/ sábado 7 de diciembre de 2019

Hockey en Sonora ¡Ya son 20 años!

La espectacular disciplina llegó para quedarse con dos décadas llenas de éxitos y satisfacciones

El 15 de noviembre de 1999 llegó a tierras sonorenses una actividad que llamó poderosamente la atención, ya que lucía muy parecida al futbol soccer en cuanto a que había que correr de lado a lado de una cancha para introducir una pelota en un marco, pero ahora con un esférico mucho más ligero y de menores dimensiones, y para golpearlo ya no se usarían las piernas, sino unos bastones de manera.

En esa ya distante fecha podríamos decir “arribó” el hockey a la vida de los habitantes de la segunda entidad más grande del país, pues ese deporte, poco o nada conocido entre los sonorenses, empezó a jugarse en el marco de los preparativos hacia la Olimpiada Nacional 2000.

Y es que ese día de otoño pisó suelo sonorense la entonces promotora de la disciplina de los bastones, Edith Ramírez Arellano, quien jamás imaginó llegaría para quedarse como entrenadora de tiempo completo en Hermosillo.

“Antes de eso yo estaba trabajando alrededor del país, siguiendo una estrategia de promoción de la Federación Mexicana de Hockey; visité Yucatán, Michoacán, Durango, Coahuila y Veracruz, por citar algunas entidades, y aunque todavía me mantenía activa como atleta, estaba enfocada en impartir clínicas”, dijo Ramírez Arellano.

“Así estuve cuando en 1999 Sonora solicitó un entrenador por espacio de un año, el requisito era quedarse en ese lapso para implantar esa disciplina y desarrollarla de cara a la Olimpiada Nacional… acepté el contrato. Fue como empezó todo; aquí nunca se había jugado hockey, de hecho como anécdota, en la prensa lo escribían con jota”, señaló.

Por la puerta grande

El debut resultó excelente pues en esa Olimpiada Nacional Sonora no sólo entró al mapa del hockey, sino que uno de los seis equipos con los que alineó en el certamen, logró subirse al podio tras conseguir una medalla de plata en la rama femenil, en Guadalajara, Jalisco, sede de la edición del 2000 del deporte de los bastones.

“Los equipos los formamos tocando puertas, recuerdo muy bien que en las categorías mayores nos apoyamos con estudiantes de la ENEF y otros eran futbolistas, tanto mujeres como hombres, eso gracias a la disponibilidad del profesor Pedro Galindo, que en paz descanse, quien era entrenador de balompié y nos prestó jugadores; de esa primera generación recuerdo a Julio Penúñuri, Antonio Sánchez, Eliana Cota, Beatriz Guzmán, Sally Chávez y Ahideé Castillo (aún activa)”, agregó.

Dos años más tarde, en el 2001, platicó con una de sus excompañeras en la cancha, Silvia Solís Alvarado, quien acababa de terminar su ciclo como entrenadora nacional, ofreciéndole le “echara la mano” en Sonora, solamente por seis meses teniendo como meta la Olimpiada Nacional.

“Me tardé algo pero la convencí, tenía planes de irse a Canadá, estaba indecisa pues venía de ser entrenadora del seleccionado nacional femenil y aquí apenas estábamos iniciando… pese a todo decidió venir y desde entonces ella también vive aquí y sigue siendo parte de los grandes logros del hockey sonorense”.

Potencia nacional

Además de una excelsa cosecha de preseas el hockey sonorense tiene en sus vitrinas ocho títulos de Olimpiada Nacional -al ser la mejor entidad en la competencia- incluyendo una racha de tres coronas consecutivas, así como un año (2009) de cinco metales del máximo color y dos platas, llegando a siete finales, algo inusitado en ese torneo.

Asimismo, en esas dos décadas, más de 50 jugadores sonorenses de ambas ramas acumulan experiencia con el uniforme del equipo nacional recorriendo el mundo en todo tipo de torneos internacionales de diferentes categorías.

