/ domingo 22 de enero de 2023

Toda una historia: Villa de Seris, un barrio pionero en molienda de trigo

La molienda y producción de harina de trigo en Villa de Seris, inició en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XVIII

Villa de Seris no sólo fue una zona pionera para la consolidación de Hermosillo, sino que también fue un barrio pionero para la producción y comercialización de harina de trigo.

Antes de que se estableciera el molino harinero “La Fama”, sobre el ferrocarril de la ciudad, donde hoy está el bulevar Luis Encinas y la calle Jesús García, existió otro que proveía a la comunidad.

La molienda y producción de harina de trigo en Villa de Seris, inició en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XVIII, cuando Josef Bassols y su cuñado José Pujol, miembros del primer contingente militar de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña —un cuerpo del ejército colonial español formado por voluntarios provenientes de Cataluña, España— quienes llegaron a Sonora para sofocar una revuelta de los indios Pimas y Seris. Ambos soldados se quedaron a vivir en la Villa del Pitic e instalaron un molino de trigo, que se sembraba en las tierras de «pan llevar» en la margen Sur del río de Sonora, frente al Pueblo de Seris.

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Antes de que se estableciera el molino harinero “La Fama”, sobre el ferrocarril de la ciudad, donde hoy está el bulevar Luis Encinas y la calle Jesús García, existió otro que proveía a la comunidad / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

El trabajo era en su totalidad manual y se utilizaba una tahona y un burro que la hacía girar. La tahona consistía en dos ruedas hechas de roca volcánica con un orificio al centro colocadas una sobre la otra por un eje vertical de madera que giraban permanentemente impulsadas por un burro o una acémila, moliendo los granos de trigo que se le suministraban por el eje mismo.

En 1794 don Manuel Rodríguez le vendió en $500 —pagaderos a tres años— a Ignacio Villa, el molino de harina que antes le había comprado al ahora fallecido José Bassols.

En abril de 1834, Ambrosio Noriega y Feliciano Arvizu les compraron el molino harinero a los acreedores de la «Caja Mortuoria» del finado Ignacio Arvizu.

El 6 de febrero de 1836 la sociedad de Noriega y Arvizu se disolvió, Arvizu le pagó a Noriega 3,200 pesos plata por su parte del molino. Como Feliciano Arvizu no tenía dinero le pidió prestado a Juan José Encinas, 2,000 pesos plata, comprometiéndose a pagar la deuda en 16 meses y réditos de 500 pesos plata anuales sobre el total de la deuda, o en su defecto molerle 1,000 fanegas de trigo al año. Para poder pagarle la deuda eterna a Encinas, Feliciano Arvizu fue vendiendo poco a poco sus propiedades. A partir de entonces al molino se le conoció como «El Molino de Encinas».

Muchos años después, en 1902, la señora Carmen Moreno de Gutiérrez le heredó por iguales partes a sus nietos, los hijos de su hija Luz, casada con don Ramon Oviedo «el molino harinero, con su huerta, casa y todas sus demás anexidades, que llevan el número setenta y ocho del inventario y se hallan ubicados en la Villa de Seris, pero la caldera y demás piezas que hay en dicho molino las deja a su hijo Ricardo». Aunque no sabemos si se refiere al conocido como «El Molino de Encinas».

La molienda y producción de harina de trigo en Villa de Seris, inició en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XVIII / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

El 11 de marzo de 1916, Zoilo de la Puente y Rosendo Fernández, primos entre sí, constituyeron una sociedad bajo la razón social de «Puente y Fernández», dedicada a la fabricación de velas con una duración de cinco años. Ambos socios tendrían indistintamente a su cargo la dirección y administración de la sociedad, pudiendo usar la firma social para todos los negocios de esta.

Una de las manifestaciones más importantes de la escritura constitutiva de la empresa era que ninguno de los socios podía vender, ceder o enajenar la representación de la sociedad, sin el consentimiento del otro socio.

El capital social estaba representado en la cantidad de diez mil pesos ($10,000.00) plata mexicana, de los cuales Zoilo aportó la suma de seis mil pesos ($6,000.00) y Rosendo cuatro mil ($4,000.00). En caso de que la sociedad necesitara mayor capital para el pleno desarrollo de los negocios, sería aportado por los socios en partes proporcionales en calidad de préstamo con un interés del 6% anual. Además, cada uno de los socios podría disponer de la cantidad de dos mil pesos ($2,000) para gastos personales al año.

