/ lunes 25 de diciembre de 2023

Comerciantes buscan incentivar ventas con la Villa Navideña

Pese a la mejoría en el ingreso de las personas, el comercio no ha logrado recuperar los niveles de pre pandemia

El comercio local no ha logrado recuperarse al 100% de las afectaciones que le provocó la pandemia pues, a pesar de que, poco a poco la economía de las personas ha mejorado, las ventas siguen sin estar a los niveles que solían tener.

En ese sentido, se buscan estrategias para incentivar a las familias hermosillenses a que consuman los productos locales.

Con la llegada de la época navideña, y con la intención de ofrecer una experiencia diferente para que la ciudadanía pueda pasar un buen rato y, además consumir algunos productos, comerciantes y artesanos pertenecientes a Grupo Raíces decidieron crear una Villa Navideña, lugar donde las familias pueden pasar un rato divertido, degustar típicos antojitos mexicanos y platillos de temporada, y también tomarse fotografías con Santa.

Lee también: Ideas de regalos económicos para Navidad: confía en el encanto de los detalles

En qué consiste el proyecto de la Villa Navideña

“La villa consiste en que las familias vengan a divertirse, a pasar la tarde aquí, a tomarse la foto con Santa, además de que tenemos comida para venir a cenar, somos el único espacio que vende comida aquí en todo catedral, no hay tostitos, nada de eso, simplemente comida, carne asada, tacos al pastor, pizza, tenemos de todo”, expresó Martha Velasco.

La integrante de Grupo Raíces dijo que son en total 28 comerciantes los que están ubicados en la Villa Navideña, entre artesanos y vendedores de comida. También se ha instalado un inflable y otras secciones para los más pequeños, para que puedan pasar un rato agradable y divertido, además de que, cada noche llega Santa en su trineo, con quien pueden tomarse fotos.

La organización ha sido fundamental para poder llevar a cabo este proyecto, sin embargo, todos han puesto de parte, dijo, y se apoyan para lograr atraer a los clientes, ya que la situación ha sido difícil durante el año y esperan que esta temporada puedan mejorar las cosas.

“Ha sido un año estresante y complicado, pero esperamos que mejore. La iluminación llama mucho la atención y nosotros estamos poniendo esta villa a manera de invitación a la gente, que nos vean desde allá (catedral) y se animen a venir. Traíamos desde hacía tiempo esta idea de crear una villa por el espíritu navideño, no se había concretado hasta ahora y pues creemos que ha sido un buen resultado”, expresó.

Puedes encontrar de todo

La llegada del negocio de tacos a Sonora coincidió con las fechas de la ExpoGan / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Por su parte, Luis Enrique Oliver, quien también pertenece a Grupo Raíces puntualizó que son un comercio gastronómico, principalmente, y de artesanías, donde la gente puede encontrar todo tipo de platillos como quesadillas, tacos, tortas, pizza, hot dogs, aguas frescas, champurrado, elotes, entre otras cosas.

Aunque entre semana la afluencia de personas no suele ser muy alta, de viernes a domingo sí han visto un incremento considerable, mencionó, siendo los domingos cuando mayor cantidad de personas acuden a la plaza. Una de las dinámicas que más le ha gustado ha sido cuando las familias acuden con sus mascotas, pues se crea un buen ambiente y también pueden aprovechar para adquirir algún artículo para estas.

Por otro lado, de acuerdo con la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Fecanaco) en Hermosillo, en lo que va del mes de diciembre el comercio ha registrado un ligero incremento del 20% en las ventas, por lo que esperan que la situación permanezca igual para que el sector pueda tener una buena recuperación.

Un negocio familiar que recorrió todo Sonora

¿Qué es lo que más extrañas?... “A mi papá”, respondió sin dudarlo un segundo. “Y extraño mucho andar en los pueblos…”.

Para Luis Enrique Oliver Ocaño el valor de la familia importa, y mucho. A pesar de que las Navidades ya no son lo mismo desde hace ocho años, cuando su padre falleció, para él y sus hermanos, así como su madre, la unión y el amor que se tienen lo es todo. Y mantienen vivo el recuerdo de aquellas aventuras que pasaron en familia, recorriendo los pueblos de Sonora.

