Por algo los europeos cuando pudieron atravesar el Océano Atlántico, quedaron estupefactos ante todo lo que veían sus ojos, tierras bellísimas y llenas de riquezas naturales como nunca lo habían visto sus ojos, el que después se le conoció como Continente Americano o simplemente América, sigue siendo un paraíso terrenal.
Con una variedad increíble de ecosistemas, el colorido de su flora y fauna, pero también de la orografía propia, que es de una gama pocas veces vista, así nos lo demuestra la parte norte del continente, en el Estado de Utah, en los Estados Unidos, esa zona árida y de formas rocosas insólitas, como parte del desierto de Arizona, que incluye entre otros espacios al Gran Cañón y otros sitios realmente atractivos.
Ahí se pueden encontrar muchos parajes con formaciones rocosas caprichosas, que la erosión del viento y el agua han ido moldeando a lo largo de millones de años y que dejan ver las capas y eras por las que han atravesado esas tierras y como si fuera una radiografía las dejan ver y las tiñen de diversas tonalidades.
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Lower Calf Creek Falls
Se encuentra al sur de Utah y es una especie de cañón con unas entradas de agua de un arroyo que encontró salida entre las rocas para formar una cascada y una especie de laguna, donde los visitantes suelen meterse a refrescarse y nadar por un rato, el marco es esplendoroso, como pocas veces.
Desde Phoenix son 983 kilómetros por carretera, pero es porque la carretera no va en línea recta, ya que una vez cruzando la frontera entre Arizona y Utah, se tiene que dar una vuelta enorme rodeando una masa montañosa que es conocida como el “Grand Staircase-Escalante National Monument”.
La idea es que si ya se anda por esos rumbos, es animarse a echarse esa vuelta porque realmente vale la pena, además que en toda esa zona se contemplan esos paisajes ocres que si bien son monocromáticos casi en su totalidad, poseen formas que parecen creadas por un artista abstracto, que no es otros que el propio viento.
Otras actividades que se puede realizar en esa zona, es el senderismo por toda las veredas que existen entre todos esos riscos erosionados y que rodean la cascada junto con la vegetación, si bien algo escueta, pero firme y verde por el arroyo que existe ahí, y que al mismo tiempo proveen de sombra para los paseantes.
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La caminata es de casi 10 kilómetros de ida y vuelta y toma a los excursionistas un promedio de 3 a 4 horas realizarlo. El sendero es arenoso y caminar sobre esa superficie puede ser agotador, especialmente con los climas cálidos que ahí predominan. Por el contrario, las cataratas proporcionan un refugio deliciosamente fresco y sombreado que hace que la caminata valga la pena.
Así que esa zona que hace millones de años estuvo sumergida en las aguas y que muestra orgullosa esa gama de pruebas que a primera vista delatan su longevidad y el gran recorrido que tiene nuestro planeta en la historia del universo, es como regresar a los inicios, como ir a tiempos previos del Big Bang.
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