/ martes 3 de agosto de 2021

No todos quieren vacunarse: ¿Cómo entender a los antivacunas?

Mientras que la mayor parte de la población espera tener pronto su esquema completo de vacunación, otras personas desconfían de las autoridades y las farmacéuticas

Cada día, desde el inicio de la campaña de vacunación, los centros de aplicación no tardan en llenarse de personas que acuden en búsqueda de esa dosis que, según las esperanzas de muchos, ayudará a traer de vuelta la vida anterior a la pandemia, la “vieja” normalidad. Sin embargo, otros no están tan convencidos.

Lee también: El viernes vacunarán contra Covid-19 a grupo de 18 a 29 años

Otras personas optarán por no acudir en el momento que su grupo de edad es llamado a registrarse para recibir la vacuna. Es el grupo conformado por los escépticos, los desconfiados y los divulgadores de conspiraciones, el movimiento antivacunas que ha tomado fuerza desde incluso antes del coronavirus y que con la llegada de la pandemia ha tenido su batalla más importante para legitimar sus posiciones.

El término “antivacunas” se utiliza para describir a un gran número de movimientos (que pueden no compartir el mismo origen o las mismas ideas) con opiniones desfavorables hacia la vacunación, ya sea buscando evitarla completamente o limitando su aplicación.

¿De dónde proviene la desconfianza hacia las vacunas y cuáles son sus efectos? Aunque cuando se discuten las ideas de estos grupos es común que sean atribuidas a personas con poco acceso a la información o incluso baja educación, la verdad podría ser más compleja que eso.

Personas de 50 a 59 años reciben la segunda dosis de su vacuna contra el Covid-19 en Hermosillo / Foto: Cecilia Saijas | El Sol de Hermosillo

No me quiero vacunar

Un ensayo publicado por miembros del grupo de investigación farmacéutica NEMA, de Estados Unidos, señala que existen muchas razones por las cuales las personas optan por no vacunarse, siendo una de las predominantes la desconfianza que existe hacia las autoridades de salud y las compañías farmacéuticas, mezclada con diferentes teorías de conspiración relacionadas a la naturaleza del Covid-19 y la elaboración de las propias vacunas.

Desde el inicio de la pandemia ha existido mucha incertidumbre alrededor de lo que sucede en el mundo, como si las estrategias de combate al virus de verdad funcionan o cuál es el origen de esta enfermedad. Este es el escenario ideal para que surjan explicaciones que aunque pueden no estar comprobadas, sí ofrecen una respuesta a las preguntas que las personas se hacen.

Foto: Mike Acosta | El Sol de Hermosillo

Un ejemplo de los temores que surgen, publicado anteriormente por El Sol de Hermosillo, es la presencia de chips u otros materiales peligrosos dentro de las vacunas, que a pesar de ser continuamente desmentida por médicos independientes de todo el mundo, continúa preocupando a un número importante de personas.

¿Por qué las personas creen en estas historias? En entrevista con El Sol de Hermosillo, Miguel Ángel Torres Ávila, psicólogo del colectivo Terapia y Género de Hermosillo, aclara que al no tener control sobre el futuro en términos de salud, como cuando se enfrenta una pandemia mundial, las personas tienden a buscar tranquilidad en explicaciones rápidas como aquellas que atribuyen la vacunación a un intento de control del gobierno, en el que para empezar muchas personas no confían.

“Las vacunas, por otro lado, implican involucrarse y confiar en que nuestro sistema de salud está haciendo lo correcto y en pro de nuestro bienestar”, contrasta.

Estas ideas, aunque fácilmente atribuidas a personas con menor acceso a la información, se han expandido entre todos los sectores de la población, incluso han ganado entre sus promotores a algunos profesionales de la salud. Con esto los movimientos antivacunas son considerados actualmente como riesgos activos para la salud pública en muchos países, especialmente aquellos más desarrollados como Estados Unidos y la Unión Europea, donde a pesar del estereotipo los movimientos antivacunas se han extendido más entre la población mejor acomodada económicamente.

Las redes sociales

Entre los principales factores para el crecimiento de los movimientos antivacunas está la popularidad que estas posturas han adquirido en las redes sociales. Diversos estudios en el rol de estas plataformas en la creación de opiniones coinciden en que las posiciones antivacunas, siendo más fáciles de entender y compartir que la información científica legítima, tiende a expandirse más rápidamente.

Aún más, una vez que las personas buscan información en buscadores o redes sociales y terminan encontrándose con información que busca desacreditar a las vacunas es probable que les sean mostrados más de estos contenidos en el futuro, creando un círculo en el que es difícil encontrarse con opiniones alternativas una vez que se cae dentro. Según una investigación publicada el año pasado en la revista Nature, los puntos de vista antivacunas serán predominantes en los espacios virtuales en los próximos 10 años.

