Desde hace algunos años los productos imitación han acaparado cada vez más los estantes dentro de los supermercados o abarrotes, al ser más baratos, sin embargo existe la creencia de que no pueden ser tan sanos para sus consumidores.
Dentro de los alimentos más comunes que tienen plasmada la leyenda: “imitación” se encuentran algunos lácteos, carnes, embutidos, papas fritas, dulces, entre otros, que suelen ser adquiridos por los clientes en los establecimientos, pero al no ser 100% orgánicos despiertan dudas en las personas.
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Algunos especialistas en temas económicos atribuyen esta tendencia al panorama financiero que hay en el país, donde la inflación ha alcanzado niveles históricos por arriba del 8% y eso ha detonado que el valor de los insumos sea más alto.
Debido a ese escenario, ciertas marcas echan mano de otros ingredientes, ya sea nutrientes o materia prima, a fin de amortiguar el costo de producción de los alimentos para poder competir con otros, aunque eso implique bajar la calidad de lo que ofertan.
Queso y más que eso
Uno de los primeros productos sujetos a esta estrategia hace años es el queso, en sus distintas presentaciones.
A partir de 2021, cuando entró en vigor la Norma de Etiquetado, que obliga a las empresas a detallar los ingredientes, se supo que muchos “quesos” eran variantes del alimento original.
Al ser la leche de los líquidos más consumidos por las familias sonorenses, también las productoras exploraron opciones para brindar bebidas análogas, es decir, que parecen pero no son, detalla Aarón González, investigador del laboratorio de calidad, autenticidad y trazabilidad de los alimentos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD).
La diferencia entre los alimentos auténticos a los análogos es que uno de los ingredientes ha sido cambiado, -explicó- así, no es lo mismo la leche de fórmula láctea, a una que puede tener ingredientes de origen lácteo, pero proteínas de origen vegetal, por ejemplo.
El investigador resaltó que es importante que los consumidores lean la información que aparece en el empaque, tanto en la parte frontal, cuya especificaciones aparecen en círculos o octágonos negros, así como la que aparece en la parte trasera para saber qué tan nutritivo puede ser cada alimento.
Pero el que ciertos productos no sean originales no implica que sean malos, subrayó, ya que habrá análogos que estén hechos para cumplir con ciertas restricciones que tienen algunas personas, como son las variantes de leches que funcionan para quienes son intolerantes a la lactosa.
“Hay que revisar la composición, cuánto tiene de cada ingrediente, de origen; algunas personas son alérgicas a consumir proteínas, pero si no les dice puede repercutir en la salud”, apuntó.
Lea las etiquetas
El nutriólogo Demian Pak coincide en la importancia de aprender a leer las etiquetas, ya que en éstas se plasma a detalle las cantidades que tiene de cada ingrediente y quedará a criterio de las personas el tomar o comer esos productos.
“Más que debatir o tratar de encontrar si los productos imitación son malos o no, hay que entender que son otro tipo de nutrimentos los que les ponen a esas piezas. Lo que cambia es que no consumes los nutrientes que normalmente pensabas que adquirirías”, expresó.
En algunos casos, añadió, se dejan de lado vitaminas y minerales para aumentar el nivel de sodio, lo cual llega a impactar según la salud de cada persona, pero -insiste- todos deben verificar el etiquetado antes de adquirir un producto.
El promedio de calorías diarias para un hombre adulto van desde las 1,800 a 2,200; en las mujeres, de 1,200 a 1,500; mientras que en los menores no debe sobrepasar las 1,500 para tener una condición saludable, precisó.
Los sustitutos ganan terreno
Dentro de los productos detectados como imitación están jamones, embutidos (salchichas), leche, carne, yogures, entre otros, comentaron los especialistas.
Desde el punto de vista empresarial, esta tendencia sí ha impactado en los procesos de comercialización de las marcas consolidadas con las de reciente creación o que promueven los mismos supermercados y tiendas, reconoció el vicepresidente de la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio (Fecanaco) en Sonora, Martín Zalazar Zazueta.
“Es evidente cómo las amas de casa o encargados de comprar alimentos buscan opciones más accesibles, esto ha traído que dejen de consumir las marcas que normalmente adquirían, por otras más baratas, aunque con ello bajen la calidad de los productos”, declaró.
Dijo que desde hace unos años han notado esta tendencia donde los sustitutos ganan terreno a los originales, esto provocado por la inflación actual en el país y otros factores económicos que tienen sometidos a los productos.
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Auguró que este panorama continuará igual por meses, ya que no existen factores, condiciones financieras ni acciones gubernamentales para reducir el aumento de precios de la canasta básica y servicios, que afecta directamente al bolsillo de los ciudadanos.
“Es importante el impacto que han tenido los comerciantes en la canasta básica, los abarrotes no tienen grandes ganancias, lo que les permite vender lo que les deje, no tienen muchas opciones por lo que compran insumos y venden dando créditos a sus clientes, que son los mismos vecinos y no es rentable como antes”, concluyó.
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