“Son muchos logros y grandes memorias, pero fue hasta el 2003 cuando decidí definitivamente quedarme a residir aquí, ese año, en Nuevo León, ganamos cuatro medallas de oro para ser campeones nacionales por primera vez, podríamos decir que dominamos todo pues también obtuvimos la mayoría de los trofeos individuales: mejores goleadores, jugadores más valiosos, portero estelar, entre otros”, señaló orgullosa.

Arellano y su legado

En ese 2003 Ramírez Arellano ganó el máximo galardón anual en Sonora: el Premio Estatal del Deporte en la modalidad de Entrenador; curiosamente, diez años después, en el 2013, el reconocimiento lo recibió Solís Alvarado.

Sin embargo, más allá de lo deportivo, Edith Ramírez, originaria de la Ciudad de México, acogió a Sonora como su segunda casa, resaltando la calidez y la cultura amistosa de las personas, aunque le costó trabajo adaptarse.

“Son personas de éxito y gente de bien, nos llenan de orgullo; ya son varias generaciones de jugadores y en veces, aquellos que ya cumplieron su ciclo, nos invitan personalmente a bodas o graduaciones, eso es una caricia del corazón y no tiene precio”, dijo.

Ramírez Arellano evoca momentos inolvidables en las dos décadas en Sonora, no obstante sacó a relucir la participación de cuatro atletas –dos de cada rama- y la suya en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 (en Buenos Aires, Argentina) como el máximo logro.

Ella apareció como una de las entrenadoras nacionales del equipo femenil en donde alinearon las jugadoras sonorenses Sofía Ruiz y Dayana Cuevas; en la varonil estuvieron Jorge Gómez y Matías Castillo, todos ellos en algún momento fueron sus discípulos.

“Era un sueño que se convirtió en realidad: estar en unos Juegos Olímpicos, ya lo conseguimos, ahora la siguiente meta es regresar y ganar ahí una medalla en esos mismo juveniles que serán en el 2020 (con sede en Dakar, capital del país africano de Senegal), aunque, claro, sería increíble llegar en un futuro a unos Juegos Olímpicos de mayores, para eso continuaremos trabajando”, finalizó.

El 15 de noviembre de 1999 llegó a tierras sonorenses una actividad que llamó poderosamente la atención, ya que lucía muy parecida al futbol soccer en cuanto a que había que correr de lado a lado de una cancha para introducir una pelota en un marco, pero ahora con un esférico mucho más ligero y de menores dimensiones, y para golpearlo ya no se usarían las piernas, sino unos bastones de manera.

En esa ya distante fecha podríamos decir “arribó” el hockey a la vida de los habitantes de la segunda entidad más grande del país, pues ese deporte, poco o nada conocido entre los sonorenses, empezó a jugarse en el marco de los preparativos hacia la Olimpiada Nacional 2000.

Y es que ese día de otoño pisó suelo sonorense la entonces promotora de la disciplina de los bastones, Edith Ramírez Arellano, quien jamás imaginó llegaría para quedarse como entrenadora de tiempo completo en Hermosillo.

“Antes de eso yo estaba trabajando alrededor del país, siguiendo una estrategia de promoción de la Federación Mexicana de Hockey; visité Yucatán, Michoacán, Durango, Coahuila y Veracruz, por citar algunas entidades, y aunque todavía me mantenía activa como atleta, estaba enfocada en impartir clínicas”, dijo Ramírez Arellano.

“Así estuve cuando en 1999 Sonora solicitó un entrenador por espacio de un año, el requisito era quedarse en ese lapso para implantar esa disciplina y desarrollarla de cara a la Olimpiada Nacional… acepté el contrato. Fue como empezó todo; aquí nunca se había jugado hockey, de hecho como anécdota, en la prensa lo escribían con jota”, señaló.

Por la puerta grande

El debut resultó excelente pues en esa Olimpiada Nacional Sonora no sólo entró al mapa del hockey, sino que uno de los seis equipos con los que alineó en el certamen, logró subirse al podio tras conseguir una medalla de plata en la rama femenil, en Guadalajara, Jalisco, sede de la edición del 2000 del deporte de los bastones.

