/ lunes 19 de agosto de 2019

Un viaje al pasado por los lugares del viejo Hermosillo

Sitios, hoteles, personas, todo aquello que estuvo y forma parte de esta ciudad; en El Sol de Hermosillo te damos un viaje al pasado

Inicio esta serie de remembranzas con una cordial felicitación para el periódico “El Sol de Hermosillo” por la decisión de abrir este magnífico espacio, que permitirá alojar los recuerdos nostálgicos de viejos hermosillenses (como quien esto escribe) y -¿por qué no?- también de los hermosillenses que, habiendo llegado después, hayan tenido el deseo de investigar y obtener datos históricos y anécdotas de esta ciudad que tenemos hoy, y que bien poco se parece a la que tuvimos en el pasado.

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Vaya pues una cordial felicitación para El Sol de Hermosillo, y sobre todo para su actual directora, mi buena amiga Gabriela “Gaby” Salido Véjar.

Hoy le platicaré a usted un poco acerca del viejo Hermosillo. De algunos de sus lugares, la mayoría inexistentes en la actualidad, pero que viven aún en la memoria de los viejos hermosillenses, como quien esto escribe. Si usted es hermosillense, pero de los que han llegado después, venga y acompáñeme en este recorrido que le hará conocer un poco acerca de los lugares que hubo en la que durante mucho tiempo fue conocida como “La Ciudad de los Naranjos”.

Voy a meter la mano hasta el codo en el insondable cofre de la nostalgia, de los añosos recuerdos que amenazan con deshacerse al más leve toque de la memoria. Voy a deleitarme volviendo los ojos al pasado, a ese pasado que se escapa cada día un poco más, y que debemos retenerlo, siquiera a fuerza de invocarlo.

No podemos, no debemos permitir que se nos vaya del todo porque ¿quién podrá traerlo de nuevo? ¿Quién podrá ser el mago que saque de su chistera apolillada los sitios, eventos y actores que en su día a día pretérito dieron color, sabor y calor a esta bien amada ciudad?

Ilustrativa

En este recorrido no pretendo ser excluyente porque aparte de los lugares que mencionaré hubo, por supuesto, muchos otros. Tantos que resulta imposible comprimirlos para que quepan en el espacio que me concedo en mi página web “Casa de las Ideas”…

En forma deliberadamente desordenada, para mantener el sabor de ésta micro crónica, empezaré por mencionar lo que durante muchos años fue uno de los lugares más importantes en Hermosillo.

Me refiero a la vieja “Casa del Pueblo”, con su pequeño estadio de béisbol, su auditorio para eventos públicos, su alberca, los frontones y la primera cancha de tenis con superficie de arcilla que hubo en esta ciudad. Estas instalaciones ocuparon el área comprendida entre la calle Morelia al Norte y lo que hoy es la calle Kennedy al sur, y donde actualmente se localiza el Parque Infantil de la ciudad.

Algunos restaurantes y cafeterías que fueron especiales, ya sea por la comida que ofrecían, o por ser sitios predilectos de reunión. Entre ellos está el Café Pradas que se ubicaba en la acera Sur de la calle Serdán, entre Matamoros y Guerrero. Luego El restaurante “Colores” del jefe Miguel Colores, que se ubicó en la esquina de Matamoros y bulevar Luis Encinas, donde luego estuviera Multibanco Comermex.

El viejo “Chino Abelardo” de Abelardo Juanz, ubicado en el mismo sitio que el actual, solo que mucho más rústico y familiar. El “Jardín Corona” de Roberto Campillo, que se ubicaba donde hoy está el fraccionamiento Peñasco y parte de Ley del Río. El “Kiki” del matrimonio Lucero-Aja, que primero estuvo enseguida de la gasolinería Pesqueira (Matamoros y Sonora), luego en la planta baja del Edificio Combate y finalmente a un lado de lo que fue Autos Kino y anteriormente Sonora Motor.

Junto al viejo Cine Lírico, estaba la nevería “Chita” que en verano vendía nieve de garrafa y en invierno chocolate caliente con churros deliciosos. “El Limoncito” del señor Angulo, sobre el viejo Jardín Juárez. El “Nogales” sobre la acera Oeste de la calle Matamoros, entre Dr. Noriega y Morelia. El Café Boulevard en la esquina de Serdán y Guerrero, donde luego se construyó la ampliación de Mazón Hnos.

