Por más de 30 años, la sazón de Josefina Montaño se posicionó como una de las mejores al conquistar el paladar de todas las personas que pasaban por su negocio, “Los tamales de Doña Fina” en el ejido San Pedro El Saucito, en la periferia de Hermosillo.
Josefina fue madre soltera, siempre estuvo al pendiente de la educación de sus hijos y al mismo tiempo trabajaba ofreciendo sus comidas caseras como tamales de carne, burros de carne con chile, machaca y caldos, entre otros platillos que la ayudaban a sacar adelante a su familia.
Tiempo después su hija, Reyna Montaño, decidió seguir los pasos de su madre y llevar a las entrañas de la Ciudad del Sol los alimentos para compartir la sazón de las mujeres, además de salir adelante después de haber perdido su empleo a causa de la contingencia.
Antes de la pandemia Reyna trabajaba como auxiliar docente, al poco tiempo comenzó el confinamiento y hubo un recorte de personal en la empresa, fue entonces que ante la falta de empleo surgió la idea de iniciar con un negocio, al principio vendía snacks por fuera de su casa, después pensó en hacer una empresa más formal y fue así como nació Mi Ranchito.
La planeación del establecimiento tomó alrededor de un mes y es atendido por Reyna quien se encarga de la caja, así como de las mesas, mientras que su primo, Jesús Montaño, prepara los burros y sirve la comida.
“Nos trajimos la sazón de allá y le dimos un toque con adornos rústicos al negocio para que pareciera como un restaurante de pueblo, mi mamá tenía su negocio en San Pedro donde tenía a la venta tortillas grandes, carne con chile, machaca, coctel de elote entonces ahí surgió todo y nos trajimos todo a la ciudad”, explicó.
El nombre fue elegido haciendo referencia a la zona rural, Reyna y su mamá Josefina preparan la comida, su tía Francisca Duarte hace las famosas tortillas de agua o sobaqueras para la venta y de igual manera las distribuye en los establecimientos de San Pedro y hasta el momento el platillo favorito de la gente son los tamales de carne.
“Mi mamá cerró su negocio porque no está en condiciones para trabajar porque es un adulto mayor, entonces empezó a trabajar sobre pedidos y ahora me ayuda a preparar la comida para el negocio, lo que más disfruto de todo esto es la satisfacción de ver a la gente probar la comida y que les guste mucho”, mencionó.
Los precios de los platillos pueden variar entre los 50 a 75 pesos con la bebida incluida, se ubican en el bulevar Luis Encinas y Reyes en una esquina justo a un costado de la Universidad de Sonora, los horarios son de lunes a viernes de 8:00 a 20:00 horas y los sábados de 8:00 a 14:00 horas.
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Reyna compartió que gracias a una publicación en redes sociales ayudó a que más personas conocieran de su negocio, ya que en menos de una hora se compartió alrededor de 200 veces y obtuvo más de 400 reacciones, asimismo declaró que la diferencia que hay entre su negocio y otros es la experiencia que se tiene en la preparación de los platillos y el sabor a su pueblo.
“En mis planes quisiera regresar al trabajo que tenía anteriormente más que nada por la educación de mis hijas, que pase esto y que me vuelvan a contratar, pero este negocio va a seguir, me llamen o no me llamen aquí voy a seguir, a futuro esperamos abrir más sucursales en la ciudad, hay que echarle ganas porque con esfuerzo y perseverancia todo se puede lograr, los invitamos a que visiten nuestro negocio y prueben los platillos”, concluyó.