/ viernes 1 de mayo de 2020

HMO Cuéntame tu historia | Origen del transporte público en Hermosillo

La idea original fue para trasladar militares; el servicio se fue modernizando y diversificando, entérate a continuación

Al inicio de la segunda mitad del siglo XIX, con motivo de la llegada de tropas al mando del conde Gastón Raousset de Boulbón que tomaron la ciudad en 1852, se estableció informalmente el servicio público de transporte de carga y pasaje en Hermosillo, que se prestaba a los soldados invasores en cuatro coches comunes jalados por caballos, conocidos como booguies o coches que llevaban al pasaje a cualquier punto de la ciudad cobrando una cuota a criterio del cochero.

Para 1877, el parque vehicular era de veinte carruajes y dos cochecitos y se les fijó una pensión fija de cincuenta centavos al mes por coche y para 1896 se les señaló una tarifa obligatoria de un real por viaje en la ciudad y dos por viaje al cementerio.

En Villa de Seris había un carruaje y dos carritos de sitio, uno del señor Armenta y otro de Francisco Herrera, pero el más famoso de todos era Ambrosio “Bocho” Noriega, quien, desde 1875, tenía dos carruajes desvencijados de los cuales o se hacía uno, en un terreno por la calle Juárez, cerca de la estación del ferrocarril.

Cortesía | Ignacio Lagarda Lagarda

En diciembre de 1880, los señores Rafael Ruiz y Manuel Mascareñas, obtuvieron la concesión para la instalación y explotación de un tranvía urbano en la ciudad, a través de la Ley No. 69.

El propósito de la concesión era que el tranvía comunicara a la ciudad con la estación del ferrocarril, que estaba en proceso de construcción, llevando pasaje durante el día desde la Plaza Zaragoza, y mercancías durante la noche a los comercios de la localidad.

El 8 de julio de 1895, el gobernador del Estado Ramón Corral Verdugo, autorizó los señores Hugo Ricards y Francisco M. Aguilar, la operación de un ferrocarril urbano cuyo recorrido sería desde la estación del Ferrocarril hasta Villa de Seris que por alguna razón desconocida nunca operó.

El 23 de febrero de 1896, de nuevo el gobernador Corral otorgó la aprobación del proyecto, con la siguiente condición: “Aprobado con sólo la modificación de que en todas las calles, el ferrocarril debe ir por una de las orillas, cerca de la banqueta y nunca por el centro de la calle”.

Cortesía | Ignacio Lagarda Lagarda

El servicio de tranvías estaba haciendo mucha competencia a los cocheros de carruajes, que cobraban diez centavos la dejada; había otros carruajes que cobraban dos reales por el mismo servicio, pero eran con llantas de hule.

Para 1902, el señor Rafael Ruiz le traspasó todas sus acciones al señor De Ycaza convirtiéndose así́ en el único propietario de la empresa.

Una fría y misteriosa noche del año de 1903, los tranvías de De Ycaza fueron pasto de las llamas y nuestro personaje sospechó inmediatamente de los malévolos cocheros que ya lo traían en la mira.

El negocio siguió́ prosperando y el propietario tuvo que contratar más personal, a estos nuevos tranvías entraron a trabajar como conductores Ricardo Searcy, “El Ronco” Molina y Gabriel Ochoa.

En 1913, los vehículos empezaron a prestar el servicio público de transporte de pasajeros cobrando a peseta la dejada y como empezaba a verse tránsito en las calles, el Ayuntamiento nombró a Ramón Cambustón, inspector del servicio de taxis y cocheros.

En 1921 el Ayuntamiento estableció que los carros que prestaban el servicio se establecieran en un lugar, llamándolos “carros de sitio”, generalmente ubicados alrededor del Mercado Municipal.

En 1934, se constituyó la Unión de Choferes y Similares de Hermosillo, bajo la presidencia de Ángel Nájera y el Gobierno del Estado creó el Departamento de Tránsito bajo la dirección de Alfredo López, que emitió́ un manual para el conductor con las normas de conducción, colocó señales de tránsito, fijó un límite de velocidad de treinta kilómetros por hora.

A finales de los años cuarenta, el alcalde Roberto Romero estableció́ introdujo el servicio de ruleteros que cobraban un peso la dejada, por lo que se les llamó peseros, en unas camionetas tipo vagoneta, iniciándose así́ las primeras rutas del servicio de transporte colectivo de pasajeros.

A partir de entonces el servicio se generalizó y las concesiones otorgadas por el Ayuntamiento eran por cien años, incluso eran heredables.

Fragmento del documento elaborado por el cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda

Al inicio de la segunda mitad del siglo XIX, con motivo de la llegada de tropas al mando del conde Gastón Raousset de Boulbón que tomaron la ciudad en 1852, se estableció informalmente el servicio público de transporte de carga y pasaje en Hermosillo, que se prestaba a los soldados invasores en cuatro coches comunes jalados por caballos, conocidos como booguies o coches que llevaban al pasaje a cualquier punto de la ciudad cobrando una cuota a criterio del cochero.