El “Rodeo” de la familia Estrada, en la calle Dr. Noriega entre Garmendia y Guerrero. “La Pérgola” y “Las Delicias del Parque” en el Parque Madero. “El Pinolillo” sobre la calle Matamoros frente al Edificio FER, entre Yucatán (hoy Colosio) y Dr. Noriega. Otra nevería, “El Oso Blanco”, sobre la calle Serdán, frente a lo que fue el Banco Ganadero y Agrícola, luego Banco del Atlántico y posteriormente HSBC, actualmente cerrado.

Al lado oriente de aquella nevería, que fuera una de las favoritas de nuestra generación, estuvieron los billares XXX de don Ángel Ramos, donde se hicieran maestros del billar amigos como René “El Gordo” Liera (+), José “El Hampa” Salido (+), Jorge “Malabaro” Castro y un millón de vagos sin oficio más… jaja.


Otra nevería: “La Ideal” en la esquina suroeste de Serdán y Garmendia, Cines: En primerísimo lugar el inolvidable cine-teatro Noriega, esquina de Obregón y Garmendia, con su elegante decoración, sus plateas, luneta, galería y gallinero. Los cines al aire libre “Nacional”, “Lírico” y “Reforma” y el cine más elegante que ha tenido Hermosillo, el Cine Sonora, una sala que aún en nuestros días sería digna de cualquier urbe del País.

Vayamos a los centros de baile y empecemos por el Club Atenas, que estuvo en la esquina de Jesús García y Serdán. Luego el Country Club (parte baja) donde se bailaba con sinfonola todas las noches y donde (dicen) se le apareció el Diablo a una distinguida damita de la localidad cuyo nombre y apellido me reservo. En la parte de arriba el gran salón de baile donde se celebraron tantos bailes universitarios inolvidables.

El primer Casino de Hermosillo que estuvo en la última planta del Edificio Sonora, luego en la esquina de Dr. Pesqueira y Comonfort (La Muralla), y finalmente fue trasladado a su ubicación final en Blv. Kino, donde luego de clausurarse fuera vendido a una empresa de casinos de juego.

Otros centros nocturnos y salones de baile: El “Continental” del Hotel Gándara donde “El Chacal” Estrada tocaba noche a noche piezas inolvidables como aquella pícara que decía “Cuidado, cuidado con la mano…”. “El Focolare” en la planta baja del Hotel San Alberto. El “Sahuaripa Piano Bar” en el edificio en ruinas que fue propiedad de Pedro Valenzuela, ubicado justo en la curva del bulevar Rodríguez.

El Casino Aliancista de la Alianza Hispano Americana, ubicado donde hoy se encuentra el Archivo Histórico, frente a la plazuela Hidalgo. La Sociedad de Artesanos Hidalgo, rescatado y convertido en edificio cultural, pero que durante muchos años fue salón de baile.

Archivo | El Sol de Hermosillo

Mencionaré también el Cuahutémoc (Cuá-Cuá) para no dejar sentidos a los “bailarines” que hicieron y deshicieron en ese lugar, sembrando el terror entre las chicas que se atrevían a salir a bailar con ellos… ¿Dije bailarines?... Mmmmm… sí pues. Hubo otros sitios donde también se bailaba, pero esos los dejaré herméticamente guardados en el arcón de los recuerdos, en parte para no despertar fantasmas, y en parte porque no eran bien vistos entre la “gente fina”… aunque los “señores finos” (y los que no lo eran tanto)fueran asiduos concurrentes.

El primer Hospital General que recuerdo estaba en lo que hoy es el “Parque del Mundito”. El Hospital Nava estuvo donde hoy está Sanborn’s y el Hospital Del Valle que se instaló en lo que alguna vez fuera el Colegio del Padre Javier, y donde hoy está el restaurante Ho Wah, sobre la Avenida Rosales frente a la Secundaria 24.