“Fue muy padre porque, obviamente pasamos tormentas, fríos, muchísimas desveladas, pero de las buenas. A veces le digo a mi mamá ‘traigo un cansancio como cuando trabajábamos con mi papá’, era un cansancio tan rico, pero rico, rico. Trabajábamos, pero también ganábamos nuestro dinerito. Y, gracias a Dios de ahí salió para pagarnos la escuela”, relató en entrevista exclusiva para El Sol de Hermosillo.

Super Taquería Los Ases ha sido el negocio que Luis conoce desde que nació. Su llegada a este mundo fue prácticamente entre el bullicio de las fiestas de pueblo, los huaraches de masa de maíz y el aroma a barbacoa, carne al pastor, asada y especias.

“Yo prácticamente nací en esa taquería”, repite orgulloso.

Consolidar un sueño y un patrimonio familiar

La taquería Los Ases trae su receta desde Veracruz, para los paladares de los sonorenses / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Fue a principios de 1969, detalla Luis, cuando su padre llegó a tierras sonorenses, proveniente de Poza Rica, Veracruz. Venía huyendo de la represión del gobierno, vivió como estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando ocurrió la tragedia de Tlatelolco, en el 68.

Francisco Oliver Portilla venía de una familia de comerciantes, todos taqueros, con sus propios negocios. Fue así como al llegar a Hermosillo junto con su hermano y un sobrino, decidieron poner su propio puesto, dando la casualidad de que se estaba celebrando la Expo Ganadera (ExpoGan), por lo que aprovecharon esa oportunidad para darse a conocer y hacerse de clientela.

Luego del buen recibimiento a sus platillos, pues todos eran recetas del sur del país, como huaraches, carne al pastor, chicharrón prensado, entre otros, se instalaron en un punto fijo, cerca del antiguo Casino de Hermosillo, donde permanecieron por casi ocho años, convirtiéndose en uno de los negocios favoritos de la gente, dado que permanecía abierto hasta casi el amanecer.

“En aquel entonces ellos venían de Veracruz, estaban acostumbrados a trabajar toda la madrugada hasta en la mañana, entonces todos los que salían de los bares (antros) llegaban y cenaban ahí; fueron muy conocidos porque la gente decía ‘el señor que se amanecía’, y vendía comida del sur, carne al pastor, huaraches de chicharrón, barbacoa, deshebrada, y luego se fue adaptando a los gustos locales, metiéndole carne asada, crema, las cosas que les gustaban aquí en Hermosillo”.

Pero, en Sonora, don Pancho, como le decían, no sólo encontró una oportunidad de negocio, también encontró a quien se convertiría en su compañera de aventuras y de vida; su esposa y madre de sus seis hijos, Ana Alicia Ocaño Barragán, con quien coincidió en la casa donde llegó a hospedarse durante un tiempo.

“Trabajaron ahí en la Expo, y a dos cuadras vivía mi mamá con su familia (mi abuela y todos), entonces mi papá y mi tío buscaban dónde dormir, y caminaron esas dos cuadras y ahí estaba mi abuela rentando un cuartito y pues ahí se conocieron. Mi mamá en ese entonces trabajaba en el Poder Judicial, y al tiempo mi papá la sacó de trabajar para irse a la taquería y anduvieron por todos los pueblos de Sonora”.

Luis da vida al negocio visionario de su padre Francisco Oliver Portilla, quien venía de Poza Rica, Veracruz / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Aventurarse sin miedo

Durante poco más de 30 años, Francisco y Ana Alicia, junto con sus hijos, se aventuraron a recorrer todos los pueblos de Sonora que pudieron, llevando su taquería consigo, instalándose en las ferias y fiestas tradicionales, pero también simplemente en alguna plaza o punto donde se les permitiera.

Magdalena, Moctezuma, Huásabas, Guaymas, Granados, son algunos de los sitios que Luis Enrique recuerda haber visitado con sus padres y sus hermanos, siempre juntos, aprendiendo del oficio y disfrutando de la aventura que les deparaba el camino cada que lo emprendían, hasta llegar a un punto nuevo.

