En un reciente artículo publicado en Frontiers in Psychology evidenció una tendencia que existe entre las personas con trastorno límite de la personalidad a esperar lo peor de las personas, sin embargo esta no es una receta para la salud y la felicidad psicológica.
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“Los pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP) muestran reacciones intensas al abandono percibido, un alto grado de desconfianza y una percepción negativa distorsionada de los demás. Ellos malinterpretan las señales sociales con un sesgo negativo pronunciado, o no perciben con precisión las señales positivas y neutrales”, compartieron los investigadores dirigida por Evelyn Levay de la Universidad Simmelweis en Hungría.
Un claro ejemplo que se muestra en la investigación es que las personas con TLP tienen más probabilidades de calificar a una persona como no confiable cuando ven una foto neutral de su rostro que las personalidades no fronterizas.
Con el propósito de investigar más a fondo el vínculo entre la desconfianza y el trastorno límite de la personalidad, Levay y su equipo de investigación reclutaron a 60 adultos (30 diagnosticados con TLP y 30 individuos sanos) para participar en un experimento en persona de 15 minutos.
En el experimento, se pidió a los participantes que tomaran una serie de decisiones monetarias hipotéticas, dividiendo una suma de dinero entre ellos y otra persona.
Los participantes podían tomar decisiones egoístas, ya sea quedándose con la mayor parte del dinero para ellos mismos, decisiones equitativas, dividiendo el dinero entre ellos y la otra persona o decisiones altruistas, donde ofrecen al otro jugador más dinero del que guardaban para sí mismos.
Los investigadores también pidieron a los participantes que pronosticaran cómo actuaría el otro jugador cuando se les dieran las mismas opciones, entonces descubrieron que, si bien las personas con trastorno límite de la personalidad mostraban la misma cantidad de generosidad en el juego que los individuos sanos, esperaban que los demás actuaran de forma más egoísta que los individuos sanos.
“Nuestra idea tentativa para explicar esta diferencia está relacionada con el historial de desarrollo de los pacientes con TLP, el maltrato, la negligencia y el abuso tempranos son un factor importante en el TLP. El patrón que encontramos podría derivar de un entorno familiar donde la cooperación del niño era obligatoria, mientras que el entorno no la correspondía, pues su cooperación fue recibida con egoísmo y desprecio por las necesidades del niño", señalaron los investigadores.
Por tal motivo se percataron que la idea cuadraba con otro estudio reciente que sugiere que el trastorno límite de la personalidad tiene sus raíces en el trauma de la primera infancia más que en la vulnerabilidad genética.
Como resultado del experimento se descubrió que las personas con trastorno límite de la personalidad se comportaron tan generosamente como las personas sanas, es decir el instinto de una persona de ser justo puede no verse afectado por el TLP.
"Se ha establecido que las personas con TLP son sensibles a la injusticia y que, aunque el comportamiento cooperativo real se ve afectado en el TLP, lo más probable es que sea la parte reactiva de la cooperación, es decir, la capacidad de perdonar y no tomar represalias. - eso muestra un impedimento, no su propensión a ser justos”, explicaron.
Los autores esperan que su trabajo conduzca a un progreso en el desarrollo de tratamientos efectivos para el trastorno límite de la personalidad.
"La mayoría de las terapias basadas en la evidencia del TLP abordan la desconfianza de alguna manera, hay psicoterapias efectivas, como la terapia de esquemas, la terapia dialéctica-conductual, la terapia basada en la mentalización y la terapia centrada en la transferencia, aunque alrededor de la mitad de los pacientes en estos estudios no cambiaron sustancialmente, un papel esencial en la no respuesta a la terapia”, concluyeron.