Estos últimos dos centros más que hospitales fueron centros para tratamiento y reclusión de pacientes con problemas siquiátricas. Hoteles de ayer: El Arcadia, que se incendió y que estuvo en donde hoy se localiza el Hotel San Alberto. El Ramos, que también se incendió y que se localizaba por ahí en Londres y Dr. Paliza.

El Hotel Moderno de la familia León (Carmela, María, Fortino y Felipe) que se localizaba en la esquina de Morelia y Manuel González; el centenario Hotel Kino que con gran éxito aún subsiste gracias al genio y la creatividad de Armando Benard Noriega y sus hijos Armando y Chavita.

Ilustrativa

El Hotel de Anza (después Niza) de la familia Duarte, y no podría faltar el Hotel Laval de los señores Laborín y Valenzuela, en la esquina de Juárez y Vildósola (hoy Elías Calles). El Hotel Washington que se ubicaba sobre la calle Dr. Doriega, entre Matamoros y Guerrero. El Hotel Lourdes, sobre la calle Juárez entre Oaxaca y Luis Encinas, y el Hotel Montecarlo, en la esquina de Juárez y Sonora. Y el Motel El Fuego, primer hotel de paso que hubo en esta ciudad, en la salida sur de la ciudad hacia Guaymas.

Se agota el espacio y no puedo dejar de mencionar algunas de las boticas más conocidas de aquellos tiempos. Empezaré por la Cruz Roja de Matías Cázarez, que ocupaba la mitad del espacio junto con la Dulcería Romo en plena calle Serdán, junto al Mercado Alemán (luego Morales Hermanos).

Luego la botica Reval (Reyes-Valenzuela) sobre la misma Serdán por fuera del Centro Médico que hubo y hoy es propiedad del Issste, si no estoy equivocado. Las farmacias Regis (de Filomeno Suárez) y Moderna, ubicadas una frente a la otra, también en la calle Serdán. Y las boticas “Del Pueblo”, en la esquina de Serdán y Guerrero y “Nueva” de los Carreón, en la esquina de Serdán y Matamoros.

Sigue a El Sol de Hermosillo en Google News y mantente informado con las noticias más recientes

En una próxima entrega le hablaré a usted de otros lugares, y de algunos personajes famosos o pintorescos de nuestra ciudad. No se desespere y aguante. Verá que valdrá la pena. Mientras tanto… que la vida le sea leve.

Inicio esta serie de remembranzas con una cordial felicitación para el periódico “El Sol de Hermosillo” por la decisión de abrir este magnífico espacio, que permitirá alojar los recuerdos nostálgicos de viejos hermosillenses (como quien esto escribe) y -¿por qué no?- también de los hermosillenses que, habiendo llegado después, hayan tenido el deseo de investigar y obtener datos históricos y anécdotas de esta ciudad que tenemos hoy, y que bien poco se parece a la que tuvimos en el pasado.

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Vaya pues una cordial felicitación para El Sol de Hermosillo, y sobre todo para su actual directora, mi buena amiga Gabriela “Gaby” Salido Véjar.

Hoy le platicaré a usted un poco acerca del viejo Hermosillo. De algunos de sus lugares, la mayoría inexistentes en la actualidad, pero que viven aún en la memoria de los viejos hermosillenses, como quien esto escribe. Si usted es hermosillense, pero de los que han llegado después, venga y acompáñeme en este recorrido que le hará conocer un poco acerca de los lugares que hubo en la que durante mucho tiempo fue conocida como “La Ciudad de los Naranjos”.

Voy a meter la mano hasta el codo en el insondable cofre de la nostalgia, de los añosos recuerdos que amenazan con deshacerse al más leve toque de la memoria. Voy a deleitarme volviendo los ojos al pasado, a ese pasado que se escapa cada día un poco más, y que debemos retenerlo, siquiera a fuerza de invocarlo.

No podemos, no debemos permitir que se nos vaya del todo porque ¿quién podrá traerlo de nuevo? ¿Quién podrá ser el mago que saque de su chistera apolillada los sitios, eventos y actores que en su día a día pretérito dieron color, sabor y calor a esta bien amada ciudad?