“Era una taquería, una estructura que se armaba. Llegábamos a los pueblos y teníamos que armar todo, desde abajo hasta la carpa de arriba, y pues ahí crecimos todos los hermanos. Visitábamos todo Sonora, desde el pueblito más chiquito hasta las ciudades más grandes. Las mejores ciudades en venta eran Magdalena, Moctezuma, el carnaval de Guaymas, Agua Prieta, San Carlos… de ahí en fuera eran pueblitos como Suaqui Grande, Huásabas, Granados, Huépac, conocimos todo Sonora”.

La prosperidad del negocio permitió que todos pudieran terminar sus estudios, pero también que crearan lazos de amistad con toda la gente que llegó a trabajar durante alguna temporada con la familia, pues siempre se requerían manos y talento para darse abasto con la clientela. Fue así como muchos amigos de la escuela tuvieron la oportunidad de acompañarlos durante algunas vacaciones, pero siempre recordando la importancia del estudio, incluidos Luis Enrique y sus hermanos que, a pesar de todo, nunca faltaban a clases, sin importar dónde estuvieran.

“Fue muy padre. En las fiestas de los pueblos, normalmente son dos fines de semana, entonces agarras el primer fin de semana, toda la semana y el fin de semana que sigue, eran 10 días. Entonces, en la semana nosotros teníamos escuela, y nos íbamos a trabajar viernes, sábado y domingo, y el domingo terminando la fiesta, a las 3-4 de la mañana que terminaba el baile, mi papá dejaba a la gente trabajando junto con mi mamá o a veces se regresaba mi mamá con nosotros y nos íbamos a Hermosillo. Llegábamos prácticamente directo a la escuela, por eso teníamos que llevarnos el uniforme siempre. Llegábamos todos hediondos a humo, cebolla, a carne, era una locura”.

Mantener vivo el legado

Para Luis Enrique y su familia, los últimos ocho años han sido difíciles sin su padre, pero han encontrado la manera de seguir adelante y mantener viva su memoria y su legado, responsabilidad (por gusto propio) que abrazó Luis, pues desde hace siete años retomó la taquería, bajo el mismo nombre Súper Taquería Los Ases, pero ahora le agregó ‘De don Pancho’, para que la gente lo recuerde y sepa que es el mismo negocio que ha perdurado durante más de 50 años.

“La puse (la taquería), lo publiqué en Facebook, se enteraron de todos los pueblos y se dejaron venir, entonces eso me impulsó a querer seguir vendiendo; lo intenté dos fines de semana más y después me habló un compañero que trabajaba aquí en Catedral (de Hermosillo) y me invitó a trabajar, y aquí ya tengo siete años”.

“A mi papá… Extraño mucho andar en los pueblos. Me gustaría andar como aquel entonces con mi papá, con mi gente, ahí crecer, hacerme viejo como ellos. Y pues, a mi papá siempre lo he visualizado que estuviera aquí en la taquería con nosotros”.

Recordó que a pesar de que siempre han trabajado en Nochebuena o Año Nuevo, al terminar la jornada regresaban a casa, cenaban algo rico y luego se disponían a descansar lo más posible, pero siempre estando juntos.

“Siempre estábamos toda la familia juntos… cansados llegábamos a la casa, cenábamos y a dormir, pero juntos”.

Sus hermanos, a la distancia y a su manera, siempre lo han apoyado en el emprendimiento que ha hecho, enviándole algunos utensilios, decoraciones o cosas que consideren pertinentes para el negocio, pero también demostrándole que están al pendiente de él, y que se sienten orgullosos de que la memoria de su papá se mantenga.

En ese sentido, Luis Enrique espera que todas las familias puedan encontrar la manera de tener esa unidad, de tratar de entenderse y apoyarse, de estar siempre juntos, pues es algo que considera importante y que, para él, es de las cosas más bonitas que tiene en la vida.

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“Mi mensaje va más por el lado de la familia, por el lado de la unión. Obviamente todos crecemos y tenemos nuestras complicaciones, pero me gusta mucho que en mi familia somos muy unidos, entonces mi mensaje va por ahí. Que sean unidos, que se comuniquen entre la familia, que no se peleen. Y pues, que continúen el legado de sus padres, de alguna u otra forma, quizá no de lleno, pero de alguna y otra forma, que continúen”.

