Desde 1948 la Botica del Pueblo es una opción para miles de hermosillenses que han padecido cualquier tipo de enfermedad. Fundada por Celia Irma Garibaldi Norton, el negocio ha sobrevivido, incluso a los tiempos de pandemia.
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Óscar Hugo Rico Garibaldi, hijo de Celia y actual administrador del establecimiento narró que su madre egresó de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Sonora y fue la cuarta persona en graduarse en 1948, cuando decidió abrir este establecimiento, con el apoyo de un crédito de 2 mil pesos.
“Hicieron esa farmacia en ese local rentado que sigue siendo rentado y ahí está, desde 1948 con el mismo nombre, después vinieron los medicamentos de marca y ahora han vuelto otra vez los medicamentos genéricos, tal como empezó originalmente, nomás que antes las farmacias hacían los medicamentos y el doctor recetaba el producto químico”, contó.
El entrevistado mencionó que actualmente no fabrican productos ni se elaboran pastillas; sin embargo, ha sido un negocio que ha logrado sobrevivir, pero como todos los pequeños negocios, tiene sus altas y bajas.
A decir del propietario del negocio, al lugar acudían curanderos de diferentes comunidades indígenas para elaborar los medicamentos que eran recetados por el doctor Domingo Olivares.
“En las grandes farmacias llega gente con una receta y aquí llega más bien alguien que busca un remedio, una pomada, son clientes diferentes, llega gente mayor y busca algo para sus dolencias, no van a ir con un médico, es rentable y sobrevive; no es un negocio para hacerte millonario, pero sobrevive”, dijo.
Con la llegada de la pandemia del Covid-19, las personas llegaban al establecimiento, buscando cubrebocas, gel antibacterial, con la diferencia de que cuando un producto escasea, se fabrica de manera inmediata por ellos mismos.
“Los fundadores fueron mi abuelo y mi mamá, para esos años tenía 19 años cuando egresó de la universidad, era una mujer de esos años que logró sobrevivir, ahí la conoció mi papá” detalló.
Rico Garibaldi señaló que la idea es que este negocio siga ofreciendo sus productos como habitualmente lo ha hecho desde hace 73 años y se ha convertido en una tradición para la ciudadanía hermosillense.