En México, cada 15 de mayo se celebra el Día del Maestro, ese festejo especial que viste de colores los escritorios de los docentes con detalles hechos por los alumnos como cartas, manzanas, dulces, chocolates, flores y globos.
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La celebración del Día del Maestro se origina a mediados del siglo XVII, cuando el sacerdote y pedagogo Juan Bautista de La Salle se dedicó a la formación de maestros quienes daban clase a niños de escasos recursos e hijos de artesanos.
Fue en el año de 1917 cuando el presidente Venustiano Carranza instituyó esta fecha para reconocer la gran labor de los docentes del país.
Actualmente en México hay 2 millones 66 mil 073 maestros, de acuerdo a los datos del Sistema de Información y Gestión Educativa (Siged) del gobierno de México.
Debido la contingencia de Covid-19, este año los salones de clases permanecerán cerrados, las felicitaciones se harán por medio de una videollamada y los abrazos serán virtuales. Sin embargo, algunos maestros recuerdan con alegría su festejo de años pasados y lo difícil que será no estar en compañía de sus alumnos.
Tal es el caso del profesor Gregorio González, quien tiene 35 años de servicio frente al grupo y que cada día disfruta de su profesión y del don de enseñar.
“Lo que más disfruto y me llena de mucho sentimiento, satisfacción y orgullo de ser un profesor, es que alguno de mis alumnos, me felicite sincera y genuinamente, además, me exprese en su propio pensamiento, la definición de mi persona y mi práctica docente”, compartió.
A pesar de la situación, Gregorio este año celebrará de una manera distinta en compañía de su familia en casa con una rica comida y recibiendo las felicitaciones de su seres queridos.
“Me emociono desde la madrugada porque espero el amanecer para recibir las felicitaciones de mi esposa, mis hijos, mis padres, hermanos, mis alumnos y mis amigos. Ahora será distinto porque nos quedaremos en casa pero vamos degustar de una rica carne asada con tortillas sobaqueras, salsa de chiltepín, frijolitos y hasta pastel”, mencionó el maestro.
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Por otro lado, Nohelia Palafox considera que extraña su salón de clases, desde la canción de los buenos días, los abrazos, los “Hoy no quería venir, miss, tengo mucho sueño”, las pláticas en los recesos sobre qué hicieron los fines de semana y sobre todo la enseñanza de cada día para seguir inculcando el amor por la educación.
“Cada día del maestro disfruto desde las primeras horas, cuando empiezan a felicitar a los maestros desde muy temprano; me alegra y sube los ánimos. Cuando estamos en la escuela y los niños llegan y con un abrazo enorme, me felicitan y se siente el cariño que ellos sienten más allá de las cosas materiales que me lleguen a dar”, señaló.
Este año, Nohelia celebrará realizando videollamadas con sus alumnos para hablar sobre el día y recibir las muestras de cariño a través de un monitor.
Para Reyna Durazo una de las decisiones más importantes en su vida fue elegir ser maestra, desde hace 12 años su sueño se hizo realidad, considera que ha sido más satisfactorio y emocionante de lo que imaginaba.
“Gracias a las tecnología podré estar cerca de mis alumnos, será una celebración distinta pero me permitirá tomarme el tiempo para agradecer a consciencia que desde pequeña encontré mi vocación y me dedico felizmente a servir a los demás a través de la educación”, compartió.
A pesar de estar lejos de sus alumnos considera que siempre recuerda la alegría, entusiasmo, bromas de cada uno de ellos, asimismo la energía positiva que le transmiten y regresar feliz a su casa llena de anécdotas.
El pasado 15 de mayo 2019, Loyda Zamudio recibió un regalo muy especial hecho por su exalumno Eduardo Pacheco, un ramo flores naturales y una hecha de papel acompañaban el detalle que tiene un valor muy importante en su vida, pues le recuerda a aquel joven que logró sacar adelante y ahora se está preparando para ser un profesional.
“Disfruto mucho que mis alumnos y exalumnos me manden mensajitos por las redes sociales, mostrándome cariño, acordándose cómo los hacía batallar, pero que fui y soy única, hoy mis exalumnos -a 20 años de egreso- ya son profesionistas y papás, con algunos sigo en contacto por las redes sociales o cuando voy a una visita industrial o algún trámite y de repente me gritan ‘¡maestra, maestra!’, como cuando estaban en la preparatoria o universidad”, expresó.
Loyda lleva a cada uno de sus alumnos en su corazón, recordarlos o encontrarlos por la calle le da mucha felicidad y ver que continúan en la marcha o ya son unos profesionales.