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El comercio local no ha logrado recuperarse al 100% de las afectaciones que le provocó la pandemia pues, a pesar de que, poco a poco la economía de las personas ha mejorado, las ventas siguen sin estar a los niveles que solían tener.

En ese sentido, se buscan estrategias para incentivar a las familias hermosillenses a que consuman los productos locales.

Con la llegada de la época navideña, y con la intención de ofrecer una experiencia diferente para que la ciudadanía pueda pasar un buen rato y, además consumir algunos productos, comerciantes y artesanos pertenecientes a Grupo Raíces decidieron crear una Villa Navideña, lugar donde las familias pueden pasar un rato divertido, degustar típicos antojitos mexicanos y platillos de temporada, y también tomarse fotografías con Santa.

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En qué consiste el proyecto de la Villa Navideña

“La villa consiste en que las familias vengan a divertirse, a pasar la tarde aquí, a tomarse la foto con Santa, además de que tenemos comida para venir a cenar, somos el único espacio que vende comida aquí en todo catedral, no hay tostitos, nada de eso, simplemente comida, carne asada, tacos al pastor, pizza, tenemos de todo”, expresó Martha Velasco.

La integrante de Grupo Raíces dijo que son en total 28 comerciantes los que están ubicados en la Villa Navideña, entre artesanos y vendedores de comida. También se ha instalado un inflable y otras secciones para los más pequeños, para que puedan pasar un rato agradable y divertido, además de que, cada noche llega Santa en su trineo, con quien pueden tomarse fotos.

La organización ha sido fundamental para poder llevar a cabo este proyecto, sin embargo, todos han puesto de parte, dijo, y se apoyan para lograr atraer a los clientes, ya que la situación ha sido difícil durante el año y esperan que esta temporada puedan mejorar las cosas.

“Ha sido un año estresante y complicado, pero esperamos que mejore. La iluminación llama mucho la atención y nosotros estamos poniendo esta villa a manera de invitación a la gente, que nos vean desde allá (catedral) y se animen a venir. Traíamos desde hacía tiempo esta idea de crear una villa por el espíritu navideño, no se había concretado hasta ahora y pues creemos que ha sido un buen resultado”, expresó.

Puedes encontrar de todo

La llegada del negocio de tacos a Sonora coincidió con las fechas de la ExpoGan / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Por su parte, Luis Enrique Oliver, quien también pertenece a Grupo Raíces puntualizó que son un comercio gastronómico, principalmente, y de artesanías, donde la gente puede encontrar todo tipo de platillos como quesadillas, tacos, tortas, pizza, hot dogs, aguas frescas, champurrado, elotes, entre otras cosas.

Aunque entre semana la afluencia de personas no suele ser muy alta, de viernes a domingo sí han visto un incremento considerable, mencionó, siendo los domingos cuando mayor cantidad de personas acuden a la plaza. Una de las dinámicas que más le ha gustado ha sido cuando las familias acuden con sus mascotas, pues se crea un buen ambiente y también pueden aprovechar para adquirir algún artículo para estas.

Por otro lado, de acuerdo con la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Fecanaco) en Hermosillo, en lo que va del mes de diciembre el comercio ha registrado un ligero incremento del 20% en las ventas, por lo que esperan que la situación permanezca igual para que el sector pueda tener una buena recuperación.

Un negocio familiar que recorrió todo Sonora

¿Qué es lo que más extrañas?... “A mi papá”, respondió sin dudarlo un segundo. “Y extraño mucho andar en los pueblos…”.

Para Luis Enrique Oliver Ocaño el valor de la familia importa, y mucho. A pesar de que las Navidades ya no son lo mismo desde hace ocho años, cuando su padre falleció, para él y sus hermanos, así como su madre, la unión y el amor que se tienen lo es todo. Y mantienen vivo el recuerdo de aquellas aventuras que pasaron en familia, recorriendo los pueblos de Sonora.