Ilustrativa

En este recorrido no pretendo ser excluyente porque aparte de los lugares que mencionaré hubo, por supuesto, muchos otros. Tantos que resulta imposible comprimirlos para que quepan en el espacio que me concedo en mi página web “Casa de las Ideas”…

En forma deliberadamente desordenada, para mantener el sabor de ésta micro crónica, empezaré por mencionar lo que durante muchos años fue uno de los lugares más importantes en Hermosillo.

Me refiero a la vieja “Casa del Pueblo”, con su pequeño estadio de béisbol, su auditorio para eventos públicos, su alberca, los frontones y la primera cancha de tenis con superficie de arcilla que hubo en esta ciudad. Estas instalaciones ocuparon el área comprendida entre la calle Morelia al Norte y lo que hoy es la calle Kennedy al sur, y donde actualmente se localiza el Parque Infantil de la ciudad.

Algunos restaurantes y cafeterías que fueron especiales, ya sea por la comida que ofrecían, o por ser sitios predilectos de reunión. Entre ellos está el Café Pradas que se ubicaba en la acera Sur de la calle Serdán, entre Matamoros y Guerrero. Luego El restaurante “Colores” del jefe Miguel Colores, que se ubicó en la esquina de Matamoros y bulevar Luis Encinas, donde luego estuviera Multibanco Comermex.

El viejo “Chino Abelardo” de Abelardo Juanz, ubicado en el mismo sitio que el actual, solo que mucho más rústico y familiar. El “Jardín Corona” de Roberto Campillo, que se ubicaba donde hoy está el fraccionamiento Peñasco y parte de Ley del Río. El “Kiki” del matrimonio Lucero-Aja, que primero estuvo enseguida de la gasolinería Pesqueira (Matamoros y Sonora), luego en la planta baja del Edificio Combate y finalmente a un lado de lo que fue Autos Kino y anteriormente Sonora Motor.

Junto al viejo Cine Lírico, estaba la nevería “Chita” que en verano vendía nieve de garrafa y en invierno chocolate caliente con churros deliciosos. “El Limoncito” del señor Angulo, sobre el viejo Jardín Juárez. El “Nogales” sobre la acera Oeste de la calle Matamoros, entre Dr. Noriega y Morelia. El Café Boulevard en la esquina de Serdán y Guerrero, donde luego se construyó la ampliación de Mazón Hnos.

El “Rodeo” de la familia Estrada, en la calle Dr. Noriega entre Garmendia y Guerrero. “La Pérgola” y “Las Delicias del Parque” en el Parque Madero. “El Pinolillo” sobre la calle Matamoros frente al Edificio FER, entre Yucatán (hoy Colosio) y Dr. Noriega. Otra nevería, “El Oso Blanco”, sobre la calle Serdán, frente a lo que fue el Banco Ganadero y Agrícola, luego Banco del Atlántico y posteriormente HSBC, actualmente cerrado.

Al lado oriente de aquella nevería, que fuera una de las favoritas de nuestra generación, estuvieron los billares XXX de don Ángel Ramos, donde se hicieran maestros del billar amigos como René “El Gordo” Liera (+), José “El Hampa” Salido (+), Jorge “Malabaro” Castro y un millón de vagos sin oficio más… jaja.


Otra nevería: “La Ideal” en la esquina suroeste de Serdán y Garmendia, Cines: En primerísimo lugar el inolvidable cine-teatro Noriega, esquina de Obregón y Garmendia, con su elegante decoración, sus plateas, luneta, galería y gallinero. Los cines al aire libre “Nacional”, “Lírico” y “Reforma” y el cine más elegante que ha tenido Hermosillo, el Cine Sonora, una sala que aún en nuestros días sería digna de cualquier urbe del País.

Vayamos a los centros de baile y empecemos por el Club Atenas, que estuvo en la esquina de Jesús García y Serdán. Luego el Country Club (parte baja) donde se bailaba con sinfonola todas las noches y donde (dicen) se le apareció el Diablo a una distinguida damita de la localidad cuyo nombre y apellido me reservo. En la parte de arriba el gran salón de baile donde se celebraron tantos bailes universitarios inolvidables.

El primer Casino de Hermosillo que estuvo en la última planta del Edificio Sonora, luego en la esquina de Dr. Pesqueira y Comonfort (La Muralla), y finalmente fue trasladado a su ubicación final en Blv. Kino, donde luego de clausurarse fuera vendido a una empresa de casinos de juego.