Para 1877, el parque vehicular era de veinte carruajes y dos cochecitos y se les fijó una pensión fija de cincuenta centavos al mes por coche y para 1896 se les señaló una tarifa obligatoria de un real por viaje en la ciudad y dos por viaje al cementerio.

En Villa de Seris había un carruaje y dos carritos de sitio, uno del señor Armenta y otro de Francisco Herrera, pero el más famoso de todos era Ambrosio “Bocho” Noriega, quien, desde 1875, tenía dos carruajes desvencijados de los cuales o se hacía uno, en un terreno por la calle Juárez, cerca de la estación del ferrocarril.

Cortesía | Ignacio Lagarda Lagarda

En diciembre de 1880, los señores Rafael Ruiz y Manuel Mascareñas, obtuvieron la concesión para la instalación y explotación de un tranvía urbano en la ciudad, a través de la Ley No. 69.

El propósito de la concesión era que el tranvía comunicara a la ciudad con la estación del ferrocarril, que estaba en proceso de construcción, llevando pasaje durante el día desde la Plaza Zaragoza, y mercancías durante la noche a los comercios de la localidad.

El 8 de julio de 1895, el gobernador del Estado Ramón Corral Verdugo, autorizó los señores Hugo Ricards y Francisco M. Aguilar, la operación de un ferrocarril urbano cuyo recorrido sería desde la estación del Ferrocarril hasta Villa de Seris que por alguna razón desconocida nunca operó.

El 23 de febrero de 1896, de nuevo el gobernador Corral otorgó la aprobación del proyecto, con la siguiente condición: “Aprobado con sólo la modificación de que en todas las calles, el ferrocarril debe ir por una de las orillas, cerca de la banqueta y nunca por el centro de la calle”.

Cortesía | Ignacio Lagarda Lagarda

El servicio de tranvías estaba haciendo mucha competencia a los cocheros de carruajes, que cobraban diez centavos la dejada; había otros carruajes que cobraban dos reales por el mismo servicio, pero eran con llantas de hule.

Para 1902, el señor Rafael Ruiz le traspasó todas sus acciones al señor De Ycaza convirtiéndose así́ en el único propietario de la empresa.

Una fría y misteriosa noche del año de 1903, los tranvías de De Ycaza fueron pasto de las llamas y nuestro personaje sospechó inmediatamente de los malévolos cocheros que ya lo traían en la mira.

El negocio siguió́ prosperando y el propietario tuvo que contratar más personal, a estos nuevos tranvías entraron a trabajar como conductores Ricardo Searcy, “El Ronco” Molina y Gabriel Ochoa.

En 1913, los vehículos empezaron a prestar el servicio público de transporte de pasajeros cobrando a peseta la dejada y como empezaba a verse tránsito en las calles, el Ayuntamiento nombró a Ramón Cambustón, inspector del servicio de taxis y cocheros.

En 1921 el Ayuntamiento estableció que los carros que prestaban el servicio se establecieran en un lugar, llamándolos “carros de sitio”, generalmente ubicados alrededor del Mercado Municipal.

En 1934, se constituyó la Unión de Choferes y Similares de Hermosillo, bajo la presidencia de Ángel Nájera y el Gobierno del Estado creó el Departamento de Tránsito bajo la dirección de Alfredo López, que emitió́ un manual para el conductor con las normas de conducción, colocó señales de tránsito, fijó un límite de velocidad de treinta kilómetros por hora.

A finales de los años cuarenta, el alcalde Roberto Romero estableció́ introdujo el servicio de ruleteros que cobraban un peso la dejada, por lo que se les llamó peseros, en unas camionetas tipo vagoneta, iniciándose así́ las primeras rutas del servicio de transporte colectivo de pasajeros.

A partir de entonces el servicio se generalizó y las concesiones otorgadas por el Ayuntamiento eran por cien años, incluso eran heredables.

Fragmento del documento elaborado por el cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda

Gossip

Hombres G, Kany García, Miranda! y más en las Fiestas del Pitic 2024

Las celebraciones por la fundación de la ciudad contarán con más de mil 300 artistas y 15 escenarios con espectáculos gratuitos para toda la familia

Local

Habitantes de Puerto Libertad, inconformes con retraso de obras

Residentes de la localidad de Puerto Libertad, están inconformes por los retrasos en la obra de rehabilitación de la carretera 36 Norte

Local

Secretaría del Trabajo mantiene negociaciones con Staus y Steus por huelga

El titular de esa dependencia, Francisco Vázquez Valencia expuso que a diario sostienen encuentros con las representaciones sindicales

Local

Crearán Parque de la Vida, un memorial a donadores de órganos

Este tributo también está dedicado a sus familias, quienes consintieron y dieron una oportunidad a otra vida

Local

Maestros denuncian afectaciones a la salud por malas condiciones de laboratorios

Técnicos académicos han sido afectados por sustancias tóxicas y dañinas para su organismo durante la realización de sus actividades en laboratorios de la Unison

Local

Sismo de 5.6 en el Mar de Cortés se percibe en Sonora

Las autoridades de Protección Civil en el sur de Sonora iniciaron una serie de medidas preventivas en Ciudad Obregón, como evacuaciones de edificios y universidades