“Fue muy padre porque, obviamente pasamos tormentas, fríos, muchísimas desveladas, pero de las buenas. A veces le digo a mi mamá ‘traigo un cansancio como cuando trabajábamos con mi papá’, era un cansancio tan rico, pero rico, rico. Trabajábamos, pero también ganábamos nuestro dinerito. Y, gracias a Dios de ahí salió para pagarnos la escuela”, relató en entrevista exclusiva para El Sol de Hermosillo.

Super Taquería Los Ases ha sido el negocio que Luis conoce desde que nació. Su llegada a este mundo fue prácticamente entre el bullicio de las fiestas de pueblo, los huaraches de masa de maíz y el aroma a barbacoa, carne al pastor, asada y especias.

“Yo prácticamente nací en esa taquería”, repite orgulloso.

Consolidar un sueño y un patrimonio familiar

La taquería Los Ases trae su receta desde Veracruz, para los paladares de los sonorenses / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Fue a principios de 1969, detalla Luis, cuando su padre llegó a tierras sonorenses, proveniente de Poza Rica, Veracruz. Venía huyendo de la represión del gobierno, vivió como estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando ocurrió la tragedia de Tlatelolco, en el 68.

Francisco Oliver Portilla venía de una familia de comerciantes, todos taqueros, con sus propios negocios. Fue así como al llegar a Hermosillo junto con su hermano y un sobrino, decidieron poner su propio puesto, dando la casualidad de que se estaba celebrando la Expo Ganadera (ExpoGan), por lo que aprovecharon esa oportunidad para darse a conocer y hacerse de clientela.

Luego del buen recibimiento a sus platillos, pues todos eran recetas del sur del país, como huaraches, carne al pastor, chicharrón prensado, entre otros, se instalaron en un punto fijo, cerca del antiguo Casino de Hermosillo, donde permanecieron por casi ocho años, convirtiéndose en uno de los negocios favoritos de la gente, dado que permanecía abierto hasta casi el amanecer.

“En aquel entonces ellos venían de Veracruz, estaban acostumbrados a trabajar toda la madrugada hasta en la mañana, entonces todos los que salían de los bares (antros) llegaban y cenaban ahí; fueron muy conocidos porque la gente decía ‘el señor que se amanecía’, y vendía comida del sur, carne al pastor, huaraches de chicharrón, barbacoa, deshebrada, y luego se fue adaptando a los gustos locales, metiéndole carne asada, crema, las cosas que les gustaban aquí en Hermosillo”.

Pero, en Sonora, don Pancho, como le decían, no sólo encontró una oportunidad de negocio, también encontró a quien se convertiría en su compañera de aventuras y de vida; su esposa y madre de sus seis hijos, Ana Alicia Ocaño Barragán, con quien coincidió en la casa donde llegó a hospedarse durante un tiempo.

“Trabajaron ahí en la Expo, y a dos cuadras vivía mi mamá con su familia (mi abuela y todos), entonces mi papá y mi tío buscaban dónde dormir, y caminaron esas dos cuadras y ahí estaba mi abuela rentando un cuartito y pues ahí se conocieron. Mi mamá en ese entonces trabajaba en el Poder Judicial, y al tiempo mi papá la sacó de trabajar para irse a la taquería y anduvieron por todos los pueblos de Sonora”.

Luis da vida al negocio visionario de su padre Francisco Oliver Portilla, quien venía de Poza Rica, Veracruz / Foto: Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

Aventurarse sin miedo

Durante poco más de 30 años, Francisco y Ana Alicia, junto con sus hijos, se aventuraron a recorrer todos los pueblos de Sonora que pudieron, llevando su taquería consigo, instalándose en las ferias y fiestas tradicionales, pero también simplemente en alguna plaza o punto donde se les permitiera.

Magdalena, Moctezuma, Huásabas, Guaymas, Granados, son algunos de los sitios que Luis Enrique recuerda haber visitado con sus padres y sus hermanos, siempre juntos, aprendiendo del oficio y disfrutando de la aventura que les deparaba el camino cada que lo emprendían, hasta llegar a un punto nuevo.