Otros centros nocturnos y salones de baile: El “Continental” del Hotel Gándara donde “El Chacal” Estrada tocaba noche a noche piezas inolvidables como aquella pícara que decía “Cuidado, cuidado con la mano…”. “El Focolare” en la planta baja del Hotel San Alberto. El “Sahuaripa Piano Bar” en el edificio en ruinas que fue propiedad de Pedro Valenzuela, ubicado justo en la curva del bulevar Rodríguez.

El Casino Aliancista de la Alianza Hispano Americana, ubicado donde hoy se encuentra el Archivo Histórico, frente a la plazuela Hidalgo. La Sociedad de Artesanos Hidalgo, rescatado y convertido en edificio cultural, pero que durante muchos años fue salón de baile.

Archivo | El Sol de Hermosillo

Mencionaré también el Cuahutémoc (Cuá-Cuá) para no dejar sentidos a los “bailarines” que hicieron y deshicieron en ese lugar, sembrando el terror entre las chicas que se atrevían a salir a bailar con ellos… ¿Dije bailarines?... Mmmmm… sí pues. Hubo otros sitios donde también se bailaba, pero esos los dejaré herméticamente guardados en el arcón de los recuerdos, en parte para no despertar fantasmas, y en parte porque no eran bien vistos entre la “gente fina”… aunque los “señores finos” (y los que no lo eran tanto)fueran asiduos concurrentes.

El primer Hospital General que recuerdo estaba en lo que hoy es el “Parque del Mundito”. El Hospital Nava estuvo donde hoy está Sanborn’s y el Hospital Del Valle que se instaló en lo que alguna vez fuera el Colegio del Padre Javier, y donde hoy está el restaurante Ho Wah, sobre la Avenida Rosales frente a la Secundaria 24.

Estos últimos dos centros más que hospitales fueron centros para tratamiento y reclusión de pacientes con problemas siquiátricas. Hoteles de ayer: El Arcadia, que se incendió y que estuvo en donde hoy se localiza el Hotel San Alberto. El Ramos, que también se incendió y que se localizaba por ahí en Londres y Dr. Paliza.

El Hotel Moderno de la familia León (Carmela, María, Fortino y Felipe) que se localizaba en la esquina de Morelia y Manuel González; el centenario Hotel Kino que con gran éxito aún subsiste gracias al genio y la creatividad de Armando Benard Noriega y sus hijos Armando y Chavita.

Ilustrativa

El Hotel de Anza (después Niza) de la familia Duarte, y no podría faltar el Hotel Laval de los señores Laborín y Valenzuela, en la esquina de Juárez y Vildósola (hoy Elías Calles). El Hotel Washington que se ubicaba sobre la calle Dr. Doriega, entre Matamoros y Guerrero. El Hotel Lourdes, sobre la calle Juárez entre Oaxaca y Luis Encinas, y el Hotel Montecarlo, en la esquina de Juárez y Sonora. Y el Motel El Fuego, primer hotel de paso que hubo en esta ciudad, en la salida sur de la ciudad hacia Guaymas.

Se agota el espacio y no puedo dejar de mencionar algunas de las boticas más conocidas de aquellos tiempos. Empezaré por la Cruz Roja de Matías Cázarez, que ocupaba la mitad del espacio junto con la Dulcería Romo en plena calle Serdán, junto al Mercado Alemán (luego Morales Hermanos).

Luego la botica Reval (Reyes-Valenzuela) sobre la misma Serdán por fuera del Centro Médico que hubo y hoy es propiedad del Issste, si no estoy equivocado. Las farmacias Regis (de Filomeno Suárez) y Moderna, ubicadas una frente a la otra, también en la calle Serdán. Y las boticas “Del Pueblo”, en la esquina de Serdán y Guerrero y “Nueva” de los Carreón, en la esquina de Serdán y Matamoros.

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En una próxima entrega le hablaré a usted de otros lugares, y de algunos personajes famosos o pintorescos de nuestra ciudad. No se desespere y aguante. Verá que valdrá la pena. Mientras tanto… que la vida le sea leve.

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