Andrea Aguirre es fotógrafa y se identifica como una mujer lesbiana. Se dio cuenta de su orientación desde que estaba en el jardín de niños y sentía atracción por otra niña.
“En ese tiempo yo no sabía que me gustaba porque no era lo que comúnmente te decían que tenía que pasar, porque naces con la figura de papá y mamá y es lo que tienes en tu mente que es amor y relación; en la primaria también me pasó, pero no sabía que me gustaban, sólo me sentía como nerviosa o si se me acercaban las niñas así lo sentía”, relató.
El lesbianismo es una orientación sexual que describe a una mujer que es atraída emocional y sexualmente hacia otras mujeres.
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Ya en la secundaria fue cuando se planteó la posibilidad de que era lesbiana, por lo que comprendió la situación, aunque trató de guardarlo, de manera que el proceso de aceptación no fue tan sencillo como tal vez pudo ser para otras personas con una orientación sexual diferentes a la tradicionalmente aceptada.
Pasaron varios años e incluso una relación con un hombre, durante los cuales se tuvo que guardar ese sentimiento y la atracción a otras mujeres, por lo que ocultar su verdadera orientación se volvió cada vez más complicado, de manera que hasta los 25 años tomó el coraje para aceptarlo y que los demás lo supieran.
Sin embargo, señaló que el estigma hacia el lesbianismo no está tan diferenciado de los hombres gays, sin embargo todavía es necesario crear espacios para mujeres lesbianas donde sea posible dialogar y reflexionar al respecto.
“Sí creo que está más normalizado el tener amigos gays que tener amigas lesbianas, siempre siento que algunas mujeres piensan que por ser lesbiana ya me tienen que gustar, no se entienden bien la diferencia de una amistad”, comentó.
Asimismo, señaló que para las mujeres lesbianas también es difícil “salir del clóset”, pues existe la tendencia de muchos hombres, en su mayoría heterosexuales, que buscan de alguna manera cambiar esa orientación sexual.
“En mi caso, era muy común que pensaran que me querían cambiar, me decían que me lo querían quitar, que no me han (…) bien. Muchos de esos tipos de comentarios que hacen los hombres sólo por ser lesbianas o se les hace fácil querer ser llevaditos porque nos gustan las mujeres y viene de la mano que se quieran poner al tú por tú por eso, pero también soy mujer y se debe respeto”, dijo.
Sobre el lenguaje inclusivo, mencionó que es importante educarse y aprender cómo utilizarlo, porque para muchas personas puede ser hasta ofensivo hablar de esa manera, por lo que la situación debe irse normalizando de a poco; de tal manera, el formar parte de una comunidad LGBT+ representa un gran apoyo para dialogar acerca de las realidades que vive cada persona.
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“Vamos a educarnos, vamos a platicar del tema, que vivan cosas que nosotros no hemos vivido y tener un poquito más de tolerancia y muchas cosas que usualmente no nos enseñan a tener. Gracias a la comunidad soy quien soy, no es por nada pero me siento una mujer muy chingona y amada y respetada más que nada por mi comunidad”, afirmó.
A esto añadió que las preferencias son distintas, pero es igual a cualquier otra persona, por lo que es de vital importancia que se comprenda la orientación y la individualidad de cada ser humano, porque de lo contrario pueden existir problemas muy grandes en la aceptación de cada persona. De ahí la importancia de asistir a terapias psicológicas para aceptarlo y no para convertir a otra persona.
“El amor para mí son las mariposas en la panza cuando se te acerca alguien, que te guste su olor aunque apeste, sentir que admiras a esa persona y te das cuenta que es algo más es súper bonito. Es una atracción tan fuerte que te das cuenta que es amor, que sueñas con esa persona. Un sentimiento tan fuerte que no lo puedes controlar, encuentras a esa persona que te pone la piel chinita cuando te habla”, puntualizó.
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