El Fast Fashion es a la ropa lo que la comida rápida es a la industria alimenticia: ropa hecha a partir de materiales de mala calidad que contribuye a la explotación laboral y, debido a sus procesos de fabricación, daña el medio ambiente.
ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!
Andrea Carolina Soto Vázquez, dueña de la tienda de segunda mano Moda Circular, indicó que los negocios que incurren en el Fast Fashion emplean mano de obra en países poco desarrollados ofreciendo sueldos miserables.
“No se les paga lo que deberían, sólo una mínima cantidad y esto se aprovecha en países de escasos recursos como Bangladesh, China, Irán, Indonesia, donde hay sobrepoblación y hace falta el dinero”, sostuvo.
Esto también afecta el bolsillo de las personas que deciden comprar en los establecimientos que manejan este tipo de prendas pues, al ser de mala calidad, terminan por gastarse relativamente pronto.
Soto Vázquez sugirió a los consumidores permanecer alejados de tiendas como Stradivarius, Forever 21, Bershka, C&A y H&M, pues son responsables de distribuir ropa confeccionada con materiales desechables.
Ya lo había advertido la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) a través de la Revista del Consumidor de diciembre del año pasado que, al tener tanta ropa de baja calidad, resulta imposible reutilizarla o darle otro ciclo de uso.
Asimismo el documental The True Cost, disponible en Netflix, narra las terribles circunstancias laborales y las consecuencias en las que se ven envueltas las fábricas contratadas por la industria del Fast Fashion.
La propuesta de Moda Circular
Moda Circular, ubicada actualmente en la colonia Centenario pero próxima a restablecerse en la 5 de Mayo, propone no sólo la venta sino el trueque de prendas como parte de un proceso para reactivar la economía doméstica y quitarle terreno al Fast Fashion.
De acuerdo con Andrea Carolina Soto Valdez, las personas deben aprender a desprenderse de la ropa que tienen guardada sin un plan de uso, pues está comprobado que si un vestuario no se usó en más de un año, no se usará después.
“Es preciso que se dejen de estigmas las personas con respecto a comprar de segunda mano; es algo positivo y que no sólo nos va ayudar a nosotros a vestirnos sino a que nuestras prendas circulen y nuestra economía también”.
Agregó: “Hay que dejar de pensar que en algún punto eso que no nos probamos hoy nos lo vamos a poner después siendo que otra persona lo puede usar o le puede gustar aún más, así se fomenta lo que es el trueque y la venta de prendas que no utilizamos e incluso la donación”.
Moda Circular recolecta donaciones de ropa y, a través de un proceso de limpieza y de calidad para que estas puedan tener las condiciones sanitarias óptimas, se ponen a disposición de los clientes interesados; el precio se ve reflejado en el trabajo de restauración de las piezas.
A partir de estas iniciativas, según las palabras de Soto Valdez, comienza la concientización y una moda más ética: las personas comienzan a explorar qué es lo que se puede hacer con sus compras de ropa, trayendo consigo el resurgimiento de los bazares.
Debido a la crisis sanitaria, el negocio ha cambiado aspectos importantes como el trato al cliente, sin embargo aún atiende por citas previamente pautadas a través de su página de Instagram, donde además se ofrecen consejos sobre mantenimiento de ropa.
La iniciativa de la joven emprendedora ofrece una mirada más severa en los hábitos de consumo de las personas y sugiere que los cambios que hacen la diferencia en el mundo a veces empiezan con una mirada al clóset.