“Era una taquería, una estructura que se armaba. Llegábamos a los pueblos y teníamos que armar todo, desde abajo hasta la carpa de arriba, y pues ahí crecimos todos los hermanos. Visitábamos todo Sonora, desde el pueblito más chiquito hasta las ciudades más grandes. Las mejores ciudades en venta eran Magdalena, Moctezuma, el carnaval de Guaymas, Agua Prieta, San Carlos… de ahí en fuera eran pueblitos como Suaqui Grande, Huásabas, Granados, Huépac, conocimos todo Sonora”.

La prosperidad del negocio permitió que todos pudieran terminar sus estudios, pero también que crearan lazos de amistad con toda la gente que llegó a trabajar durante alguna temporada con la familia, pues siempre se requerían manos y talento para darse abasto con la clientela. Fue así como muchos amigos de la escuela tuvieron la oportunidad de acompañarlos durante algunas vacaciones, pero siempre recordando la importancia del estudio, incluidos Luis Enrique y sus hermanos que, a pesar de todo, nunca faltaban a clases, sin importar dónde estuvieran.

“Fue muy padre. En las fiestas de los pueblos, normalmente son dos fines de semana, entonces agarras el primer fin de semana, toda la semana y el fin de semana que sigue, eran 10 días. Entonces, en la semana nosotros teníamos escuela, y nos íbamos a trabajar viernes, sábado y domingo, y el domingo terminando la fiesta, a las 3-4 de la mañana que terminaba el baile, mi papá dejaba a la gente trabajando junto con mi mamá o a veces se regresaba mi mamá con nosotros y nos íbamos a Hermosillo. Llegábamos prácticamente directo a la escuela, por eso teníamos que llevarnos el uniforme siempre. Llegábamos todos hediondos a humo, cebolla, a carne, era una locura”.

Mantener vivo el legado

Para Luis Enrique y su familia, los últimos ocho años han sido difíciles sin su padre, pero han encontrado la manera de seguir adelante y mantener viva su memoria y su legado, responsabilidad (por gusto propio) que abrazó Luis, pues desde hace siete años retomó la taquería, bajo el mismo nombre Súper Taquería Los Ases, pero ahora le agregó ‘De don Pancho’, para que la gente lo recuerde y sepa que es el mismo negocio que ha perdurado durante más de 50 años.

“La puse (la taquería), lo publiqué en Facebook, se enteraron de todos los pueblos y se dejaron venir, entonces eso me impulsó a querer seguir vendiendo; lo intenté dos fines de semana más y después me habló un compañero que trabajaba aquí en Catedral (de Hermosillo) y me invitó a trabajar, y aquí ya tengo siete años”.

“A mi papá… Extraño mucho andar en los pueblos. Me gustaría andar como aquel entonces con mi papá, con mi gente, ahí crecer, hacerme viejo como ellos. Y pues, a mi papá siempre lo he visualizado que estuviera aquí en la taquería con nosotros”.

Recordó que a pesar de que siempre han trabajado en Nochebuena o Año Nuevo, al terminar la jornada regresaban a casa, cenaban algo rico y luego se disponían a descansar lo más posible, pero siempre estando juntos.

“Siempre estábamos toda la familia juntos… cansados llegábamos a la casa, cenábamos y a dormir, pero juntos”.

Sus hermanos, a la distancia y a su manera, siempre lo han apoyado en el emprendimiento que ha hecho, enviándole algunos utensilios, decoraciones o cosas que consideren pertinentes para el negocio, pero también demostrándole que están al pendiente de él, y que se sienten orgullosos de que la memoria de su papá se mantenga.

En ese sentido, Luis Enrique espera que todas las familias puedan encontrar la manera de tener esa unidad, de tratar de entenderse y apoyarse, de estar siempre juntos, pues es algo que considera importante y que, para él, es de las cosas más bonitas que tiene en la vida.

Recibe noticias, reportajes e historias directo a tu celular: suscríbete a nuestro canal de WhatsApp

“Mi mensaje va más por el lado de la familia, por el lado de la unión. Obviamente todos crecemos y tenemos nuestras complicaciones, pero me gusta mucho que en mi familia somos muy unidos, entonces mi mensaje va por ahí. Que sean unidos, que se comuniquen entre la familia, que no se peleen. Y pues, que continúen el legado de sus padres, de alguna u otra forma, quizá no de lleno, pero de alguna y otra forma, que continúen”.

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