El jugo de la carne sazonada humedece los confines de la boca en una descarga placentera para las papilas, mientras el envoltorio de harina contiene admirablemente la generosa porción de tejido de res bañada en rojizo néctar.
Gracias a la mesura en la fabricación de la salsa, es imposible empalagarse con un platillo así, lo cual sólo incentiva el ímpetu por devorar el resto de la masa culinaria desplegada frente a uno, ¡Así es desayunar un burro de carne con chile en Guakamole, restaurante de comida mexicana!
Alejandra Ledgard León, propietaria del lugar, decidió poner el negocio a inicios de 2020 luego de años de trabajo en eventos y venta de comida corrida.
Apoyada por su esposo, quien se desarrolla como escultor y artista plástico, el restaurante se instaló en una casa de más de 100 años ubicada en la colonia 5 de Mayo, intercalando la comida y la expresión artística a través del folclor mexicano.
Esto queda demostrado al entrar al comedor principal, puede apreciarse un mural de la época de oro del cine mexicano donde se exhiben diversos pósters e imágenes representativas de este periodo fílmico.
GuaKamole maneja antojitos mexicanos así como comida corrida la cual cambia diariamente, se trata de un platillo de 60 pesos el cual puede ser enviado a domicilio sin costo extra e incluso, si la comida no es del agrado del comensal, es posible solicitar alternativas por el mismo precio.
Sin embargo, aquella placentera incertidumbre de abrir un negocio acabó rápido luego de que el Estado declarara la crisis sanitaria por Covid-19, misma que llevó a un periodo de confinamiento masivo.
De acuerdo con el testimonio de Alejandra, aquello se convirtió en una lucha por mantenerse por encima de las circunstancias y resistir los embates que conlleva el administrar un negocio durante la peor pandemia en lo que va de este siglo.
“Había semanas en las que no venía ni una sola persona, pero aun así decidimos continuar con el restaurante, hicimos puras entregas a domicilio; pedidos por WhatsApp para preparar y entregar por ventanilla”, relató.
No ha sido sencillo, además de permanecer casi todo el día en el local, trabajaron con miedo a contagiarse, pero afortunadamente, gracias al seguimiento puntual de las disposiciones sanitarias emitidas por las autoridades, han podido sortear estas complicaciones.
Recién declarada la cuarentena, el dinero recaudado por las ventas sólo rendía para pagar la gasolina de regreso a casa, pero a pesar del desalentador panorama ello no desmoralizó a los empresarios, quienes prosiguieron con sus planes.
La peor de las dificultades fue sin duda la naturaleza misma del negocio, pues al tener un compromiso con la frescura de los alimentos, mismos que son preparados ese mismo día, GuaKamole depende del consumo diario para no desperdiciar comida.
La comida que sobraba era preparada en cajas y posteriormente se repartía en los alrededores de la colonia para evitar tener que tirarla.
A pesar de la subsecuente crisis económica que se avecinó tras el cierre de negocios, el cobro de renta y servicios debe ser cubierto, por lo que el restaurante continúa en pie de lucha sin ánimos de frenar su carrera.
“Algo muy importante que aprendí con la pandemia es que si bien mucha gente desgraciadamente perdió sus trabajos, mucha otra gente siguió trabajando; no hay que desistir, hay que seguir y echarle ganas”, explicó Alejandra.
Actualmente GuaKamole está viendo la luz al final del túnel, pues los pedidos aumentaron de 15 a 20 diarios, además están los planes de reactivar la cenaduría el próximo 18 de septiembre de viernes a sábado con cupo limitado hasta las 23:00 horas.
La propietaria reconoce la dificultad de las personas para pagar una buena comida, por lo que ha decidido mantener los precios lo más bajo posible a pesar de la adversidad, argumentando que es tiempo de ayudarse los unos a los otros.
“El trabajo es lo único que nos va a sacar a flote, no hay más”, señaló, como la moraleja de un cuento, demostrando que a veces la mejor forma de premiar la perseverancia es con un buen burrito de carne con chile.