La sociedad «Puente y Fernández», no sólo se dedicó a la explotación de la fábrica de velas, sino también a otorgar préstamos hipotecarios, como una manera de reinvertir las ganancias de la empresa.

El trabajo era en su totalidad manual y se utilizaba una tahona y un burro que la hacía girar / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Un ejemplo de ello es el caso del préstamo hipotecario que le otorgaron en junio de 1919 a Juan Peralta y Antonio Guerrero de la sociedad «Guerrero y Peralta» por la cantidad de quince mil dólares ($15,000.00 dl.), con el 2% de interés mensual y pagadero a un año, garantizándolo con cuatro molinos ubicados al occidente de Villa de Seris, los cuales eran conocidos como molino de trigo «La Palma» de Eusebio Salgado y el «Molino de Gutiérrez», formados en un solo cuerpo a nombre de dicha sociedad, movidos por fuerza hidráulica derivada de la corriente del río de Sonora, además de la maquinaria, construcciones, solares y derechos de agua que le correspondían.

Dicha suma la debían de pagar en enero de 1920, de no ser así, gozarían de una prórroga de seis meses. El pago del préstamo no fue cubierto en tiempo y forma por lo que, Rosendo Fernández, en calidad de socio administrador promovió un juicio hipotecario contra la sociedad «Guerrero y Peralta», demandándoles el pago de la cantidad prestada más el 2% de interés mensual.

El juez condenó a la sociedad «Guerrero y Peralta», pagar la cantidad de veintiséis mil setecientos veinte dólares ($27,000.00 dls.), producto de los intereses hasta agosto de 1925, por lo que los bienes en garantía les fueron hipotecados.

Los bienes hipotecados pasaron al poder de «Puente y Fernández», quienes iniciaron su explotación con el nombre de Molino Harinero «La Fama».

Al siguiente año, en 1926, la sociedad «Puente y Fernández» se disolvió y el molino harinero «La Fama» le fue adjudicado en pago de parte de su haber social a Rosendo Fernández Suárez, constituyéndose la sociedad de nombre «J. R. Fernández y Cía.», con un capital de $5,000.00 aportados por Rosendo Fernández y José Ramón Fernández, sobrino de Rosendo, para continuar la explotación del molino harinero «La Fama».

En el año de 1935, «Molino La Fama, S.A.» tomó en arrendamiento el molino harinero «El Hermosillense» / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

En 1928 se reformó la escritura «J. R. Fernández y Cía.», por la cesión de derechos que hizo Rosendo Fernández a Luis H. González, para girar en adelante bajo el nombre de «J. R. Fernández y Luis H. González».

Al año siguiente, en 1929, se disolvió nuevamente la sociedad haciéndose cargo del activo y pasivo José Ramón Fernández quien continuó explotando el Molino Harinero «La Fama» bajo su nombre hasta 1935, cuando constituyó una nueva firma con el nombre de «Molino La Fama, S.A.».

Inicialmente, «Molino La Fama, S.A.», molía trigo a maquila como era la práctica generalizada en esa época por casi todos los molinos de trigo. Producía harina «Flor Primera» como producto principal que se envasaba con la marca «La Fama» y salvado, semitilla y recierno como productos secundarios.

Los primeros años en Villa de Seris molían alrededor de 800 toneladas al año, que poco tiempo después se incrementaron a 1,000, posteriormente a 1,500 y para el año de 1932 se molían más de 2,500 toneladas.

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En el año de 1935, «Molino La Fama, S.A.» tomó en arrendamiento el molino harinero «El Hermosillense», establecido en Hermosillo en 1897 por don Carmelo Echeverría y Ramón Corral Verdugo y situado al pie de la línea del Ferrocarril de Sonora, cambiándole el nombre por el de «Molino La Fama», cerrando el molino de Villa de Seris.

Al siguiente año se puso en funcionamiento de nuevo el molino de Villa de Seris y se dejó de explotar el Molino «El Hermosillense» / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Al siguiente año se puso en funcionamiento de nuevo el molino de Villa de Seris y se dejó de explotar el Molino «El Hermosillense» y en 1937 se volvió a cerrar el de Villa de Seris, esta vez definitivamente, para continuar la explotación del antiguo molino «El Hermosillense», como lo es hasta la fecha.

