabajo, ha participado en la Ruta Escultórica de Hermosillo con la representación en tamaño real del vendedor de pitahayas; también es autor del monumento a la madre en Santa Ana.
Además ha logrado posicionarse en San Pedro de la Cueva, al presentar un tótem de concreto que representa el municipio y sus principales características que lo destacan.
Tras compartir su trayectoria en el arte de modelar el barro, tallar en piedra, madera y otros materiales para El Sol de Hermosillo, Darío Sotelo señaló que en años anteriores, cuando aún era estudiante era difícil contar con un espacio para mostrar una obra, lo que cambió de forma positiva.
“Siento que en Hermosillo en estos últimos años y actualmente, ha habido un golpe cultural que a veces a los que nos dedicamos al arte de repente como que nos cuesta verlo porque siempre queremos más, ahí va lo cultural agarrando fuerza”, reconoció.
La primera obra
Un recuerdo del maestro artesano, es la primera escultura que vendió a una compañera de Artes Plásticas, Catalina Arce Pacheco, una mujer de 63 años que a esa edad decidió estudiar secundaria, preparatoria y una carrera.
Como un punto de partida al tratarse de un busto, un retrato esculpido durante una clase, Darío logró el parecido de su modelo, quien aceptó en pagarle por su trabajo.
“Le gustó tanto la escultura y quedó tan igualita en parecido que le hice que me la quiso comprar, y yo le dije, te la regalo con mucho gusto, es una persona muy linda ella y una señora ya muy mayor”, recordó.
Sin embargo, su compañera insistió tanto en comprarla que la sensación de tener un pago por algo que haces le transmitió una enorme experiencia a Sotelo Badilla.
Posteriormente, sus conocimientos y talentos en el arte de la escultura le permitieron abrir los ojos a su profesión, al observar que su trabajo tenía recompensa, como ocurrió en un viaje significativo a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en la Ciudad de México.
A pesar de que no tenía la oportunidad de trasladarse por dificultades económicas, fue el mismo esfuerzo de Darío lo que permitió que otra de sus obras, pudiera venderse para nuevas oportunidades en su carrera.
“Yo no iba a ir porque no tenía dinero y llega un señor, mira la escultura y dice te la quiero comprar. El maestro me ayudó a ponerle precio y fue una ayuda muy buena para poder tener ese viaje para conocer otros talleres de arte y conocer a otros jóvenes con otra visión”, narró.
Conocimiento y experimentos
A pesar de los estudios que se llegaron a impartir en la Universidad de Sonora, los talleres y oportunidades que llegaron en viajes, logró participar con ocho estudiantes más en la Universidad de Chihuahua en un taller de fundición de bronce, así como en trabajos con resina.
Darío Sotelo llegó a involucrarse en proyectos y otras obras que forman parte de la cultura de Hermosillo, además de reconocer a sus compañeros escultores que dominan distintas técnicas.
“Están los Balderrama, está Marlon Balderrama que fue quien hizo el yaqui, el que está yendo para Obregón; muy pocos tienen esa infraestructura y ese conocimiento para una obra tan grande y es muy buena persona también”, resaltó.
El origen y su familia
Originario de Agua Prieta, Sonora, pero con su niñez y juventud en Santa Ana, Darío declaró que siempre tuvo la curiosidad de trabajar con plastilina, yeso y clases de artes plásticas.
A pesar de los pocos talleres que había en su ciudad, el apoyo de sus padres fue incondicional para que siempre pudiera hacer lo que quería, por lo que se armó de valor para dirigirse a Hermosillo y comenzar sus estudios.
“Siempre me alentaron al decir lo que tú quieras estudiar, así esté allá en México, que pues cuando estás de este lado del mundo acá en el pueblo se le hace algo muy lejos, nosotros te vamos a apoyar, gracias a Dios así fue”, expresó.
A pesar de ello, Darío recuerda aún que el terror por trabajar y que todo fuera bien era constante, logró vencerlo al adquirir todos los conocimientos que pudo de sus maestros.
Por otra parte, también indicó que en su camino se encontró rodeado de personas negativas que pretendían cortarle las alas, pero a pesar de ello continuó con lo que le gusta que es la escultura.
“Hay mucha gente tóxica, negativos, entonces yo creo que ahí entra mucho la voluntad que tengas realmente, la pasión que tengas y por supuesto la gente que te apoye, si no es tu familia pues no faltará el amigo que te aliente que te motive a seguir tus sueños”, manifestó Sotelo Badilla.
En el caso de obras públicas
También externó que el Monumento a la Madre, el que se encuentra en Santa Ana, actualmente en la Casa de la Cultura de dicha ciudad, la formó hace 12 años, con la técnica de cemento directo.
Al formar la obra, el Municipio le había pedido propuestas y conforme avanzó en su creación, agregó un acabado de rosa imitación piedra de cantera para colocar la figura en la iglesia y con sus padres como representación del autor.
“Yo quería que fueran mis papás como representación mía y me gustó darles esa satisfacción; cuando tú inauguras una escultura se te da la importancia como autor y yo no estuve ahí, pero sí mis papás y sé que estaban muy contentos”, expuso.
Mientras que en la escultura del vendedor de pitahaya, contó que ha obtenido buenos comentarios y que ha recibido fotografías de visitantes que buscan su nombre en redes para compartir su agrado.
“Esa es otra técnica, es un resina el proceso modelado en barro sobre una estructura y a eso le sacas un molde lo vas poniendo en un vaciado en este caso de resina con bronce, reforzada con fibra de vidrio”, explicó.
Asimismo, aclaró que las obras del recorrido escultórico los artistas utilizaron bronce sintético ya que las figuras de este material son más propensas al robo, mientras que la misma técnica que aplicaron garantiza mayor durabilidad.
“Representa a la persona que va y se pone esa friega como decimos ahí popularmente de ir al solecito a vender tu producto, un producto que muchas veces tú fuiste el que cortaste de allá del monte y es algo cansado; es la gente recia que trabaja que suda que está bronceada naturalmente no, entonces me gustó mucho hacerlo como homenaje a esa gente”, finalizó.