Foto: Archivo | El Sol de Hermosillo

Efectos

Hernando Baquero y Juan Alfredo Fernández, para la Revista de la Universidad Industrial de Santander consultada por El sol de Hermosillo, advierten que a diferencia de otras creencias consideradas pseudocientíficas, es decir que se derivan de argumentos que parecen científicos pero que no lo son, el movimiento antivacunas tiene un impacto directo en la salud pública. Su peligro aumenta entre más gente decide no vacunarse.

Este martes el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, señaló que actualmente el 97 por ciento de las personas hospitalizadas por Covid-19 no recibieron ninguna vacuna. Esto coincide con las tendencias reportadas en otros lugares del mundo, donde la mayoría de las muertes y contagios corresponden a estos grupos, muchos de ellos no vacunados por su propia voluntad.

Foto: Ricardo Sánchez | El Sol de Hermosillo

Países como España, Colombia, Francia y Estados Unidos han preparado medidas contra los movimientos antivacunas, que van desde campañas de información hasta restricciones para aquellas personas que no estén vacunadas, quienes quedarán exentas de actividades sociales o la entrada a negocios.

¿Cuál es la verdadera manera de lidiar con esta problemática? Algunos expertos opinan que el escepticismo que ha surgido alrededor de las vacunas muestra una tendencia positiva en los individuos a pensar de forma crítica e independiente. Esto no significa, claramente, que sus ideas sean correctas, pero sí demuestra que existe el deseo de informarse.

Recientemente, el secretario de Salud en Sonora, Enrique Clausen Iberri, lamentó la polarización que se ha presentado en la entidad ante las vacunas, especialmente por aquellas personas que deciden no vacunarse por desconfianza debido a los contenidos que ven en las redes.

“En ninguna de estas creencias hay una evidencia científica que diga que no te debes vacunar”, lamenta el secretario. Lo que es cierto a pesar de esto es que las personas lo creen, y la forma de cambiar su perspectiva o de prevenir que las población indecisa caiga en estas posturas es todavía motivo de debate.

Fuentes consultadas coinciden en que en el futuro la comunidad científica y las autoridades de salud deberán mejorar el cómo presentan la información al público, dando discusión abierta y accesible a los temas que preocupan a las personas sobre las vacunas.

Cada día, desde el inicio de la campaña de vacunación, los centros de aplicación no tardan en llenarse de personas que acuden en búsqueda de esa dosis que, según las esperanzas de muchos, ayudará a traer de vuelta la vida anterior a la pandemia, la “vieja” normalidad. Sin embargo, otros no están tan convencidos.

Lee también: El viernes vacunarán contra Covid-19 a grupo de 18 a 29 años

Otras personas optarán por no acudir en el momento que su grupo de edad es llamado a registrarse para recibir la vacuna. Es el grupo conformado por los escépticos, los desconfiados y los divulgadores de conspiraciones, el movimiento antivacunas que ha tomado fuerza desde incluso antes del coronavirus y que con la llegada de la pandemia ha tenido su batalla más importante para legitimar sus posiciones.

El término “antivacunas” se utiliza para describir a un gran número de movimientos (que pueden no compartir el mismo origen o las mismas ideas) con opiniones desfavorables hacia la vacunación, ya sea buscando evitarla completamente o limitando su aplicación.

¿De dónde proviene la desconfianza hacia las vacunas y cuáles son sus efectos? Aunque cuando se discuten las ideas de estos grupos es común que sean atribuidas a personas con poco acceso a la información o incluso baja educación, la verdad podría ser más compleja que eso.

Personas de 50 a 59 años reciben la segunda dosis de su vacuna contra el Covid-19 en Hermosillo / Foto: Cecilia Saijas | El Sol de Hermosillo

No me quiero vacunar

Un ensayo publicado por miembros del grupo de investigación farmacéutica NEMA, de Estados Unidos, señala que existen muchas razones por las cuales las personas optan por no vacunarse, siendo una de las predominantes la desconfianza que existe hacia las autoridades de salud y las compañías farmacéuticas, mezclada con diferentes teorías de conspiración relacionadas a la naturaleza del Covid-19 y la elaboración de las propias vacunas.

Desde el inicio de la pandemia ha existido mucha incertidumbre alrededor de lo que sucede en el mundo, como si las estrategias de combate al virus de verdad funcionan o cuál es el origen de esta enfermedad. Este es el escenario ideal para que surjan explicaciones que aunque pueden no estar comprobadas, sí ofrecen una respuesta a las preguntas que las personas se hacen.