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Con información de Ignacio Lagarda.

Villa de Seris no sólo fue una zona pionera para la consolidación de Hermosillo, sino que también fue un barrio pionero para la producción y comercialización de harina de trigo.

Antes de que se estableciera el molino harinero “La Fama”, sobre el ferrocarril de la ciudad, donde hoy está el bulevar Luis Encinas y la calle Jesús García, existió otro que proveía a la comunidad.

La molienda y producción de harina de trigo en Villa de Seris, inició en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XVIII, cuando Josef Bassols y su cuñado José Pujol, miembros del primer contingente militar de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña —un cuerpo del ejército colonial español formado por voluntarios provenientes de Cataluña, España— quienes llegaron a Sonora para sofocar una revuelta de los indios Pimas y Seris. Ambos soldados se quedaron a vivir en la Villa del Pitic e instalaron un molino de trigo, que se sembraba en las tierras de «pan llevar» en la margen Sur del río de Sonora, frente al Pueblo de Seris.

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Antes de que se estableciera el molino harinero “La Fama”, sobre el ferrocarril de la ciudad, donde hoy está el bulevar Luis Encinas y la calle Jesús García, existió otro que proveía a la comunidad / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

El trabajo era en su totalidad manual y se utilizaba una tahona y un burro que la hacía girar. La tahona consistía en dos ruedas hechas de roca volcánica con un orificio al centro colocadas una sobre la otra por un eje vertical de madera que giraban permanentemente impulsadas por un burro o una acémila, moliendo los granos de trigo que se le suministraban por el eje mismo.

En 1794 don Manuel Rodríguez le vendió en $500 —pagaderos a tres años— a Ignacio Villa, el molino de harina que antes le había comprado al ahora fallecido José Bassols.

En abril de 1834, Ambrosio Noriega y Feliciano Arvizu les compraron el molino harinero a los acreedores de la «Caja Mortuoria» del finado Ignacio Arvizu.

El 6 de febrero de 1836 la sociedad de Noriega y Arvizu se disolvió, Arvizu le pagó a Noriega 3,200 pesos plata por su parte del molino. Como Feliciano Arvizu no tenía dinero le pidió prestado a Juan José Encinas, 2,000 pesos plata, comprometiéndose a pagar la deuda en 16 meses y réditos de 500 pesos plata anuales sobre el total de la deuda, o en su defecto molerle 1,000 fanegas de trigo al año. Para poder pagarle la deuda eterna a Encinas, Feliciano Arvizu fue vendiendo poco a poco sus propiedades. A partir de entonces al molino se le conoció como «El Molino de Encinas».

Muchos años después, en 1902, la señora Carmen Moreno de Gutiérrez le heredó por iguales partes a sus nietos, los hijos de su hija Luz, casada con don Ramon Oviedo «el molino harinero, con su huerta, casa y todas sus demás anexidades, que llevan el número setenta y ocho del inventario y se hallan ubicados en la Villa de Seris, pero la caldera y demás piezas que hay en dicho molino las deja a su hijo Ricardo». Aunque no sabemos si se refiere al conocido como «El Molino de Encinas».

La molienda y producción de harina de trigo en Villa de Seris, inició en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XVIII / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

El 11 de marzo de 1916, Zoilo de la Puente y Rosendo Fernández, primos entre sí, constituyeron una sociedad bajo la razón social de «Puente y Fernández», dedicada a la fabricación de velas con una duración de cinco años. Ambos socios tendrían indistintamente a su cargo la dirección y administración de la sociedad, pudiendo usar la firma social para todos los negocios de esta.

Una de las manifestaciones más importantes de la escritura constitutiva de la empresa era que ninguno de los socios podía vender, ceder o enajenar la representación de la sociedad, sin el consentimiento del otro socio.

El capital social estaba representado en la cantidad de diez mil pesos ($10,000.00) plata mexicana, de los cuales Zoilo aportó la suma de seis mil pesos ($6,000.00) y Rosendo cuatro mil ($4,000.00). En caso de que la sociedad necesitara mayor capital para el pleno desarrollo de los negocios, sería aportado por los socios en partes proporcionales en calidad de préstamo con un interés del 6% anual. Además, cada uno de los socios podría disponer de la cantidad de dos mil pesos ($2,000) para gastos personales al año.

