Los años formativos de una persona, extendiéndose más allá de la infancia hasta la preadolescencia y adolescencia, crean tendencias que acompañan a las personas hasta la adultez. Por eso, cuando Billie Eilish habla sobre el consumo de pornografía en niños y niñas, el mundo escucha.
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Durante el programa de radio “The Howard Stern Show” ,Billie confesó haber empezado a ver pornografía a la edad de 11 años, algo que en el momento le hacía sentirse “cool” pero que en retrospectiva, confesó en vivo, le ha causado daño.
La cantante, que está por cumplir 20 años, afirma que el contenido que consumía le “destruyó el cerebro”, en referencia a las falsas expectativas que le crearía al iniciar su vida sexual.
"Las primeras veces que, ya sabes, tuve sexo, no decía que no a cosas que no eran buenas. Era porque pensaba que eso era lo que se suponía que me atraía", recuenta Eilish, afirmando que el material abusivo y violento al que estuvo expuesta le impactó fuertemente.
Y es que, lejos de ser una cuestión moral, la exposición temprana a material pornográfico empieza a ser considerada como un problema de salud cuyas consecuencias pueden sentirse actualmente, y que habrá que enfrentar en los próximos años.
Efectos negativos
La psicología y la psiquiatría son claros en los efectos negativos que una exposición temprana a material pornográfico tiene en los niños y preadolescentes.
Actualmente se sabe que este es un factor que contribuye altamente en el surgimiento de conductas sexuales problemáticas, agresividad sexual, distorsión de los roles de género, objetificación de las mujeres y expectativas irreales sobre la sexualidad y las relaciones personales.
A los 11 años, como fue el caso de Billie Eilish, las personas no solo no se han desarrollado socioemocionalmente, sino que a nivel cognitivo todavía están en un proceso de desarrollo que continuará hasta pasados los veinte, por lo que les será muy difícil separar la pornografía de la realidad en el futuro.
Otro problema, derivado de los sentimientos de liberación de estrés y los estímulos que se reciben al consumir estos contenidos es la adicción, que se da en casos cuando la pornografía irrumpe en las actividades diarias de quien la padece, pudiendo generar problemas como bajo rendimiento, depresión y degradación de las relaciones interpersonales.
De forma aún más preocupante, según explica el portal Psychology Today, estudios apuntan a que una exposición temprana a material explícito aumenta el riesgo de niños y preadolescentes de ser víctimas de abuso o convertirse, por otro lado, en victimarios. Para algunas personas, el uso frecuente de pornografía puede generar deseos por contenido cada vez más extremo para compensar la desensibilización que surge.
No todos los niños y jóvenes que consumen pornografía crecerán con trastornos al llegar a la etapa adulta, pero la evidencia indica que es un factor de riesgo en desórdenes como la adicción al sexo y otros problemas de intimidad.
Protegiendo a las infancias
Al frente del combate al uso problemático de pornografía en la infancia están el cuidado parental y la educación sexual desde edad temprana, abordando tanto aspectos científicos como socioemocionales desde una forma adecuada para la edad.
Por otro lado, la principal vía de acceso actualmente al contenido pornográfico es el internet, donde se encuentra con muy fácil disponibilidad. Lejos de alejar a los niños del mundo conectado en que vivimos actualmente, se recomienda permitir un consumo limitado de internet con filtros parentales y tiempos determinados de conexión, y que sea realizado en espacios compartidos.
Mantener una comunicación saludable y empática con los niños es otro factor determinante para evitar conductas de riesgo, hablar sobre la representación del sexo, las relaciones y los roles de género que se presentan en los medios es una forma de prevenir que generen expectativas erróneas en sus años formativos.