“Los equipos los formamos tocando puertas, recuerdo muy bien que en las categorías mayores nos apoyamos con estudiantes de la ENEF y otros eran futbolistas, tanto mujeres como hombres, eso gracias a la disponibilidad del profesor Pedro Galindo, que en paz descanse, quien era entrenador de balompié y nos prestó jugadores; de esa primera generación recuerdo a Julio Penúñuri, Antonio Sánchez, Eliana Cota, Beatriz Guzmán, Sally Chávez y Ahideé Castillo (aún activa)”, agregó.

Dos años más tarde, en el 2001, platicó con una de sus excompañeras en la cancha, Silvia Solís Alvarado, quien acababa de terminar su ciclo como entrenadora nacional, ofreciéndole le “echara la mano” en Sonora, solamente por seis meses teniendo como meta la Olimpiada Nacional.

“Me tardé algo pero la convencí, tenía planes de irse a Canadá, estaba indecisa pues venía de ser entrenadora del seleccionado nacional femenil y aquí apenas estábamos iniciando… pese a todo decidió venir y desde entonces ella también vive aquí y sigue siendo parte de los grandes logros del hockey sonorense”.

Potencia nacional

Además de una excelsa cosecha de preseas el hockey sonorense tiene en sus vitrinas ocho títulos de Olimpiada Nacional -al ser la mejor entidad en la competencia- incluyendo una racha de tres coronas consecutivas, así como un año (2009) de cinco metales del máximo color y dos platas, llegando a siete finales, algo inusitado en ese torneo.

Asimismo, en esas dos décadas, más de 50 jugadores sonorenses de ambas ramas acumulan experiencia con el uniforme del equipo nacional recorriendo el mundo en todo tipo de torneos internacionales de diferentes categorías.

“Son muchos logros y grandes memorias, pero fue hasta el 2003 cuando decidí definitivamente quedarme a residir aquí, ese año, en Nuevo León, ganamos cuatro medallas de oro para ser campeones nacionales por primera vez, podríamos decir que dominamos todo pues también obtuvimos la mayoría de los trofeos individuales: mejores goleadores, jugadores más valiosos, portero estelar, entre otros”, señaló orgullosa.

Arellano y su legado

En ese 2003 Ramírez Arellano ganó el máximo galardón anual en Sonora: el Premio Estatal del Deporte en la modalidad de Entrenador; curiosamente, diez años después, en el 2013, el reconocimiento lo recibió Solís Alvarado.

Sin embargo, más allá de lo deportivo, Edith Ramírez, originaria de la Ciudad de México, acogió a Sonora como su segunda casa, resaltando la calidez y la cultura amistosa de las personas, aunque le costó trabajo adaptarse.

“Son personas de éxito y gente de bien, nos llenan de orgullo; ya son varias generaciones de jugadores y en veces, aquellos que ya cumplieron su ciclo, nos invitan personalmente a bodas o graduaciones, eso es una caricia del corazón y no tiene precio”, dijo.

Ramírez Arellano evoca momentos inolvidables en las dos décadas en Sonora, no obstante sacó a relucir la participación de cuatro atletas –dos de cada rama- y la suya en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 (en Buenos Aires, Argentina) como el máximo logro.

Ella apareció como una de las entrenadoras nacionales del equipo femenil en donde alinearon las jugadoras sonorenses Sofía Ruiz y Dayana Cuevas; en la varonil estuvieron Jorge Gómez y Matías Castillo, todos ellos en algún momento fueron sus discípulos.

“Era un sueño que se convirtió en realidad: estar en unos Juegos Olímpicos, ya lo conseguimos, ahora la siguiente meta es regresar y ganar ahí una medalla en esos mismo juveniles que serán en el 2020 (con sede en Dakar, capital del país africano de Senegal), aunque, claro, sería increíble llegar en un futuro a unos Juegos Olímpicos de mayores, para eso continuaremos trabajando”, finalizó.

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