No todo es miel sobre hojuelas para las abejas en Sonora, la criatura polinizadora por excelencia cuyo día simbólico es celebrado cada 20 de mayo: mientras este insecto ha dado mucho por la actividad agrícola, ha sido esta misma industria la que se ha encargado de destruirla.
ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!
El apicultor José Alfonso Yescas Nieto consideró que, en la cuestión de leyes para la protección de las abejas, la entidad se encuentra a la vanguardia, pues son pocos los estados los que genuinamente se han preocupado por este tema.
En junio del 2019, el Congreso local aprobó la Ley de Fomento Apícola y Protección de Agentes Polinizadores para el Estado de Sonora, donde se establecen las normas para la organización, protección, fomento, investigación, industrialización y la comercialización de los productos que se pueden obtener de estos insectos.
“No obstante, en la cuestión de hacer valer la ley, tanto la abeja como el apicultor siguen estando indefensos pues no hay sanciones ni multas ya que los reglamentos no se aplican”, manifestó el especialista.
De acuerdo con Yescas Nieto, quien también se dedica a salvar enjambres de abejas en la mancha urbana de Hermosillo, todavía no hay nada en la práctica que garantice que delitos como del robo de colmenas o destrucción de abejas sean penalizados.
Asimismo, no existe y ningún mecanismo ni institución que se dedique a ayudar a apicultores para detectar enjambres o establecer una brigada de rescate de estos para garantizar la vida de las abejas.
Las cosas siguen igual durante la pandemia
A pesar de que popularmente se crea que gracias al periodo de cuarentena los animales e insectos recuperan terreno debido a la ausencia de los humanos, esto ha probado ser erróneo para las abejas.
Yescas Nieto aseguró que la cantidad de enjambres sigue igual que el año pasado, pues la mayor concentración de abejas se encuentra en la costa de Hermosillo y los campos agrícolas, los cuales son parcialmente responsables de la destrucción de estos insectos.
“Los campos agrícolas siguen operando normalmente por ser una industria esencial, lo cual desestima cualquier oportunidad de las abejas para aumentar su población, pues los agricultores continúan usando pesticidas”, acusó.
Esta situación se ha dado año con año, los apicultores pueden llegar a perder la colmena completa y no hay una retribución por ello, pues la ley no ofrece mecanismos de concentración de la especie y beneficios para los apicultores, así como tampoco regulariza el uso de pesticidas.
Lo irónico del caso es que las abejas ayudan a duplicar las cosechas de alimentos como calabazas, sandía y jitomate debido a sus actividades de polinización, por lo que proceder sin tomar en cuenta esta pequeña criatura, sería asegurar que la miel no se hizo para los burros.