Desde el inicio de la vacunación contra el Covid-19, e incluso desde el comienzo de la pandemia misma, las especulaciones y teorías de conspiración sobre el biológico comenzaron a surgir a una velocidad casi tan sorpresiva como la de su desarrollo.
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La más reciente, y la que nos reúne aquí el día de hoy, es aquella que surge de las dudas sobre “lo que nos están poniendo” en las vacunas, surgida de videos publicados en redes sociales que muestran como objetos, metálicos o no, se quedan pegados en el punto donde recibieron la vacuna contra el coronavirus, llegando a conclusiones tan diversas como la presencia de metales en la fórmula del biológico a microchips de localización por parte de los gobiernos mundiales, pero ¿qué de cierto hay en todo esto?
Surgido, y cómo no, de Estados Unidos, la teoría se materializó en el llamado “Magnet Challenge” (o reto del imán), donde personas supuestamente vacunadas se han unido para probar de una vez por todas los planes ocultos detrás de la vacunación en el mundo.
Desafortunadamente, según estiman expertos tanto en el campo médico como en la física, la única amenaza ante la que se encuentran las personas que han visto un tenedor pegándose a su brazo es la de la desinformación o una piel un poco más grasosa de la cuenta, o ambas en el peor de los casos.
Microchips
Lisa Morici, profesora en la Escuela de Medicina de la Universidad Tulane, en aclaraciones presentadas al proyecto factcheck.org dedicado a aclarar este tipo de conspiraciones, hizo énfasis en que los ingredientes de las vacunas son en muchos casos de orden público y en gran parte se componen de ingredientes encontrados en numerosas comidas y medicinas.
“Los ingredientes en las vacunas de ARN mensajero y adenovirus son simplemente ARN/ADN, lípidos, proteínas, sales y azúcares”, señala.
La experta también aclara que, incluso, aunque los microchips modernos pueden tener tamaños extremadamente reducidos (medidos en micrones), los componentes de las vacunas son nanopartículas (medidas en nanómetros), alrededor de mil veces más pequeñas, por lo que sería imposible la implantación de un chip de este tamaño, mucho menos aún con una propiedad magnética suficiente para atraer objetos mucho más grandes como una moneda o un tenedor, ya que los componentes utilizados en estas piezas tampoco no contienen elementos ferromagnéticos.
¿Entonces por qué se pega el tenedor?
La buena noticia es que hay causas mucho más factibles que el magnetismo en las vacunas para que objetos pequeños de metal se peguen a la piel, pero antes de descartar la idea vale la pena analizar lo que dicen los expertos.
Como explica Michael Coey, profesor en la Escuela de Física de la Universidad de Irlanda, para la agencia de noticias Reuters, se necesitaría alrededor de un gramo de hierro para atraer un imán en el sitio de la inyección, una cantidad que sería notable dado que las dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna son menores a un mililitro. De igual forma cualquier componente magnético sería fácil de identificar de estar presente realmente.
Aunque sería imposible hablar por todos los videos que se han subido alrededor de esta teoría de conspiración, los cuales pueden ser engañosos por la utilización de adhesivos trucos de edición, sí que es posible entender lo que pasa si intentas el truco de primera mano, habiendo recibido la vacuna o no.
Condiciones como la humedad o la cantidad de aceites naturalmente presentes en la piel pueden causar que objetos pequeños se peguen a diferentes partes del cuerpo, como una moneda o un pequeño imán. Otros factores como la inclinación de la superficie, cuando es favorable, pueden ayudar a que objetos más grandes puedan permanecer sin resbalarse, como un tenedor o hasta un celular.
Ante cualquier sombra de duda, el ilusionista e investigador en asuntos paranormales y pseudocientíficos, James Randi, ya ha probado anteriormente el poder fulminante del talco para desmentir a un afamado “hombre imán”, que a partir de ese momento debió continuar su carrera como el “hombre pegajoso”.