La sociedad «Puente y Fernández», no sólo se dedicó a la explotación de la fábrica de velas, sino también a otorgar préstamos hipotecarios, como una manera de reinvertir las ganancias de la empresa.

El trabajo era en su totalidad manual y se utilizaba una tahona y un burro que la hacía girar / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Un ejemplo de ello es el caso del préstamo hipotecario que le otorgaron en junio de 1919 a Juan Peralta y Antonio Guerrero de la sociedad «Guerrero y Peralta» por la cantidad de quince mil dólares ($15,000.00 dl.), con el 2% de interés mensual y pagadero a un año, garantizándolo con cuatro molinos ubicados al occidente de Villa de Seris, los cuales eran conocidos como molino de trigo «La Palma» de Eusebio Salgado y el «Molino de Gutiérrez», formados en un solo cuerpo a nombre de dicha sociedad, movidos por fuerza hidráulica derivada de la corriente del río de Sonora, además de la maquinaria, construcciones, solares y derechos de agua que le correspondían.

Dicha suma la debían de pagar en enero de 1920, de no ser así, gozarían de una prórroga de seis meses. El pago del préstamo no fue cubierto en tiempo y forma por lo que, Rosendo Fernández, en calidad de socio administrador promovió un juicio hipotecario contra la sociedad «Guerrero y Peralta», demandándoles el pago de la cantidad prestada más el 2% de interés mensual.

El juez condenó a la sociedad «Guerrero y Peralta», pagar la cantidad de veintiséis mil setecientos veinte dólares ($27,000.00 dls.), producto de los intereses hasta agosto de 1925, por lo que los bienes en garantía les fueron hipotecados.

Los bienes hipotecados pasaron al poder de «Puente y Fernández», quienes iniciaron su explotación con el nombre de Molino Harinero «La Fama».

Al siguiente año, en 1926, la sociedad «Puente y Fernández» se disolvió y el molino harinero «La Fama» le fue adjudicado en pago de parte de su haber social a Rosendo Fernández Suárez, constituyéndose la sociedad de nombre «J. R. Fernández y Cía.», con un capital de $5,000.00 aportados por Rosendo Fernández y José Ramón Fernández, sobrino de Rosendo, para continuar la explotación del molino harinero «La Fama».

En el año de 1935, «Molino La Fama, S.A.» tomó en arrendamiento el molino harinero «El Hermosillense» / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

En 1928 se reformó la escritura «J. R. Fernández y Cía.», por la cesión de derechos que hizo Rosendo Fernández a Luis H. González, para girar en adelante bajo el nombre de «J. R. Fernández y Luis H. González».

Al año siguiente, en 1929, se disolvió nuevamente la sociedad haciéndose cargo del activo y pasivo José Ramón Fernández quien continuó explotando el Molino Harinero «La Fama» bajo su nombre hasta 1935, cuando constituyó una nueva firma con el nombre de «Molino La Fama, S.A.».

Inicialmente, «Molino La Fama, S.A.», molía trigo a maquila como era la práctica generalizada en esa época por casi todos los molinos de trigo. Producía harina «Flor Primera» como producto principal que se envasaba con la marca «La Fama» y salvado, semitilla y recierno como productos secundarios.

Los primeros años en Villa de Seris molían alrededor de 800 toneladas al año, que poco tiempo después se incrementaron a 1,000, posteriormente a 1,500 y para el año de 1932 se molían más de 2,500 toneladas.

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En el año de 1935, «Molino La Fama, S.A.» tomó en arrendamiento el molino harinero «El Hermosillense», establecido en Hermosillo en 1897 por don Carmelo Echeverría y Ramón Corral Verdugo y situado al pie de la línea del Ferrocarril de Sonora, cambiándole el nombre por el de «Molino La Fama», cerrando el molino de Villa de Seris.

Al siguiente año se puso en funcionamiento de nuevo el molino de Villa de Seris y se dejó de explotar el Molino «El Hermosillense» / Foto: Carlos Villalba | El Sol de Hermosillo

Al siguiente año se puso en funcionamiento de nuevo el molino de Villa de Seris y se dejó de explotar el Molino «El Hermosillense» y en 1937 se volvió a cerrar el de Villa de Seris, esta vez definitivamente, para continuar la explotación del antiguo molino «El Hermosillense», como lo es hasta la fecha.

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Con información de Ignacio Lagarda.

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