Ayudar a los adultos mayores que se encuentran desamparados y sin familia, ha sido durante muchos años la labor social del Asilo Juan Pablo II, donde actualmente tienen su hogar 32 personas adultas entre mujeres y hombres.
Al visitar el lugar se puede percibir una energía alegre, divertida y amorosa por parte de los señores y señoras que conviven día a día, pues a pesar que la mayoría no cuenta con una salud estable, se siguen manteniendo contentos y platicadores.
Tal es el caso de Ramón Bracamontes Miranda, de 73 años, quien siempre se ha sentido cómodo en el Asilo, pues ha encontrado compañerismo sincero y sobre todo atención por parte de quienes lo atienden diariamente.
“Mi mejor amigo de aquí se llama Gonzalo, lo miro como hermano; si me traen tres peras le doy la mitad de cada una, no tiene a nadie él, más que a mí. Los dos somos muy buenos amigos”, expresó.
Originario de la Mesa del Seri, Sonora, fue abandonado por su padre desde que él tenía 8 años, su madre fue quien se hizo cargo de Ramón y de sus 10 hermanos, contó que desde pequeño vivió humildemente pero al crecer e independizarse jamás le faltó el dinero.
“Trabajaba de todo, trabajé en recursos hidráulicos, también en la Junta de Agua pero hace 13 años me cortaron la pierna derecha porque me cayó gangrena, pero bueno, aquí estamos y me siento muy bien”, contó.
Junto a Ramón, hay otros 31 compañeros a los que les gusta platicar con todas las personas que se dan un momento para escuchar sus historias, pues lo que más ocupan es socializar y ser escuchados.
Un poco de Historia
El origen del Asilo Juan Pablo II, data desde 1936, recordó Ignacio Lagarda, cronista municipal, todo comenzó cuando el señor Matías Cázares les daba de comer a los indigentes que llegaban a pedir ayuda en su negocio particular, la emblemática Botica Cruz Rosa.
“Años más tarde, el señor Cázares le solicitó al gobernador del Estado, el General Jesús Gutiérrez Cázares que les donara una propiedad que se utilizaría de albergue y comedor para los necesitados, así nació con el nombre de Asilo de Mendigos de las Damas de la Caridad”, contó.
Fue en 1947 cuando se cambió el asilo a un edificio, ubicado en las calles Reyes y Jalisco, (hoy Reyes y Luis Encinas), especialmente pensado para adultos mayores, y años más tarde fue nombrado Asilo Juan Pablo II.
Por otro tema, Guadalupe Quintero, quien ha sido directora de la institución durante 30 años, considera que ha sido un tiempo bastante agradable y gratificante el poder convivir con los adultos mayores.
“Ha sido muy bueno atender a los adultos mayores que son personas que necesita mucha ayuda, son personas que han sufrido mucho, que no han sido valoradas; sus trabajos han sido muy agobiantes”, indicó.
La casa hogar cuenta con 60 espacios, pero hoy solamente pueden atender a los 32 adultos mayores, ya que algunos señores y señoras padecen de alguna discapacidad, por lo que se duplica el trabajo.
“Es difícil atender a todos, tenemos poco personal, entre hombres y mujeres, la institución tiene un patronato, pero la comunidad es muy noble, siempre nos han ayudado con alimentos, material de limpieza, cobija, ropa, pues todo es bien recibido”, dijo.
El Asilo Juan Pablo II tiene sus puertas abiertas para todo público en un horario de lunes a viernes, de 10:00 a 12:00 horas y de 15:00 a 17:00 horas, por los fines de semana de 10:00 a 12:00 horas.
El espacio que todavía queda es únicamente para personas adultas que pueden hacerse valer por sí solas y no tienen familia.