Foto: Mike Acosta | El Sol de Hermosillo

Un ejemplo de los temores que surgen, publicado anteriormente por El Sol de Hermosillo, es la presencia de chips u otros materiales peligrosos dentro de las vacunas, que a pesar de ser continuamente desmentida por médicos independientes de todo el mundo, continúa preocupando a un número importante de personas.

¿Por qué las personas creen en estas historias? En entrevista con El Sol de Hermosillo, Miguel Ángel Torres Ávila, psicólogo del colectivo Terapia y Género de Hermosillo, aclara que al no tener control sobre el futuro en términos de salud, como cuando se enfrenta una pandemia mundial, las personas tienden a buscar tranquilidad en explicaciones rápidas como aquellas que atribuyen la vacunación a un intento de control del gobierno, en el que para empezar muchas personas no confían.

“Las vacunas, por otro lado, implican involucrarse y confiar en que nuestro sistema de salud está haciendo lo correcto y en pro de nuestro bienestar”, contrasta.

Estas ideas, aunque fácilmente atribuidas a personas con menor acceso a la información, se han expandido entre todos los sectores de la población, incluso han ganado entre sus promotores a algunos profesionales de la salud. Con esto los movimientos antivacunas son considerados actualmente como riesgos activos para la salud pública en muchos países, especialmente aquellos más desarrollados como Estados Unidos y la Unión Europea, donde a pesar del estereotipo los movimientos antivacunas se han extendido más entre la población mejor acomodada económicamente.

Las redes sociales

Entre los principales factores para el crecimiento de los movimientos antivacunas está la popularidad que estas posturas han adquirido en las redes sociales. Diversos estudios en el rol de estas plataformas en la creación de opiniones coinciden en que las posiciones antivacunas, siendo más fáciles de entender y compartir que la información científica legítima, tiende a expandirse más rápidamente.

Aún más, una vez que las personas buscan información en buscadores o redes sociales y terminan encontrándose con información que busca desacreditar a las vacunas es probable que les sean mostrados más de estos contenidos en el futuro, creando un círculo en el que es difícil encontrarse con opiniones alternativas una vez que se cae dentro. Según una investigación publicada el año pasado en la revista Nature, los puntos de vista antivacunas serán predominantes en los espacios virtuales en los próximos 10 años.

Foto: Archivo | El Sol de Hermosillo

Efectos

Hernando Baquero y Juan Alfredo Fernández, para la Revista de la Universidad Industrial de Santander consultada por El sol de Hermosillo, advierten que a diferencia de otras creencias consideradas pseudocientíficas, es decir que se derivan de argumentos que parecen científicos pero que no lo son, el movimiento antivacunas tiene un impacto directo en la salud pública. Su peligro aumenta entre más gente decide no vacunarse.

Este martes el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, señaló que actualmente el 97 por ciento de las personas hospitalizadas por Covid-19 no recibieron ninguna vacuna. Esto coincide con las tendencias reportadas en otros lugares del mundo, donde la mayoría de las muertes y contagios corresponden a estos grupos, muchos de ellos no vacunados por su propia voluntad.

Foto: Ricardo Sánchez | El Sol de Hermosillo

Países como España, Colombia, Francia y Estados Unidos han preparado medidas contra los movimientos antivacunas, que van desde campañas de información hasta restricciones para aquellas personas que no estén vacunadas, quienes quedarán exentas de actividades sociales o la entrada a negocios.

¿Cuál es la verdadera manera de lidiar con esta problemática? Algunos expertos opinan que el escepticismo que ha surgido alrededor de las vacunas muestra una tendencia positiva en los individuos a pensar de forma crítica e independiente. Esto no significa, claramente, que sus ideas sean correctas, pero sí demuestra que existe el deseo de informarse.

Recientemente, el secretario de Salud en Sonora, Enrique Clausen Iberri, lamentó la polarización que se ha presentado en la entidad ante las vacunas, especialmente por aquellas personas que deciden no vacunarse por desconfianza debido a los contenidos que ven en las redes.

“En ninguna de estas creencias hay una evidencia científica que diga que no te debes vacunar”, lamenta el secretario. Lo que es cierto a pesar de esto es que las personas lo creen, y la forma de cambiar su perspectiva o de prevenir que las población indecisa caiga en estas posturas es todavía motivo de debate.

Fuentes consultadas coinciden en que en el futuro la comunidad científica y las autoridades de salud deberán mejorar el cómo presentan la información al público, dando discusión abierta y accesible a los temas que preocupan a las personas sobre las vacunas.

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