Todo listo para recibir a los ciudadanos que quieran adquirir piñatas, manualidades y decoraciones navideñas elaboradas por señoras que han tomado capacitación en el Instituto Francisco Javier Saeta.
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Como cada temporada de invierno, Antonia Bernal Cázares viste la calle Uno de colores, un trabajo hecho a mano que apenas comenzó hace apenas 4 años. Es parte de la comunidad El Guayacán, tomó cursos en el Instituto Francisco Javier Saeta donde aprendió a hacer distintas manualidades, entre ellas la elaboración de coronas para el Día de Muertos y piñatas para las fiestas decembrinas.
“Son un número indeterminable de cursos con los que nos han ayudado, pláticas sicológicas y de tanatología, ahora acabamos de ponernos aquí para que la gente venga y nos ayude a comprar nuestro producto, somos muchas mujeres que nos apoyamos en esto para salir adelante”, comentó.
Lo que más disfruta de su ocupación es hacer manualidades, jugar con colores y ver cómo a los clientes les gusta su trabajo. Considera ha mejorado la comunicación con sus compañeras y la gente que las visita, así como también desenvolverse en el ámbito.
“Es un trabajo muy bonito y laborioso, he aprendido muchas cosas y sobre todo es que hay comunicación con las otras compañeras, conoces a muchas personas, en el Saeta son muy amables, nos tratan con mucha cordialidad, siempre apoyándonos en nuestro bienestar y en aspectos económicos, moral y emocional”, manifestó.
Son más de cuatro décadas que el Instituto Francisco Javier Saeta lleva realizando labor social con población vulnerable. El padre Pedro Moreno comenzó con proyectos para la mejora de comunidades en la zona Norte de la ciudad y fue entonces como decidió crear la institución.
El objetivo principal es brindar apoyo a personas de escasos recursos y ayudarlos a salir adelante, por ello se implementaron capacitaciones, tal es el caso del programa desarrollo económico donde se capacitan en distintos temas como la fabricación de piñatas, coronas, pasteles, así como también corte y confección con herramientas que les sirvan para emprender su propio negocio.
También ofrecen el programa de desarrollo comunitario con participación en las colonias, mejoras de servicios y calidad de vida, se cuenta con dos comedores para niños de 2 hasta 15 años, donde se brinda alimento diario y el programa de prevención de la violencia para adolescentes que estén viviendo una situación de violencia, donde se ofrecen herramientas.
Claudia Vergara, directora del Instituto, compartió que cada año se apoya directamente a 500 personas, sin embargo, el impacto del trabajo se ve reflejado con familiares y personas cercanas de los asistentes aumentando la cifra hasta 3 mil.
“Cuando abrimos la capacitación se inscribe mucha gente porque conocen los talleres e inmediatamente pueden poner en práctica todo lo que aprenden aquí, también estamos aliados con muchas organizaciones que se acercan a nosotros a hacer eso, es una alianza para llegar a la población que se requiere”, detalló Claudia.
En el año se abren tres convocatorias para participar en los cursos, en el mes de enero, en junio con cursos de verano y en septiembre con módulos de capacitación, también hay cursos sabatinos.
Existen casos de éxito donde los asistentes capacitados tienen su propio negocio o utilizan las herramientas para ser parte de las empresas, con los adolescentes se habla de temas como el deporte donde ya cuentan con un equipo de futbol, así como también existen grupos bases en las colonias quienes se encargan de cuidar los espacios públicos.
“Estamos apostándole a proyectos que den resultados, todo en este momento se mide para ver los resultados, estamos haciendo las cosas bien porque esto implica conocer la realidad y el acercamiento a personas que están pasando por alguna situación, trabajamos muy de la mano con el programa, aplicamos estrategias para la participación de los ciudadanos, buscamos no darles, sino que ellos adquieran capacidades para que no necesiten de alguien más para sobrevivir”, abundó la directora.
Los programas van dirigidos para personas desde los primeros años hasta adultos mayores, tal es el caso de alimentando sonrisas (de 0 a15 años), programa para adolescentes y jóvenes (12 a 18 años) y el programa de desarrollo económico (15 y más). Los talleres que han dado más resultados por los puntos de venta es el de piñatas y pastelerías, donde hay más demanda de trabajo.
Dentro de las estrategias para mantener la institución está la recaudación propia por medio de una obra de teatro anual que se realiza el mes de mayo, así como también por donantes de otras instituciones y otra es de empresarios que están apostando a la institución y el público en general.
El Instituto Francisco Javier Saeta busca crear comunidad para que haya más oportunidades para la población vulnerable, para que los ciudadanos compartan tiempo, conocimiento o materiales para seguir apoyando a la población.